lunes, 23 de octubre de 2023

Desafío cumplido

    

                                                    (Fotografía de Juan Pérez Letelier)

CRÓNICA DEL DESAFÍO CUMPLIDO

     Nos embarga la sincera emoción y sentimientos de gran satisfacción, después de una larga lista de gestiones, ideas,  contactos y muchas “horas hombre” trabajadas en la finalidad comprometida de  rendir, durante este mes de Octubre de 2023,  un sincero homenaje de recuerdo a dos camaradas  “Esmeraldinos”: El uno, Suboficial Pedro Gajardo Bravo, cuyas cenizas descansan desde hace dos años (desde el 21 de septiembre de 2021), en la quebrada de “Roca Roja”, por su expreso deseo en vida de  quedar allí en esos campos de instrucción militar,  acto que se desarrolló en plena pandemia, junto a un selecto grupo de  Suboficiales del ex Regimiento que dispusieron sus medios y voluntad para cumplir este póstumo deseo del apreciado “Negro” Gajardo.

Participaron en esa ocasión, para que quede como dato  estadístico y de recuerdo,  la  esposa Sra. Magaly de Gajardo y su hijo  Garry,  encabezados por los SOMs, Joaquín Gutiérrez, José Daniel Avello, SOF. Ramón Cubillos Fuentes y SOF. Miguel Montoya Jara. En esa oportunidad le fue entregada una bandera de Chile a la señora Magaly,  como signo de gratitud de la Patria.

     Y en el mismo contexto, otro camarada: el joven CB2 Urbano Valderas Castro(Q.E.P.D.), que falleciera trágicamente en  un sector del campo de instrucción de "Roca Roja" en un lamentable accidente, cuyos detalles se dieron a conocer en el discurso  de homenaje a su memoria,  y que permitió entre otras cosas renovar la  destruida placa con su nombre, gracias al aporte y esfuerzos de un grupo de ex funcionaros del ex Regimiento  “Esmeralda”, y que hicieron una gran gestión en beneficio de cumplir este sagrado objetivo con aportes, iniciativas y hasta contactos con la familia del occiso.

    El viernes 20 de Octubre, desde la 11 de la mañana y hasta las 15 hrs.,  concurrimos al lugar de los hechos, gracias al apoyo de Wellington Araya, y junto a Joaquín Gutiérrez, procedimos a consolidar el lugar definitivo de  los  monolitos de cemento,  destacando en ellos las placas nuevas de mármol, con el nombre de  los afectados en los dos distintos lugares donde se honra su memoria y recuerdo.

            Es así que, después de una rápida y larga jornada, pudimos dejar todo previamente preparado para cumplir el itinerario previsto del “Programa” establecido y concurrir el sábado 21 de Octubre de 2023, a la ceremonia  programada para ambos  camaradas de profesión y de trabajo y que fue realizada en un marco de recogimiento, respeto y  silencio correspondientes con la grata presencia de nuestros compañeros y camaradas soldados de siempre.

 




























































































































































SABADO 21 DE OCTUBRE DE 2023

            Llegamos emocionados y listos para la concurrencia a rendir el homenaje previsto, programado para las 12:00 hrs.,  utilizando como punto de partida  la entrada de emergencia  de la Guardia del cuartel, ubicada algunos metros  hacia el sur del casino Enjoy por la avenida Angamos, lugar desde el cual salimos en cuatro vehículos conducidos por sus dueños, quienes tuvieron la gentileza de poner al servicio sus medios de transporte para acercarnos a los lugares  programados y cumplir con religiosa puntualidad, recogimiento y respeto extremo, el oportuno momento para  rendir el homenaje que   habíamos previsto con tanto tiempo.

            En el primer punto, donde fueron esparcidas las cenizas del SOF. Pedro Gajardo Bravo, nos detuvimos y   luego de  compartir algunos momentos  en la ambientación de nuestras miradas y  recuerdos  del lugar donde tantas veces compartimos la profesión militar, y   después de  brindar la bienvenida a los asistentes para orientarles en la finalidad del momento  vivido por parte del   presidente subrogante SOM.  Joaquín Gutiérrez quien se refirió al homenaje detallado a nuestro camarada, tuvimos el alto honor de expresar a nombre de la Agrupación algunas  palabras de recuerdo y homenaje al SOF Gajardo, y  en el final de esa intervención, oír también algunos testimonios vertidos por el compañero de curso  SOF. Juan Pérez Letelier, quien recordó sus primeros años llegados al norte destinados a nuestra querida Unidad el Regimiento de Infantería N° 7 “Esmeralda”, lo que nos permitió conocer algunos detalles pocos conocidos de la vida del instructor Gajardo.

