(Fotografía de Juan Pérez Letelier)
CRÓNICA DEL DESAFÍO CUMPLIDO
Nos embarga la sincera emoción y sentimientos de gran satisfacción, después de una larga lista de gestiones, ideas, contactos y muchas “horas hombre” trabajadas en la finalidad comprometida de rendir, durante este mes de Octubre de 2023, un sincero homenaje de recuerdo a dos camaradas “Esmeraldinos”: El uno, Suboficial Pedro Gajardo Bravo, cuyas cenizas descansan desde hace dos años (desde el 21 de septiembre de 2021), en la quebrada de “Roca Roja”, por su expreso deseo en vida de quedar allí en esos campos de instrucción militar, acto que se desarrolló en plena pandemia, junto a un selecto grupo de Suboficiales del ex Regimiento que dispusieron sus medios y voluntad para cumplir este póstumo deseo del apreciado “Negro” Gajardo.
Participaron en esa ocasión, para que quede como dato estadístico y de recuerdo, la esposa Sra. Magaly de Gajardo y su hijo Garry, encabezados por los SOMs, Joaquín Gutiérrez, José Daniel Avello, SOF. Ramón Cubillos Fuentes y SOF. Miguel Montoya Jara. En esa oportunidad le fue entregada una bandera de Chile a la señora Magaly, como signo de gratitud de la Patria.
Y en el mismo contexto, otro camarada: el joven CB2 Urbano Valderas Castro(Q.E.P.D.), que falleciera trágicamente en un sector del campo de instrucción de "Roca Roja" en un lamentable accidente, cuyos detalles se dieron a conocer en el discurso de homenaje a su memoria, y que permitió entre otras cosas renovar la destruida placa con su nombre, gracias al aporte y esfuerzos de un grupo de ex funcionaros del ex Regimiento “Esmeralda”, y que hicieron una gran gestión en beneficio de cumplir este sagrado objetivo con aportes, iniciativas y hasta contactos con la familia del occiso.
El viernes 20 de Octubre, desde la 11 de la mañana y hasta las 15 hrs., concurrimos al lugar de los hechos, gracias al apoyo de Wellington Araya, y junto a Joaquín Gutiérrez, procedimos a consolidar el lugar definitivo de los monolitos de cemento, destacando en ellos las placas nuevas de mármol, con el nombre de los afectados en los dos distintos lugares donde se honra su memoria y recuerdo.
Es así que, después de una rápida y
larga jornada, pudimos dejar todo previamente preparado para cumplir el
itinerario previsto del “Programa” establecido y concurrir el sábado 21 de
Octubre de 2023, a la ceremonia
programada para ambos camaradas
de profesión y de trabajo y que fue realizada en un marco de recogimiento,
respeto y silencio correspondientes con
la grata presencia de nuestros compañeros y camaradas soldados de siempre.
Llegamos emocionados y listos para
la concurrencia a rendir el homenaje previsto, programado para las 12:00 hrs., utilizando como punto de partida la entrada de emergencia de la Guardia del cuartel, ubicada algunos
metros hacia el sur del casino Enjoy por
la avenida Angamos, lugar desde el cual salimos en cuatro vehículos conducidos
por sus dueños, quienes tuvieron la gentileza de poner al servicio sus medios
de transporte para acercarnos a los lugares
programados y cumplir con religiosa puntualidad, recogimiento y respeto
extremo, el oportuno momento para rendir
el homenaje que habíamos previsto con
tanto tiempo.
En el primer punto, donde fueron esparcidas las cenizas del SOF. Pedro Gajardo Bravo, nos detuvimos y luego de
compartir algunos momentos en la
ambientación de nuestras miradas y
recuerdos del lugar donde tantas
veces compartimos la profesión militar, y después de
brindar la bienvenida a los asistentes para orientarles en la finalidad
del momento vivido por parte del presidente subrogante SOM. Joaquín Gutiérrez quien se refirió al
homenaje detallado a nuestro camarada, tuvimos el alto honor de expresar a
nombre de la Agrupación algunas palabras
de recuerdo y homenaje al SOF Gajardo, y
en el final de esa intervención, oír también algunos testimonios
vertidos por el compañero de curso SOF.
