viernes, 18 de agosto de 2023

Gracias al amigo pampino Rubén...

 

            La pampa, tiene esa magia que con solo recordarla, se cambia el "switch" del presente y se encienden,  con sentido brío, los momentos propios de la infancia en  distintas épocas en que nos ha tocado vivir, especialmente cuando compartes o te encuentras con esos hermanos del silencio que se criaron,  crecieron, soñaron y vivieron en ese paraíso de felicidad plena, como lo fue nuestra amada pampa salitrera, que si bien fue siempre  diáfana para la edad de la inocencia, no estuvo exenta de situaciones difíciles de entender y que pudieron marcar huellas imborrables de dolor,  que cada  cual supo valientemente superar y vencer.

            Hoy 18 de Agosto de 2023, fue un día especial. Cargado de emociones, alegrías, encuentros, sonrisas y abrazos, y florecieron mágicamente  en pocos segundos, los remolinos, la plaza, el barrio, la faena, el "pito" de la 1 y 1/4, las carreras de  trabajadores pampinos con sus "loncheros" metálicos bajando muchos, en osada carrera desde el tren en movimiento de la estación,  y en ese ambiente, sonaron en la mente de los pampinos presentes, los versos melancólicos de alguna "Estudiantina" pampina, interpretando esas canciones tan oídas  como las "Nostalgias Salitreras", creaciones  magistrales de Jorge Hiche, (también presente), o con el saxofón del Jhonny Fuentes, (y tantos músicos expertos en bronces, hijos de la pampa), que se paseó por entre las butacas con su eterna amada Anita María Morales, siempre bella, reposada, generosa, sonriente y  fiel representante de la belleza pampina, y que haciendo “migas” de amistad con  Silvia Rojas,  que no podrá jamás dejar de sentir esas tristezas marcadas en el interior de su corazón por su también amado Osciel, estuvieron allí dignas, enhiestas, sonrientes, deseosas de oír, de aplaudir, de interpretar o simplemente recordar esas jornadas que perdurarán por siempre en nosotros,  y que nos acompañarán cada día a la estación final de nuestro propio viaje terrenal,  pero en el que no perdemos la oportunidad de decir con nuestra actitud, que aún estamos presentes y vigentes, que seguimos vivos, que soñamos en estas etapas difíciles de la subsistencia entre enfermedades y  restricciones económicas, pero que pasan a ser un ¡¡nada!!,  gracias a eso recuerdos nostálgicos y llenos de vida, que nos llegan como halito de vida por medio de la palabra expresada en letras, en el talento innato  del periodista escritor, gran maestro, el inolvidable amigo ex docente de la Universidad Católica del Norte, Don  Rubén Gómez Quezada, que   entrega hoy a la comunidad, su nueva obra literaria,  con la altura propia de un hombre de bien, que sabe del sufrimiento y de la pena, pero que  escribe sin rencores, sin odios, y que tampoco puede soslayar la realidad de su propio  testimonio no exento de incertidumbres y de su propia experiencia de vida, no para despertar  sinsabores, menos para buscar venganzas inapropiadas, muy lejanas de la noble alma del pampino, sino para mostrarnos que  en su ejemplo está la fuerza, está la vida, está el ejemplo de que siempre se puede vencer, aun cuando las piedras y los obstáculos sean  enormes y muchas veces infranqueables, pero con la fe y convicción en sí  mismo, con la capacidad y ansias de  salir de los túneles que la vida a veces nos presenta, aplasta y somete, pero que en esa lúgubre oscuridad en el pequeño resplandor mineral, renace esa tenue luz de esperanzas y deseos de un nuevo comenzar. Así ha transcurrido la vida de Rubén, se sientes vivo y presente,  el eterno observador, sonriente, amable, servicial, informal pero no por ello poco decoroso, al contrario, con su jockey de "buena base", como en los tiempos del béisbol pampino, con su  siempre espigada y altanera figura, con su sabiduría pintada en canas y experiencias y  en esa sencillez que lo hace  un hombre bueno de alma,  que perdona, que abraza, que cuenta sus historias y que nos  hace reflexionar en el ser siempre mejores personas, pues no  hay afán de  división, de odio, de  resquebrajar  lo único que pudimos rescatar de nuestra juventud pampina,  como lo fue el vivir nuestros sueños  de niños, y que muchos debieron también enfrentar desde otras perspectivas,  pero que muy en el fondo, le dieron  las luces de la  eterna fuerza que el hombre mantiene en su ADN y que florece en las peores dificultades y que en  la faena de la pampa se inicia con la dura extracción de la roca del caliche, y que termina blanca y salpicada como gotas de lluvia granulada en blancos sueños que nos dieron tanta tranquilidad,  y en medio de enormes riquezas, soportáramos también las dificultades de la  siempre presente pobreza.