            Posteriormente  la viuda. Sra. Magaly de Gajardo, depositó un flor  con profundo sentimiento de recogimiento y   con clara emoción y recuerdo  del camarada que ya no está entre nosotros.

                        En le final de este primer punto del itinerario de homenajes, el CB1 Rodrigo Burgos ,  rindió un  toque de silencio en recuerdo del camarada y  luego de un momento de  conversación, reflexión, reconocimiento y gratitud a la esposa del suboficial por su concurrencia junto a su hijo Garry,  enfilamos por la quebrada hacia  el sector donde cumpliríamos este segundo desafío.

Participaron de este homenaje:

Sra. Magaly de Gajardo y su hijo  Garry como invitados

Personal:

Joaquín Gutiérrez Palomera, Raúl Carvajal Escobar, Ignacio Cayupi Ruiz, Wellington Araya Iribarren, Daniel Ibarra Vera, Domingo Quintreman Tori, Juan Pérez Letelier,  José Inzunza Pérez,  Luis Riveros Escalona,  el amigo "Peluquero", Patricio Pérez Manríquez,  Carlos Garcia Banda, Rodrigo Burgos (Corneta).


Set fotográfico de este acto.

(Encuentro en el Cuartel y traslado. Homenaje en terreno)




















HOMENAJE EN TERRENO A NUESTRO CAMARADA JUNTO A SU ESPOSA E HIJO






























PALABRAS EXPRESADAS EN EL HOMENAJE


Antofagasta, 21 de Octubre de 2023

Estimados amigos y camaradas:

            El 20 de septiembre recién pasado,  recordamos con respeto y cariño, dos años en que un grupo de camaradas del Glorioso Regimiento de Infantería N°7 "Esmeralda", encabezados por el SOM. Joaquín Gutiérrez Palomera, SOM. Daniel Avello Villar (Q.E.P.D.) recientemente fallecido, SOF. Miguel Montoya Jara y SOF.  Ramón Cubillos Fuentes,    concurrieron a este lugar a cumplir,  la sagrada tarea de esparcir los restos del Camarada SOF. PEDRO GAJARDO BRAVO, (Q.E.P.D.), en estas conocidas arenas de "Roca Roja",  actividad que cumplieron con sagrado respeto y recogimiento en plena pandemia superando todas las dificultades de acceso, permisos y restricciones de la “cuarentena” a que nos sometió el  COVID, invitando a participar de este hermoso y significativo acto, a la esposa del camarada Gajardo, la Sra. Magaly y su único hijo Gary, cumpliéndose así el  expreso deseo mencionado en vida por nuestro camarada, de que sus restos mortales, hecho cenizas, se esparcieran en ese lugar, que para él  fue de gran significado personal, pues fue el lugar donde en tantas oportunidades, el apreciado “Negro Gajardo”,  forjó su profesión de soldado  como un gran instructor, hecho felizmente reconocido por muchos de sus subalternos,  soldados conscriptos de ayer, que se han hecho presente en varios saludos publicados en las redes sociales y que guardamos con respeto y cariño a la memoria de nuestro camarada, y que fue para él el lugar donde desarrolló lo más importante de la vida que aspira todo hombre, nutriendo su espíritu, experiencia y conocimiento en esta y otras geografías que perfectamente conocemos,  habiendo entregado con gran espíritu de servicio y vocación a las tareas encomendadas como profesional de las armas.