Juan Pérez Letelier, quien recordó sus primeros años llegados al norte
destinados a nuestra querida Unidad el Regimiento de Infantería N° 7
“Esmeralda”, lo que nos permitió conocer algunos detalles pocos conocidos de la
vida del instructor Gajardo.
Posteriormente la viuda. Sra. Magaly de Gajardo, depositó un
flor con profundo sentimiento de
recogimiento y con clara emoción y
recuerdo del camarada que ya no está
entre nosotros.
En le final de este
primer punto del itinerario de homenajes, el CB1 Rodrigo Burgos , rindió un
toque de silencio en recuerdo del camarada y luego de un momento de conversación, reflexión, reconocimiento y
gratitud a la esposa del suboficial por su concurrencia junto a su hijo
Garry, enfilamos por la quebrada
hacia el sector donde cumpliríamos este
segundo desafío.
Participaron de este homenaje:
Sra. Magaly de Gajardo y su hijo Garry como invitados
Personal:
Joaquín Gutiérrez Palomera, Raúl Carvajal Escobar, Ignacio Cayupi Ruiz, Wellington Araya Iribarren, Daniel Ibarra Vera, Domingo Quintreman Tori, Juan Pérez Letelier, José Inzunza Pérez, Luis Riveros Escalona, el amigo "Peluquero", Patricio Pérez Manríquez, Carlos Garcia Banda, Rodrigo Burgos (Corneta).
Set fotográfico
de este acto.
(Encuentro en el Cuartel y traslado. Homenaje en terreno)
HOMENAJE EN TERRENO A NUESTRO CAMARADA JUNTO A SU ESPOSA E HIJO
PALABRAS EXPRESADAS EN EL HOMENAJE
Antofagasta, 21 de Octubre de 2023
Estimados amigos y camaradas:
El 20 de
septiembre recién pasado, recordamos con
respeto y cariño, dos años en que un grupo de camaradas del Glorioso Regimiento
de Infantería N°7 "Esmeralda", encabezados por el SOM. Joaquín
Gutiérrez Palomera, SOM. Daniel Avello Villar (Q.E.P.D.) recientemente
fallecido, SOF. Miguel Montoya Jara y SOF. Ramón Cubillos Fuentes, concurrieron a este lugar a cumplir, la sagrada tarea de esparcir los restos del
Camarada SOF. PEDRO GAJARDO BRAVO, (Q.E.P.D.), en estas conocidas arenas de
"Roca Roja", actividad que
cumplieron con sagrado respeto y recogimiento en plena pandemia superando todas
las dificultades de acceso, permisos y restricciones de la “cuarentena” a que
nos sometió el COVID, invitando a
participar de este hermoso y significativo acto, a la esposa del camarada Gajardo,
la Sra. Magaly y su único hijo Gary, cumpliéndose así el expreso deseo mencionado en vida por nuestro
camarada, de que sus restos mortales, hecho cenizas, se esparcieran en ese
lugar, que para él fue de gran
significado personal, pues fue el lugar donde en tantas oportunidades, el
apreciado “Negro Gajardo”, forjó su
profesión de soldado como un gran instructor,
hecho felizmente reconocido por muchos de sus subalternos, soldados conscriptos de ayer, que se han hecho
presente en varios saludos publicados en las redes sociales y que guardamos con
respeto y cariño a la memoria de nuestro camarada, y que fue para él el lugar
donde desarrolló lo más importante de la vida que aspira todo hombre, nutriendo
su espíritu, experiencia y conocimiento en esta y otras geografías que
perfectamente conocemos, habiendo
entregado con gran espíritu de servicio y vocación a las tareas encomendadas
como profesional de las armas.
