miércoles, 24 de marzo de 2021

Evita de Peterson: Hermana de Alianza.

 

Ha dejado este mundo, nuestra hermana en la fe, Eva de Peterson (Q.E.P.D.), una dama que está muy ligada y considerada dentro de los iniciadores del Santuario "Puerta del Cielo", de Shoenstatt de Antofagasta . Sin haber compartido mucho con ella la recuerdo como una dama entregada con un amor inconmensurable a sus principios de fe y confianza en María Santísima, y fiel apóstol de Jesús y la vi en innumerables oportunidades con su hija Alice, destacada misionera de la Campaña de la "Virgen Peregrina", dedicada a un apostolado permanente, humilde y silencioso, ornamentar el Santuario de la Virgen ....Las nuevas generaciones no la conocieron, pero ella fue un pilar fundamental para los inicios de un camino de fe, que en este desierto ha sido tan difícil conquistar, pero que con su ímpetu, como el de tantos otros anónimos pioneros, han hecho con tanto amor florecer. Gracias a Pelu Borlando y Gudelia Tapia que me han ilustrado sobre esta maravillosa persona que permanecerá en el recuerdo de quienes "permanecen fieles", esperando el llamado del Señor.....













SOLDADO JOSÉ VEAS (Q.E.P.D.)

 


¡Qué bueno habernos encontrado esa mañana de trabajo para ti en la Clínica en tus ocupaciones siempre humildes pero de gran espíritu de servicio, y ese día preciso, de gran preocupación para mí, por un nieto enfermo en la urgencia! Y digo ¡Qué bueno habernos encontrado!, porque nos estrechamos en un abrazo propio de viejos camaradas y soldados y recordamos en unos breves instantes, todas esas anécdotas que vivimos en nuestro querido "Esmeralda", (el "viejo" Marambio, el suboficial mayor ecónomo Polanco, y tantos otros trabajadores del "Rancho"), donde llegabas muy de madrugada, quitándole el descanso a tus pies y cuerpo cansados, a revolver los fondos hirvientes de agua para el desayuno de la tropa o en los esfuerzos físicos en la confección de los porotos "musicales" del día, terminando muchas veces observando las mismas estrellas de la noche que te vieron llegar de madrugada, humilde, sonriente y silencioso, quizás con un pan bajo el brazo, para poder volver temprano a la madrugada del día siguiente, con mucha horas sin dormir y una carga inmensa en eso que llamábamos "trabajo", pero que no tenía hora de entrada ni de salida y que nos afectaba a todos por igual, porque teníamos en el corazón joven y lleno de sueños, esa fuerza que impulsa la vida de tantos hombres y mujeres en disímiles tareas y oficios, (no solamente las del cuartel), y que nos llenan de satisfacción el alma, cuando lo que hacemos con tanto espíritu para los demás, regalando los sudores gratuitamente, por ese valor que llamamos "vocación". Claro está que en medio de esa alegría de "servir", está bajo nuestra responsabilidad individual, esa familia personal que "crece", y las obligaciones económicas a veces superan el deseo, y entonces hay que obligadamente buscar nuevas fuentes de mejores ingresos. Se vive de vocación para si mismo, pero con familia, hay que buscar a pesar de nuestros opuestos deseos interiores, otros campos, y entonces de la noche a la mañana te perdiste estimado "Soldado" Veas, de nuestra mirada... Y pasaron tantos años, hasta esa preocupante mañana en ese abrazo fraterno y que en tan pocos instantes, recordamos nuestra vida de soldados, y tus funciones que nunca dejaron de tener esa especial voluntad tan propia de tu servicial voluntad y humilde personalidad. Fue un gran gusto saludarte y contarte de nuestra vida, de tus camaradas amigos y desearte la mejor de la suertes para lo que venía en la vida, sin dejar, obviamente, de retratarnos con la modernidad de una "selfie", para permanecer sonrientes en el recuerdo..... Y entonces hoy, en el inicio de este otoño de la misma vida que nos queda, abruptamente partes de esta tierra a tu misión final, y entonces nos dejas, con la misma tristeza que han experimentado en esta última época de grandes dolores, las personas que han enfrentado la partida de un ser querido; pero nos queda el recuerdo de un hombre bueno, de un noble corazón de soldado, que conoció las estrellas más que el sol, y que recorrió con su cucharón de madera y su gorro blanco de cocinero de combate, todos los escenarios del desierto inmenso de nuestro norte, para brindarnos en el fondo de cualquier quebrada en alguna fría madrugada un buen y reparador "tacho" de café para abrigar las frías entrañas o, en el "descanso del guerrero", entregarnos la ración nutritiva del "Rancho del día", para continuar la marcha en las duras largas e inolvidables jornadas, que sólo conocen "los que han estado allí", y que por desconocimiento o indiferencia, es tan fácil denostar, sobretodo cuando no se ha tenido la oportunidad de quemarse al sol la piel, ni gastado las suelas de las botas, en esas caminatas interminables del desierto y que tú conocías tan bien como nosotros. Descansa en paz José Veas. Te cantamos con voz viril nuestra gratitud y unido a nuestros camaradas "Esmeraldinos", esa canción que nunca se olvida y que llevamos en el alma en cada partida de uno de los nuestros: "YO TENÍA UN CAMARADA, OTRO IGUAL NO ENCONTRARÉ. SIEMPRE A MI LADO MARCHABA Y AL SON DEL CLARIN TOCABA, AL MISMO PASO Y COMPÁS....."
(Quiero repetir: ¡Qué bueno habernos abrazado esa mañana y expresado nuestro mutuo sentir de soldados y caballeros, y en ese abrazo expresarte la gratitud por todo lo que hiciste por todos tus hermanos soldados, y conociéndote humilde y servicial, a cuántos habrás ayudado y servido en tus humildes funciones, que te dieron una mejor opción y calidad de vida, pero que te dieron la oportunidad de apreciar los que más abundaba en tu corazón: tu alegría servicial y tu gran calidad humana.)




UN CUENTO DEL TIO

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