            Gajardo marcó una época que todos vivimos, de mucho sacrificio en las labores de instrucción militar, al igual que la desarrollada por muchos de los aquí presentes, y que conocen perfectamente. Entre cerros, quebradas, y  las constantes  marchas a Campaña, ejercicios, e interminables jornadas de períodos de instrucción, fueron el escenario para el desarrollo de muchas vidas de instructores, y es tal la gratitud  y la sencillez del hombre que  se entregó con vocación, como muchos de ustedes, a su trabajo, que pidió como única “riqueza” de vida, esparcir sus restos en este campo de instrucción,  que quizás mañana albergue otros proyectos, pero que no dejarán nunca de estar  en medio de estas  tan conocidas “Arenas y camanchacas”, que canta el himno de la I División, bajo estos reconocidos soles de Capricornio y que serán para  el amigo Gajardo, su  sepultura eterna como ofrenda a la tierra que  sin ser  tan propia de él,  con su carrera de soldado, pasó a conocer y definitivamente a amar.

             Hoy, 21 de Octubre de 2023, a dos años y casi un mes de ese hecho narrado, en el que fuera entregada la Bandera de Chile a la esposa del nuestro camarada,   en este camino  en que hemos programado un especial reconocimiento a otro de los nuestros caído en actos del servicio, no podíamos pasar por este lugar y no sería justo  no detenerse para concretar otra aspiración de nuestra agrupación que surge del alma de sus camaradas, amigos  superiores y subalternos: dejar en este recuerdo,  el nombre del camarada Pedro Gajardo, grabado también en esta placa de mármol, que  esperamos se perpetúe en el tiempo,  y  al detenernos, demostrar el cariño,  respeto, reconocimiento, para que junto a su esposa e hijo acá presentes,  podamos  dejar  el sello de la amistad pactada ante la Patria como soldados de Chile, y decirle, que aquí estamos, para  recordarle y  escribir en el libro de las páginas del desierto su nombre, para que aquel que alguna vez pase por estos lados pueda leer y saber que aquí descansan las cenizas, esparcidas en el viento, de tu paso por nuestra vida de soldado con gran recuerdo,  estimado camarada.

            En esta oportunidad, queremos agradecer  a todos los “Esmeraldinos” que también tuvieron la generosidad de compartir esta responsabilidad de rendir este homenaje y colaborar económicamente con todo su espíritu y voluntad materializada hoy en este acto,  en especial a Wellington Araya, que siempre tiene la  disposición y voluntad de servir a los ideales que nos unen de camaradería y amistad,  y a todos quienes hicieron posible adquirir esta sencilla placa que lleva grabado el nombre del camarada Pedro Gajardo Bravo, Padre de Gary presente y su esposa la Sra.  Magaly que felizmente nos acompaña.

            Junto con guardar un minuto de silencio por el eterno descanso de su alma,  se depositará en su recuerdo,  una flor de manos de su esposa y  en este silencio de oración y recuerdo  recordaremos la figura del camarada Pedro Gajardo Bravo,  diciéndole que sus  camaradas y amigos, han venido a cumplir  esta tareas como parte de la misión  prevista  en este mes de Octubre del año 2023, en recuerdo y homenaje de nuestro querido Regimiento “Esmeralda”.

            Descanse en paz querido amigo y camarada y brille para tí la luz perpetua……

              


Homenaje a Urbano Valderas Castro (Q.E.P.D.)

            En medio del campo de instrucción, en la llanura que  se forma entre las cerros y las quebradas, concurrimos en esa segunda instancia, para  compartir  allí otro momento de reflexión, también anunciado por  el  Presidente interino de la Agrupación y nuevamente se llevó  cabo la extensa lectura de recuerdo y homenaje dando a conocer los hechos históricos que ocasionaron este lamentable accidente, para posteriormente depositar, en representación de la familia ausente del Cabo Valderas  la Sra. Magaly de Gajardo, una flor en el monolito de recuerdo como un respetuoso homenaje al lugar donde ofrendó la vida el Cabo Valderas.

 

Set fotográfico































 Al final de ambos homenajes y en medio de esas  ventosas soledades de  Roca Roja, compartimos en amistad y camaradería un momento  de conversación,   ofreciendo a los presentes un pequeño refrigerio brindando por la amistad y la satisfacción  del deber cumplido.

De esta forma ha quedado inscrito en la bitácora de nuestras actividades, este merecido reconocimiento y homenaje que ya es parte de nuestra historia, enmarcadas en las buenas acciones que desarrolla la Agrupación de “Esmeraldinos” que   se retiró con el alma en paz, después de haber cumplido esa tarea de compromiso y  lealtad a nuestros soldados que ya han marchado de esta vida.