Gajardo
marcó una época que todos vivimos, de mucho sacrificio en las labores de
instrucción militar, al igual que la desarrollada por muchos de los aquí
presentes, y que conocen perfectamente. Entre cerros, quebradas, y las constantes marchas a Campaña, ejercicios, e
interminables jornadas de períodos de instrucción, fueron el escenario para el desarrollo
de muchas vidas de instructores, y es tal la gratitud y la sencillez del hombre que se entregó con vocación, como muchos de
ustedes, a su trabajo, que pidió como única “riqueza” de vida, esparcir sus
restos en este campo de instrucción, que
quizás mañana albergue otros proyectos, pero que no dejarán nunca de estar en medio de estas tan conocidas “Arenas y camanchacas”, que
canta el himno de la I División, bajo estos reconocidos soles de Capricornio y
que serán para el amigo Gajardo, su sepultura eterna como ofrenda a la tierra
que sin ser tan propia de él, con su carrera de soldado, pasó a conocer y
definitivamente a amar.
Hoy, 21 de Octubre de 2023, a dos años y casi un mes de ese hecho narrado, en el que fuera entregada la Bandera de Chile a la esposa del nuestro camarada, en este camino en que hemos programado un especial reconocimiento a otro de los nuestros caído en actos del servicio, no podíamos pasar por este lugar y no sería justo no detenerse para concretar otra aspiración de nuestra agrupación que surge del alma de sus camaradas, amigos superiores y subalternos: dejar en este recuerdo, el nombre del camarada Pedro Gajardo, grabado también en esta placa de mármol, que esperamos se perpetúe en el tiempo, y al detenernos, demostrar el cariño, respeto, reconocimiento, para que junto a su esposa e hijo acá presentes, podamos dejar el sello de la amistad pactada ante la Patria como soldados de Chile, y decirle, que aquí estamos, para recordarle y escribir en el libro de las páginas del desierto su nombre, para que aquel que alguna vez pase por estos lados pueda leer y saber que aquí descansan las cenizas, esparcidas en el viento, de tu paso por nuestra vida de soldado con gran recuerdo, estimado camarada.
En esta
oportunidad, queremos agradecer a todos
los “Esmeraldinos” que también tuvieron la generosidad de compartir esta
responsabilidad de rendir este homenaje y colaborar económicamente con todo su
espíritu y voluntad materializada hoy en este acto, en especial a Wellington Araya, que siempre
tiene la disposición y voluntad de
servir a los ideales que nos unen de camaradería y amistad, y a todos quienes hicieron posible adquirir
esta sencilla placa que lleva grabado el nombre del camarada Pedro Gajardo
Bravo, Padre de Gary presente y su esposa la Sra. Magaly que felizmente nos acompaña.
Junto con
guardar un minuto de silencio por el eterno descanso de su alma, se depositará en su recuerdo, una flor de manos de su esposa y en este silencio de oración y recuerdo recordaremos la figura del camarada Pedro
Gajardo Bravo, diciéndole que sus camaradas y amigos, han venido a cumplir esta tareas como parte de la misión prevista
en este mes de Octubre del año 2023, en recuerdo y homenaje de nuestro
querido Regimiento “Esmeralda”.
Descanse en
paz querido amigo y camarada y brille para tí la luz perpetua……
Homenaje a Urbano Valderas Castro (Q.E.P.D.)
En medio del campo de instrucción, en la llanura que se forma entre las cerros y las quebradas, concurrimos en esa segunda instancia, para compartir allí otro momento de reflexión, también anunciado por el Presidente interino de la Agrupación y nuevamente se llevó cabo la extensa lectura de recuerdo y homenaje dando a conocer los hechos históricos que ocasionaron este lamentable accidente, para posteriormente depositar, en representación de la familia ausente del Cabo Valderas la Sra. Magaly de Gajardo, una flor en el monolito de recuerdo como un respetuoso homenaje al lugar donde ofrendó la vida el Cabo Valderas.
Set
fotográfico
De esta forma ha
quedado inscrito en la bitácora de nuestras actividades, este merecido
reconocimiento y homenaje que ya es parte de nuestra historia, enmarcadas en
las buenas acciones que desarrolla la Agrupación de “Esmeraldinos” que se retiró con el alma en paz, después de
haber cumplido esa tarea de compromiso y
lealtad a nuestros soldados que ya han marchado de esta vida.
Palabras expresadas en la oportunidad…
HOMENAJE AL CB2. URBANO VALENTIN
VALDERAS CASTRO
FALLECIDO EN “ACTO DEL SERVICIO”
EL 07.OCT.1983
Estimados
“Esmeraldinos” y amigos presentes:
Familiares,
y todos quienes se encuentran hoy reunidos en este lugar: (Especial recuerdo a
su hija Mabel Valderas, con quien tomamos contacto en las redes y su tía Lorenza Valderas
Castro, hermana de nuestro amigo)
Son tantos
años de nuestra propia tradición militar que nos acompañan siempre y son esos
sonidos los que nos transportan a esos recovecos de tantos recuerdos que
compartimos y vivimos, escribiendo todos, cada cual a su manera, tantas
vivencias…
Hoy nos
entusiasma recordar en este acto de amigos, de hermanos, de soldados, el canto militar por excelencia. “…YO
TENIA UN CAMARADA, OTRO IGUAL NO ENCONTRARÉ…”
Y en esos ritmos marciales tan naturales y que
resuenan al compás del ritmo emocionado de nuestros corazones, cada cual trae a
su mente el recuerdo inolvidable de esos
años mozos, que se esparcieron como la arena de este desierto en medio del
viento de la tarde o el frío de la noche de estos páramos, por nosotros tan
conocidos y muchas veces visitado, en el cual cumplimos las tareas que nos
imponía la necesaria “Campaña”, y el entrenamiento, servicio, y el combate.
Aquí en medio de esa música de trompetas
angelicales susurradas por las quebradas y las soledades, todos alguna vez cantamos, soñamos, vivimos, quizás
lloramos en el silencio de esos tiempos en nuestro mejor territorio personal, nuestras
carpas, y allí rezamos, leímos, comimos alguna golosina extra o estuvimos
sufriendo inquietos, con los ojos
pegados a la oscuridad, por la enfermedad de algún hijo, pues no había ninguna
posibilidad de hablar ni una palabra con nuestros seres queridos, y en esas emergencias tan urgentes, muchas
veces tener que subir a un alto cerro con una radio antigua PRC 77, tratando de orientar las antenas
hacia la ciudad y comunicarse con el operador
de servicio de radio de la guardia, para que pudiera hacer un “puente” con
algún fono de un amigo del vecindario y saber del estado de salud de los seres amados
que quedaron muchas noches, muchos días, muchos meses y hasta muchos años, en
el olvido, pues los valores del trabajo se anteponían a lo que era la prioridad
de nuestra vida: Lo nuestro era trabajar sin descanso, renunciando a la familia, al hogar y a los sueños de
conjunto.
- ¡Ya habrá alguna posibilidad de tener ese tan preciado
“tiempo” , para la familia!!
Fueron épocas
distintas a las de hoy. Muy duras, difíciles,
de compromiso inevitable con el servicio, solamente había un norte: Chile, la
patria, su defensa, su cuidado y en eso, fuimos esclavos de nuestros sueños, que
debíamos conquistar día a día, para vivir esa ansiada paz del deber cumplido.
Estuvimos más
que atentos a los acontecimientos que en cualquier momento nos podrían cambiar
la historia y en eso, somos muy diferentes, con una gran brecha, porque la vida
ha cambiado a las generaciones de hoy, sin
dejar por ello de tener la misma vocación, el mismo amor a Chile, la misma
intención. Nos diferencia el que hoy vivimos más conectados, gracias a las
tecnologías y eso nos permite sentirnos más cerca de los nuestros y porque la
familia está más cercana y podemos dedicarle más tiempo como se merece.
Nuestros tiempos fueron de soledad y ausencia obligados.
En los
archivos sagrados de nuestras vidas pasadas como soldados, nos quedan los
recuerdos de haber vivido en estas soledades.
Fuimos
hermanos de los silencios, amigos de los vientos, reporteros de las tormentas,
y cubrimos nuestros cuerpos con las frías camanchacas, dirigiendo tantas veces
nuestras miradas nocturnas a las siempre brillantes y encendidas estrellas,
para buscarnos en nuestras realidades, inquietudes y descubrir en todo esto,
nuestra verdadera alma.