Palabras expresadas en la oportunidad…

HOMENAJE AL CB2. URBANO VALENTIN VALDERAS CASTRO

FALLECIDO EN “ACTO DEL SERVICIO”

EL 07.OCT.1983

Estimados “Esmeraldinos” y amigos presentes:

Familiares, y todos quienes se encuentran hoy reunidos en este lugar: (Especial recuerdo a su hija Mabel Valderas, con quien tomamos contacto  en las redes y su tía Lorenza Valderas Castro, hermana de nuestro amigo)

                En cada uno de nosotros  resuena hoy en nuestro interior, alguna antigua canción tradicional  de soldados, de esas que se cantaban con lo mejor de nuestras energías y  cariño en esos vistosos desfiles del cuartel junto a los agradables y siempre marciales sones acompasados de la Banda Instrumental o en estas candentes y soleadas arenas, donde solo nos acompañaban el ritmo de nuestras botas y el cansancio jadeante de nuestras gargantas, marchando en columnas o escuadras, con el pesado armamento a los hombros  o  las mochilas cargadas de sueños e ilusiones en las espaldas: …“Bajo la linterna frente a mi cuartel,  sé que tú me esperas mi dulce amada bien…”, o  nuestro recordado…”En el combate solo no estoy, tengo un camarada ya, luchamos los dos…”

            Son tantos años de nuestra propia tradición militar que nos acompañan siempre y son esos sonidos los que nos transportan a esos recovecos de tantos recuerdos que compartimos y vivimos, escribiendo todos, cada cual a su manera, tantas vivencias…

            Hoy nos entusiasma recordar en este acto de amigos, de hermanos, de soldados,  el canto militar por excelencia. “…YO TENIA UN CAMARADA, OTRO IGUAL NO ENCONTRARÉ…”

            Y  en esos ritmos marciales tan naturales y que resuenan al compás del ritmo emocionado de nuestros corazones, cada cual trae a su mente  el recuerdo inolvidable de esos años mozos, que se esparcieron como la arena de este desierto en medio del viento de la tarde o el frío de la noche de estos páramos, por nosotros tan conocidos y muchas veces visitado, en el cual cumplimos las tareas que nos imponía la necesaria “Campaña”,   y el entrenamiento, servicio, y el combate.

             Aquí en medio de esa música de trompetas angelicales susurradas por las quebradas y las soledades,  todos alguna vez cantamos, soñamos, vivimos, quizás lloramos en el silencio de esos tiempos en nuestro mejor territorio personal, nuestras carpas, y allí rezamos, leímos, comimos alguna golosina extra o estuvimos sufriendo inquietos,  con los ojos pegados a la oscuridad, por la enfermedad de algún hijo, pues no había ninguna posibilidad de hablar ni una palabra con nuestros seres queridos, y  en esas emergencias tan urgentes, muchas veces tener que subir a un alto cerro con una radio antigua  PRC 77, tratando de orientar las antenas hacia la ciudad y  comunicarse con el operador de servicio de radio de la guardia, para que pudiera hacer un “puente” con algún fono de un amigo del vecindario y  saber del estado de salud de los seres amados que quedaron muchas noches, muchos días, muchos meses y hasta muchos años, en el olvido, pues los valores del trabajo se anteponían a lo que era la prioridad de nuestra vida: Lo nuestro era trabajar sin descanso, renunciando  a la familia, al hogar y a los sueños de conjunto.

- ¡Ya habrá alguna posibilidad de tener ese tan preciado “tiempo” , para la familia!!

            Fueron épocas distintas a las de hoy.  Muy duras, difíciles, de compromiso inevitable con el servicio, solamente había un norte: Chile, la patria, su defensa, su cuidado y en eso, fuimos esclavos de nuestros sueños, que debíamos conquistar día a día, para vivir esa ansiada paz del deber cumplido.

            Estuvimos más que atentos a los acontecimientos que en cualquier momento nos podrían cambiar la historia y en eso, somos muy diferentes, con una gran brecha, porque la vida ha cambiado  a las generaciones de hoy, sin dejar por ello de tener la misma vocación, el mismo amor a Chile, la misma intención. Nos diferencia el que hoy vivimos más conectados, gracias a las tecnologías y eso nos permite sentirnos más cerca de los nuestros y porque la familia está más cercana y podemos dedicarle más tiempo como se merece. Nuestros tiempos fueron de soledad y ausencia obligados.