Hoy
recordamos esas campañas, y en forma especial aquella de Octubre de 1983, en un
período obligado de instrucción y ejercicios, de esos que se cumplían por
planes de las Directivas periódicamente durante el año, en el cual vivimos
todos, unos más cercanos u otros más lejanos, pero todos, el mismo dolor, como
lo fue ese lamentable accidente que le costó la vida al joven Cabo 2do. URBANO VALENTÍN VALDERAS CASTRO (Q.E.P.D.),
y que hace cuarenta largos años, dejara este mundo en esas circunstancias
propias del cumplimiento de su deber, y que se marchara con el mismo
silencio que lo caracterizaba en su
personalidad, puesto que era un hombre de pocas palabras, que había llegado
solo hace algún tiempo destinado al Regimiento, gozando de una “Permuta” con el
entonces Cabo 1ro. Toledo, compañero de su querida Arma de “Ingenieros”,
con la única finalidad de brindarse una mejor
oportunidad para su vida, conformar su hogar,
vivir su vocación y cumplir sus sueños, los que por la vida que hemos
llevado, sabemos que son el resultado perenne de una constante entrega,
renuncia y sacrificio.
En estos parajes desérticos, tan contrarios a
su natural hábitat de vida. Urbano Valentín, oriundo de la zona de Osorno, al sur de
Chile, cambió todo ese esquema de su
paisaje natural de verdor y de flores, por
esta desnudez y hermosura, que solo entendemos los que nacimos, o por
diferentes circunstancias nos hicimos, hijos de este norte.
No tenemos la
certeza exacta de los detalles menores de este infortunado accidente, pero
sabemos que muchos sueños se vieron truncados en el mejor momento de su vida y
juventud, por una desgracia de la cual todos los aquí presentes, vivimos en algún
momento de nuestras vidas de soldados, entendiendo que siempre hay un riesgo
calculado, pero que estuvimos siempre muy cercanos a vivir como riesgo natural
de nuestra profesión, en los llamados imprevistos
del destino del cual, casi nunca nos podemos escapar.
Fue ese
aciago 07 de Octubre, un día arduo de
trabajo.
Un par de
días antes se iniciaron los preparativos de la campaña: bolsas roperas, pertrechos, vehículos, armamento,
logística y todo lo que se prevé en
estos ejercicios. No se escatimaron esfuerzos para ser óptimos en todo, se ocupó gran tiempo de la semana, en trabajos hasta altas horas
de la madrugada, permaneciendo las columnas de vehículos preparadas para la
temprana salida a terreno.
El día
anterior, (en lo personal), divisé a Urbano Valderas, con una gran carga de
explosivos en una botella de plástico, cercano al almacén de Ingenieros del
regimiento que tenía a cargo el
recordado Alejandro Jerez. Estaba él, preparando sus pertrechos
militares, y con la delicadeza propia de quienes manejan explosivos, y cuyo
lema siempre ha sido “TU PRIMER ERROR SERÁ EL ÚLTIMO”, lo vi afanado en sus
tareas, dedicado y silencioso, pues sabía que su misión sería en el terreno
delicada e importante.
Esa mañana, en
medio de la ejecución de los ejercicios en terreno, fue de una intensiva marcha
y paso de canchas de instrucción por patrullas a cargo de sus instructores, que
iban y venían y daban lo mejor de sus
capacidades en la tarea más importante que debe ejecutar el hombre que viste el
uniforme militar: mostrar sus destrezas y capacidades producto de su
entrenamiento.
Los que
vivieron ese tiempo y fueron testigos oculares, nos han ilustrado en detalle, entre
ellos Sergio Pastén, Patricio Pérez, Nelson Méndez, Hugo Concha, y muchos otros
testimonios.