            En los archivos sagrados de nuestras vidas pasadas como soldados, nos quedan los recuerdos de haber vivido en estas soledades.

            Fuimos hermanos de los silencios, amigos de los vientos, reporteros de las tormentas, y cubrimos nuestros cuerpos con las frías camanchacas, dirigiendo tantas veces nuestras miradas nocturnas a las siempre brillantes y encendidas estrellas, para buscarnos en nuestras realidades, inquietudes y descubrir en todo esto, nuestra verdadera alma.

            Hoy recordamos esas campañas, y en forma especial aquella de Octubre de 1983, en un período obligado de instrucción y ejercicios, de esos que se cumplían por planes de las Directivas periódicamente durante el año, en el cual vivimos todos, unos más cercanos u otros más lejanos, pero todos, el mismo dolor, como lo fue ese lamentable accidente que le costó la vida al  joven Cabo 2do.   URBANO VALENTÍN VALDERAS CASTRO (Q.E.P.D.), y que hace cuarenta largos años, dejara este mundo en esas circunstancias propias del cumplimiento de su deber, y que se marchara con el mismo silencio  que lo caracterizaba en su personalidad, puesto que era un hombre de pocas palabras, que había llegado solo hace algún tiempo destinado al Regimiento, gozando de una “Permuta” con el entonces Cabo 1ro.  Toledo,  compañero de su querida Arma de “Ingenieros”, con la única finalidad de  brindarse una mejor oportunidad para su vida, conformar su hogar,  vivir su vocación y cumplir sus sueños, los que por la vida que hemos llevado, sabemos que son el resultado perenne de una constante entrega, renuncia y sacrificio.

             En estos parajes desérticos, tan contrarios a su natural hábitat de vida. Urbano Valentín,  oriundo de la zona de Osorno, al sur de Chile,  cambió todo ese esquema de su paisaje natural de verdor y de flores, por  esta desnudez y hermosura, que solo entendemos los que nacimos, o por diferentes circunstancias nos hicimos, hijos de este norte.

            No tenemos la certeza exacta de los detalles menores de este infortunado accidente, pero sabemos que muchos sueños se vieron truncados en el mejor momento de su vida y juventud, por una desgracia de la cual todos los aquí presentes, vivimos en algún momento de nuestras vidas de soldados, entendiendo que siempre hay un riesgo calculado, pero que estuvimos siempre muy cercanos a vivir como riesgo natural de nuestra profesión,  en los llamados imprevistos del destino del cual, casi nunca nos podemos escapar.

            Fue ese aciago 07 de Octubre,  un día arduo de trabajo.

            Un par de días antes se iniciaron los preparativos de la campaña: bolsas roperas,  pertrechos, vehículos, armamento, logística  y todo lo que se prevé en estos ejercicios. No se escatimaron esfuerzos para ser óptimos en todo,  se ocupó gran tiempo  de la semana, en trabajos hasta altas horas de la madrugada, permaneciendo las columnas de vehículos preparadas para la temprana salida a terreno.

            El día anterior, (en lo personal), divisé a Urbano Valderas, con una gran carga de explosivos en una botella de plástico, cercano al almacén de Ingenieros del regimiento que  tenía a cargo el recordado Alejandro Jerez.             Estaba él, preparando sus pertrechos militares, y con la delicadeza propia de quienes manejan explosivos, y cuyo lema siempre ha sido “TU PRIMER ERROR SERÁ EL ÚLTIMO”, lo vi afanado en sus tareas, dedicado y silencioso, pues sabía que su misión sería en el terreno delicada e importante.  

            Esa mañana, en medio de la ejecución de los ejercicios en terreno, fue de una intensiva marcha y paso de canchas de instrucción por patrullas a cargo de sus instructores, que iban y venían y  daban lo mejor de sus capacidades en la tarea más importante que debe ejecutar el hombre que viste el uniforme militar: mostrar sus destrezas y capacidades producto de su entrenamiento.

            Los que vivieron ese tiempo y fueron testigos oculares, nos han ilustrado en detalle, entre ellos Sergio Pastén, Patricio Pérez, Nelson Méndez, Hugo Concha, y muchos otros testimonios.

            Las patrullas eran enviadas hasta el inicio de esta cancha, y antes que ellas llegaran al punto de partida, se activaban los protocolos para que las cargas explosionaran y anunciaran en las distancias prudentes y calculadas con sus potentes ruidos, el inicio del peligro y de la acción, y  pusiera en alerta a los soldados, empleando todos su sentidos en vencer el paso de estos obstáculos que todos alguna vez debimos vivir y pasar. Y el CB2 VALDERAS, especialista en explosivos, tenía esa misión: cargar, preparar e impulsar las granadas, muchas de ellas hechas a mano en botellas plásticas  con mechas cortadas al estilo “chaflán”,  que muy  sabemos los que conocemos el trabajo  del  armado de mechas,  estopines e iniciadores, y entonces, al encendido previo, volaba la carga y caía con el impacto y ruido poderoso  para activar el movimiento de las patrullas, activar la sangre, la adrenalina, la  voluntad y  la viveza de nuestros soldados que “vivían la situación de combate” con lo mejor de su voluntad y energías y siempre cercanos a una realidad ficticia de una eventual y real acción de combate.

            Entonces, vino de pronto una patrulla que se  adelantó demasiado al  tiempo calculado y ya volaba por el aire la carga lanzada por Valderas, lo que él supo apreciar al ver a algunos soldados que venían en la misma dirección del explosivo, y Urbano Valderas, conocedor y profesional de lo que estaba ejecutando pensó que debía llegar antes a la carga, desactivarla, arrancar  su mecha, y lanzarla en otra dirección y así evitar que algún accidente pudiera tocar a esos jóvenes niños que corrían ansiosos a dar inicio a su tarea en la misma dirección de la carga explosiva señalada.

            Entonces corrió, y trató de cumplir esa misión voluntaria y arriesgada, pero la carga ya estaba activada  en el interior de la mecha en la que corría  el su reguero incandescente de fuego de encendido, en dirección al corazón central de la pólvora y arriesgando su integridad física en beneficio de los soldados,  no pudo, no hubo nada que hacer, es el intento del joven soldado que  en alguna oportunidad juró rendir la vida “si fuese necesario” y una corta y sonora explosión  se adelantó a todo y su inteligente voluntad, y Urbano Valderas estuvo allí con su cuerpo, protegiendo como escudo a quienes se desplazaban cercanamente, temeroso de no provocar algún daño mayor, y en ese intento propio de héroe y de soldado servicial, recibió en sus extremidades  toda la potencia de la carga en la ignición de la pólvora,  con la correspondiente  energía liberada que no respetó cuerpo ni alma, que no tuvo miramientos con la voluntad y que dio  en el blanco más certero que pudiera ocurrir en esa mañana desgraciada: Su frágil cuerpo entrenado, el que parecía de acero, de  fierro, irrompible, de tanta vitalidad, inerte a las fuerzas de la naturaleza o de la química, pero tan frágil y humano,  entonces  fue impulsado por las energías desatadas, y quizás en ese momento final de su vida,  llegaron en esa película que tantas veces  se ha vivido en los últimos instantes de quienes hemos experimentado alguna vez el inicio  de la marcha de la vida, el recuerdo de sus hijas Mabel y María Jaqueline, o de su esposa, de su madre y sus hermanas, y tantos sueños que se fueron diluyendo en solo segundos por el aire de este campo de instrucción, cayó su cuerpo mortalmente herido y su casco de acero, única herramienta capaz de soportar el impacto, voló por los aires, y cayó estrepitosamente a una corta distancia cercana a esa patrulla que se desplazaba en ese instante camino a la cancha de instrucción, al mando del entonces Cabo 2do. Nelson Méndez Castillo.

            No hay otras versiones que difieran de esta historia rescatada con el paso de los años. Es la más veraz.

            Lo que vino después fue el dolor de la Unidad, de sus soldados, de todos los que conformaban ese batallón de infantería, sus instructores, sus jefes, y aunque la instrucción debe seguir su curso, todo se deshizo en   esa consecuencia trágica que nos hace solidarios, que nos permite  sentir en el alma, el dolor de la caída de unos de los nuestros.

            Carreras de uno u otro lado. Camión ambulancia bajando urgente al hospital, oraciones clamando en silencio al cielo, nerviosas reacciones, tristeza e incomprensión de lo vivido,  pero ya estaba todo consumado. Nada se podía hacer.