Las
patrullas eran enviadas hasta el inicio de esta cancha, y antes que ellas llegaran
al punto de partida, se activaban los protocolos para que las cargas explosionaran
y anunciaran en las distancias prudentes y calculadas con sus potentes ruidos, el
inicio del peligro y de la acción, y
pusiera en alerta a los soldados, empleando todos su sentidos en vencer
el paso de estos obstáculos que todos alguna vez debimos vivir y pasar. Y el
CB2 VALDERAS, especialista en explosivos, tenía esa misión: cargar, preparar e
impulsar las granadas, muchas de ellas hechas a mano en botellas plásticas con mechas cortadas al estilo “chaflán”, que muy sabemos los que conocemos el trabajo del
armado de mechas, estopines e
iniciadores, y entonces, al encendido previo, volaba la carga y caía con el
impacto y ruido poderoso para activar el
movimiento de las patrullas, activar la sangre, la adrenalina, la voluntad y
la viveza de nuestros soldados que “vivían la situación de combate” con
lo mejor de su voluntad y energías y siempre cercanos a una realidad ficticia
de una eventual y real acción de combate.
Entonces,
vino de pronto una patrulla que se
adelantó demasiado al tiempo
calculado y ya volaba por el aire la carga lanzada por Valderas, lo que él supo
apreciar al ver a algunos soldados que venían en la misma dirección del
explosivo, y Urbano Valderas, conocedor y profesional de lo que estaba ejecutando
pensó que debía llegar antes a la carga, desactivarla, arrancar su mecha, y lanzarla en otra dirección y así evitar
que algún accidente pudiera tocar a esos jóvenes niños que corrían ansiosos a
dar inicio a su tarea en la misma dirección de la carga explosiva señalada.
Entonces
corrió, y trató de cumplir esa misión voluntaria y arriesgada, pero la carga ya
estaba activada en el interior de la mecha
en la que corría el su reguero incandescente
de fuego de encendido, en dirección al corazón central de la pólvora y
arriesgando su integridad física en beneficio de los soldados, no pudo, no hubo nada que hacer, es el intento
del joven soldado que en alguna
oportunidad juró rendir la vida “si fuese necesario” y una corta y sonora explosión
se adelantó a todo y su inteligente
voluntad, y Urbano Valderas estuvo allí con su cuerpo, protegiendo como escudo
a quienes se desplazaban cercanamente, temeroso de no provocar algún daño mayor,
y en ese intento propio de héroe y de soldado servicial, recibió en sus
extremidades toda la potencia de la
carga en la ignición de la pólvora, con
la correspondiente energía liberada que
no respetó cuerpo ni alma, que no tuvo miramientos con la voluntad y que
dio en el blanco más certero que pudiera
ocurrir en esa mañana desgraciada: Su frágil cuerpo entrenado, el que parecía
de acero, de fierro, irrompible, de
tanta vitalidad, inerte a las fuerzas de la naturaleza o de la química, pero
tan frágil y humano, entonces fue impulsado por las energías desatadas, y
quizás en ese momento final de su vida,
llegaron en esa película que tantas veces se ha vivido en los últimos instantes de
quienes hemos experimentado alguna vez el inicio de la marcha de la vida, el recuerdo de sus
hijas Mabel y María Jaqueline, o de su esposa, de su madre y sus hermanas, y
tantos sueños que se fueron diluyendo en solo segundos por el aire de este
campo de instrucción, cayó su cuerpo mortalmente herido y su casco de acero,
única herramienta capaz de soportar el impacto, voló por los aires, y cayó estrepitosamente
a una corta distancia cercana a esa patrulla que se desplazaba en ese instante camino
a la cancha de instrucción, al mando del entonces Cabo 2do. Nelson Méndez
Castillo.
No hay otras
versiones que difieran de esta historia rescatada con el paso de los años. Es
la más veraz.
Lo que vino
después fue el dolor de la Unidad, de sus soldados, de todos los que conformaban
ese batallón de infantería, sus instructores, sus jefes, y aunque la instrucción
debe seguir su curso, todo se deshizo en
esa consecuencia trágica que nos hace solidarios, que nos permite sentir en el alma, el dolor de la caída de
unos de los nuestros.
Carreras de
uno u otro lado. Camión ambulancia bajando urgente al hospital, oraciones
clamando en silencio al cielo, nerviosas reacciones, tristeza e incomprensión
de lo vivido, pero ya estaba todo
consumado. Nada se podía hacer.
Lo que vino
después lo hemos logrado reconstruir “cuarenta
años después” gracias a los contactos que hizo Raúl Carvajal con una de las
hermanas mayores de Urbano, la Sra.