            Lo que vino después lo hemos logrado  reconstruir “cuarenta años después” gracias a los contactos que hizo Raúl Carvajal con una de las hermanas mayores de Urbano,  la Sra. Lorenza Valderas. Y no podemos dejar de expresar que sin duda este accidente provocó un gran dolor,  una tremenda convulsión de la familia. Sabemos hoy, sin lograr aquilatar el significado de ello, por no tener esa sensibilidad propia de la familia, lo que significó esa obligada ausencia, en la vida de su amada hija Mabel o de la recién nacida María Jaqueline, de sus  seis hermanas, de su madre, y  de quienes sentían por Urbano algún lazo de amistad  inquebrantable.

            Hoy quisiéramos entender ese sufrimiento que experimentan los hijos  cuyos padres  quedan ausentes en sus hogares, y en ese sentimiento de padres y abuelos,  hacernos solidarios ante el dolor de ese mismo ayer de sus pequeñas hijas, que recién comenzaban a alzarse a la vida y que más que nunca necesitaron también de su padre.

            Pero no queremos entrar en esa fibra tan personal e íntima, lo vivido frente al dolor, ya es historia, aunque nunca se deja de amar y recordar.

            El cuerpo de  nuestro camarada fue trasladado a esos páramos verdes de su amado Sur de Chile, Osorno  y allí entonces descansa en la paz que ofrece la esperanza cristiana en espera de lo que el Señor de la vida nos depara para cada cual.

            La vida sigue su curso y los destinos a veces nos cambian.

            Hace algún corto tiempo, un   señor que recorría esta zona con su familia,  encontró este espacio donde  se encontraba parte de la diseminada y  destruida “Placa recordatoria” del lugar donde cayeron los restos de un soldado, la que con certeza puedo decir que fue puesta en su oportunidad por el entonces Sargento 2do Juan Jerez Urdiles (Q.E.P.D.) y algunos otros cabos y soldados, “hermanos” del Arma de Ingenieros, entre ellos el recordado “Chico” Muñoz y no tenemos certeza pero pareciera que también la esposa y una de sus hijas estuvieron en ese pequeño homenaje y aquí quedó en este desierto  el hito de su  lugar  de partida. En una columna antigua de piedra está  escrito  con un metal la frase “Recuerdo de su esposa e hija”, por lo tanto entendemos que alguna vez ellas estuvieron acá, no así su hija mayor Maribel.

            En lo que respecta a la placa existente en este lugar, el deterioro natural por el paso inexorable de los años, los embates del tiempo, y porque nada es eterno, esa placa estuvo acá oculta, casi solitaria, silenciosa,  como único testigo del dolor de ese instante hasta que Dn. Rodrigo Muñoz González, que resultó ser un militar activo  del grado de Coronel y actual Jefe de Estado Mayor de la I.D.E., nos envió una  foto sin ningún fin que no haya sido el llamar la atención por este desconocido o más bien dicho casi olvidado  lugar. Él, con su familia, y principalmente su esposa,  trataron de reconstruir con los restos encontrados, como un verdadero rompecabezas, la lógica de la línea de palabras,  y surgió ese nombre casi olvidado de nuestro camarada y sin duda que esa visión  e inteligente  acción, nos despertó el interés de detener nuestras vidas de soldados en condición de retiro, para activar las fuerzas de nuestro espíritu  y encontrarnos hoy, después de cuarenta años, en este sitio, grato por la vida y el recuerdo que nos trae por lo que vivimos y construimos en ese pasado hermoso y sacrificado,  pero también con sentimiento de ingrata congoja por el que aquí cayó, lo hizo  en Acto del Servicio y a través de este sentido recuerdo brindarle en justicia nuestro respeto, cariño y restitución de su dignidad de “Mártir Esmeraldino”, al camarada amigo CB2. URBANO VALENTIN  VALDERAS CASTRO, prodigándole un justo y merecido reconocimiento en el cual participamos llenos de emoción y gratitud junto a este grupo  selecto de soldados voluntariosos de antaño, esos “viejos” tercios que siempre están llenos de vocación, bríos y sentido de acudir al llamado del deber, con alma y sonrisa de niños, y que  han querido colaborar en todo instante en este desafío que se concreta hoy, en la necesaria búsqueda de la información, en reunión de los necesarios recursos, en ideas y servicios  de apoyo de material y de ejecución de trabajos físicos y confección y pegado de la nueva placa, activando,  llenos de emociones y alegrías  este reencuentro, motivados inicialmente por esa fotografía tan simple y generosa  enviada al grupo “Regimiento Esmeralda Séptimo de Línea”, (que reúne a ex soldados a compartir y contar historias) y permitirnos proyectar ese esfuerzo de mantener vivas las tradiciones, contando para la ejecución final de este encuentro con nuestra Directiva de la Agrupación de Esmeraldinos,   encabezada por el SOM. Don Joaquín Gutiérrez Palomera, el SOM. Don Raúl Carvajal, que asumieron con gran entusiasmo e interés esta tarea titánica que parecía imposible, y todas esas manos generosas, dóciles y nobles como la de nuestro querido compañero  de armas SUBOFICIAL Wellington Araya, siempre generoso y colaborador,   y todos ustedes, presentes y ausentes que no solamente  aportaron los medios económicos necesarios, sino que brindaron su trabajo, sacrificio e inteligencia para compartir hoy este gran y único momento que vivimos unidos en alma y espíritu, junto a la familia del CB2 Valderas, distante en otro punto del país, después de trascurridos cuarenta años casi exactos, de esta  situación vivida en estos campos de instrucción militar de la I División de Ejército.

            De modo que,  junto con agradecer a los presentes y a todos quienes se han sumado a este objetivo común de reconocimiento, queremos finalmente rendir un homenaje  a nuestro  CB2 URBANO VALENTIN VALDERAS CASTRO, y entre todos nosotros  dar este último Adiós que quedó estancado en los anales del tiempo y que tanto  merecía el joven Cabo, que  si bien su cuerpo está descansando en sus verdes tierras del sur,  dejó aquí su alma, sus sueños su vida y su juventud y en eso le damos gracias por su profesionalismo su capacidad y sabrá él y solo Dios cuales fueron las circunstancias precisas de este lamentable accidente.

             Finalmente ofrecemos este momento espiritual, al Señor de los Ejércitos celestiales,  y a nuestra General y Patrona de Chile,  la Virgen del Carmen, para que derrame su amor y Gracias en todos los que aquí nos reunimos hoy, con el alma de los que pudieron asistir para pedir por siempre que la paz y el amor, perdure siempre en nuestros corazones y los valores de la chilenidad, el respeto a nuestra historia,  la camaradería y la amistad sean siempre nuestra mejor forma de  mostrar con hechos nuestros sentimientos de ser hombres de bien y que alguna vez vestimos con gran orgullo el uniforme de soldados de la patria.

            Gracia a los que se esforzaron, a los que creyeron, a los que soñaron, a quienes dieron inicio a esta iniciativa y que siguieron el curso natural de la lógica: rendir un justo homenaje a un camarada caído y pedir al Dios de la Vida  recibir el alma de Urbano y brindarle su justo y  preciado descanso y que  brille para él siempre la luz eterna.

            Descanse en paz soldado de nuestra patria.

 
            En representación de su familia e hijas,  lejanas de esta geografía, depositarán una flor en su monolito de recuerdo, la Sra. Magaly de Gajardo,  acompañada de nuestra Directiva, y al mismo tiempo rendimos un homenaje póstumo,  con el sentido toque de silencio del corneta de la Banda de la Guarnición Cabo 1ro. Rodrigo Burgos, que nos ha acompañado generosamente a este instante de recogimiento y oración.

            Muchas Gracias.

 

 NOTA: Se dejan estos testimonios escritos y gráficos, para constancia de lo vivido este fin de semana en Antofagasta, habiendo tenido en todo momento la presencia espiritual de las hijas de Urbano, en especial Mabel,   y  sintiendo mucha paz en el corazón habiendo restaurado este lugar y mantener vivo el recuerdo de nuestro camarada.


OTRAS FOTOS TOMADAS POR  EL SOF. JUAN PÉREZ LETELIER

 EN AMBAS CEREMONIAS
















ALGUNOS DOCUMENTOS Y TESTIMONIOS DE LA LARGA GESTIÓN









 


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