Lorenza Valderas. Y no podemos dejar de expresar que sin duda este accidente
provocó un gran dolor, una tremenda
convulsión de la familia. Sabemos hoy, sin lograr aquilatar el significado de
ello, por no tener esa sensibilidad propia de la familia, lo que significó esa obligada
ausencia, en la vida de su amada hija Mabel o de la recién nacida María
Jaqueline, de sus seis hermanas, de su
madre, y de quienes sentían por Urbano
algún lazo de amistad inquebrantable.
Hoy
quisiéramos entender ese sufrimiento que experimentan los hijos cuyos padres
quedan ausentes en sus hogares, y en ese sentimiento de padres y
abuelos, hacernos solidarios ante el
dolor de ese mismo ayer de sus pequeñas hijas, que recién comenzaban a alzarse
a la vida y que más que nunca necesitaron también de su padre.
Pero no
queremos entrar en esa fibra tan personal e íntima, lo vivido frente al dolor,
ya es historia, aunque nunca se deja de amar y recordar.
El cuerpo
de nuestro camarada fue trasladado a esos
páramos verdes de su amado Sur de Chile, Osorno y allí entonces descansa en la paz que ofrece
la esperanza cristiana en espera de lo que el Señor de la vida nos depara para
cada cual.
La vida
sigue su curso y los destinos a veces nos cambian.
Hace algún
corto tiempo, un señor que recorría
esta zona con su familia, encontró este
espacio donde se encontraba parte de la
diseminada y destruida “Placa recordatoria”
del lugar donde cayeron los restos de un soldado, la que con certeza puedo
decir que fue puesta en su oportunidad por el entonces Sargento 2do Juan Jerez Urdiles
(Q.E.P.D.) y algunos otros cabos y soldados, “hermanos” del Arma de Ingenieros,
entre ellos el recordado “Chico” Muñoz y no tenemos certeza pero pareciera que
también la esposa y una de sus hijas estuvieron en ese pequeño homenaje y aquí
quedó en este desierto el hito de
su lugar
de partida. En una columna antigua de piedra está escrito
con un metal la frase “Recuerdo de su esposa e hija”, por lo tanto
entendemos que alguna vez ellas estuvieron acá, no así su hija mayor Maribel.
En lo que
respecta a la placa existente en este lugar, el deterioro natural por el paso
inexorable de los años, los embates del tiempo, y porque nada es eterno, esa
placa estuvo acá oculta, casi solitaria, silenciosa, como único testigo del dolor de ese instante
hasta que Dn. Rodrigo Muñoz González, que resultó ser un militar activo del grado de Coronel y actual Jefe de Estado
Mayor de la I.D.E., nos envió una foto
sin ningún fin que no haya sido el llamar la atención por este desconocido o
más bien dicho casi olvidado lugar. Él,
con su familia, y principalmente su esposa, trataron de reconstruir con los restos encontrados,
como un verdadero rompecabezas, la lógica de la línea de palabras, y surgió ese nombre casi olvidado de nuestro
camarada y sin duda que esa visión e
inteligente acción, nos despertó el
interés de detener nuestras vidas de soldados en condición de retiro, para
activar las fuerzas de nuestro espíritu
y encontrarnos hoy, después de cuarenta años, en este sitio, grato por
la vida y el recuerdo que nos trae por lo que vivimos y construimos en ese
pasado hermoso y sacrificado, pero
también con sentimiento de ingrata congoja por el que aquí cayó, lo hizo en Acto del Servicio y a través de este
sentido recuerdo brindarle en justicia nuestro respeto, cariño y restitución de
su dignidad de “Mártir Esmeraldino”, al camarada amigo CB2. URBANO
VALENTIN VALDERAS CASTRO, prodigándole un
justo y merecido reconocimiento en el cual participamos llenos de emoción y
gratitud junto a este grupo selecto de
soldados voluntariosos de antaño, esos “viejos” tercios que siempre están
llenos de vocación, bríos y sentido de acudir al llamado del deber, con alma y
sonrisa de niños, y que han querido
colaborar en todo instante en este desafío que se concreta hoy, en la necesaria
búsqueda de la información, en reunión de los necesarios recursos, en ideas y
servicios de apoyo de material y de
ejecución de trabajos físicos y confección y pegado de la nueva placa, activando, llenos de emociones y alegrías este reencuentro, motivados inicialmente por
esa fotografía tan simple y generosa enviada
al grupo “Regimiento Esmeralda Séptimo de Línea”, (que reúne a ex soldados a compartir
y contar historias) y permitirnos proyectar ese esfuerzo de mantener vivas las
tradiciones, contando para la ejecución final de este encuentro con nuestra
Directiva de la Agrupación de Esmeraldinos, encabezada por el SOM. Don Joaquín Gutiérrez
Palomera, el SOM. Don Raúl Carvajal, que asumieron con gran entusiasmo e
interés esta tarea titánica que parecía imposible, y todas esas manos generosas,
dóciles y nobles como la de nuestro querido compañero de armas SUBOFICIAL Wellington Araya, siempre
generoso y colaborador, y todos ustedes, presentes y ausentes que no
solamente aportaron los medios
económicos necesarios, sino que brindaron su trabajo, sacrificio e inteligencia
para compartir hoy este gran y único momento que vivimos unidos en alma y
espíritu, junto a la familia del CB2 Valderas, distante en otro punto del país,
después de trascurridos cuarenta años casi exactos, de esta situación vivida en estos campos de
instrucción militar de la I División de Ejército.
De modo que, junto con agradecer a los presentes y a todos
quienes se han sumado a este objetivo común de reconocimiento, queremos
finalmente rendir un homenaje a
nuestro CB2 URBANO VALENTIN VALDERAS
CASTRO, y entre todos nosotros dar este último
Adiós que quedó estancado en los anales del tiempo y que tanto merecía el joven Cabo, que si bien su cuerpo está descansando en sus
verdes tierras del sur, dejó aquí su
alma, sus sueños su vida y su juventud y en eso le damos gracias por su profesionalismo
su capacidad y sabrá él y solo Dios cuales fueron las circunstancias precisas
de este lamentable accidente.
Finalmente ofrecemos este momento espiritual,
al Señor de los Ejércitos celestiales, y
a nuestra General y Patrona de Chile, la
Virgen del Carmen, para que derrame su amor y Gracias en todos los que aquí nos
reunimos hoy, con el alma de los que pudieron asistir para pedir por siempre
que la paz y el amor, perdure siempre en nuestros corazones y los valores de la
chilenidad, el respeto a nuestra historia,
la camaradería y la amistad sean siempre nuestra mejor forma de mostrar con hechos nuestros sentimientos de ser
hombres de bien y que alguna vez vestimos con gran orgullo el uniforme de
soldados de la patria.
Gracia a los que se esforzaron, a los
que creyeron, a los que soñaron, a quienes dieron inicio a esta iniciativa y
que siguieron el curso natural de la lógica: rendir un justo homenaje a un camarada
caído y pedir al Dios de la Vida recibir
el alma de Urbano y brindarle su justo y
preciado descanso y que brille
para él siempre la luz eterna.
Descanse en
paz soldado de nuestra patria.
En representación de su
familia e hijas, lejanas de esta
geografía, depositarán una flor en su monolito de recuerdo, la Sra. Magaly de
Gajardo, acompañada de nuestra
Directiva, y al mismo tiempo rendimos un homenaje póstumo, con el sentido toque de silencio del corneta
de la Banda de la Guarnición Cabo 1ro. Rodrigo Burgos, que nos ha acompañado generosamente
a este instante de recogimiento y oración.
Muchas
Gracias.
NOTA: Se dejan estos testimonios escritos y gráficos, para constancia de lo vivido este fin de semana en Antofagasta, habiendo tenido en todo momento la presencia espiritual de las hijas de Urbano, en especial Mabel, y sintiendo mucha paz en el corazón habiendo restaurado este lugar y mantener vivo el recuerdo de nuestro camarada.
OTRAS FOTOS TOMADAS POR EL SOF. JUAN PÉREZ LETELIER
ALGUNOS DOCUMENTOS Y TESTIMONIOS DE LA LARGA GESTIÓN