             Gracias Maestro  Rubén, por todo lo que ha hecho, regalado y dado, es usted admirado por su sencillez, su obra, su grandeza y su sabiduría y aprendemos de usted, de su bondad  y nos hace muy, pero  muy bien estrecharnos en ese abrazo de tantos años ausente,  en esa necesidad de piel de sentir que seguimos siendo los amigos y compañeros estudiantes de la misma Escuela y aula del ayer, los inquietos muchachos cantores del “Coro” de niños o de la juventud, los jóvenes unidos por los mismos sueños, o los adultos de la vida que también sufrimos por sus dolores, pero que mantuvimos siempre presente junto a su familia en nuestras humildes oraciones, para que ese Ser Supremo que controla la vida y la existencia le protegiera, y que alguna tarde  tendrá que recibirlo y leer en esa otra  dimensión su obra,  que no tiene nada de ficción, que es  real, sincera, vivencial, limpia y transparente como las aguas de  nuestro rio de la niñez,  y que ha sabido llevar como el pampino y hombre que es y al cual le rendimos toda nuestra admiración, cariño y respeto.

            Gracia nuevamente "Maestro Rubén",  su sufrimiento, su dolor sus sueños, son la esperanza de que todos seamos mejores,  desde la línea del perdón, de asumir cada cual su responsabilidad en lo que nos tocó vivir de distinta acera, pero en el que nunca dejamos de ser lo que  fuimos y seremos siempre: buenas personas, criadas bajo el inclemente sol pampino,  duro, difícil, abrasador, sofocante, pero que nos regaló más dulzura que odios, amor, cordura, respeto y cariño, por todo lo que fuimos, somos y seremos y en alguna de estas tardes nos llevaremos en las mochilas del recuerdo toda esa riqueza con olor a pampa, con terrones de azufre amarillo o negro carbón, y que mezclados en la magia del blanco del nitrato son la pólvora que nos enciende, y nos impulsa para hacer de la vida y del entorno un mejor lugar, donde prime siempre el  amor, el sincero y justo  perdón, que nos libera de las cadenas que nos atan a las tristezas, para transitar en la libertad que nos regala para todos el mismo Creador.

            Lo de hoy fue observarnos, mirarnos hasta tres veces para convencernos y creer que éramos los mismos del ayer, nos saludamos y nos sorprendimos pues ya no tenemos ni la barba ni el bigote oscuro, algunos se les ha caído hasta el pelo, es más el blanco canoso el que luce sus platas  entre las sienes, pero eso es  pureza, nos asemeja a los ángeles, y en esas huellas que quedan de lo que fuimos,  se conservan toda la hidalguía de una tiempo que nunca ha pasado  pues estamos llenos de esas mismas sonrisas juveniles del ayer,  en especial de quien fue el anfitrión  y  estrella de la reunión de hoy, el querido pampino Rubén a quien rendimos nuestro respetuoso homenaje y admiración y deseamos para él y su amada familia, la mejor ventura y aventura en estos caminos que  no son fáciles de recorrer, pero que van entregando todo el amor y pasión por esa vida que abunda en ese corazón pampino, que es un mundo tan personal, tan íntimo y muy propio de él y que nos entrega como su más preciado legado, para conservar en los recuerdos  lo que nunca muere, la  verdadera historia.

            ¡¡¡¡GRACIAS  MAESTRO RUBÉN!!!!



















miércoles, 9 de agosto de 2023

Invitación lanzamiento novela pampina (Rubén Gómez Quezada)


 

Amigos pampinos:

            Después de haber disfrutado de las “Crónicas Pampinas” (En busca del Tiempo perdido) de nuestro estimado amigo y coterráneo pampino, Rubén Gómez Quezada, en el que se plasmaron tantas vivencias de nuestra infancia,  y donde quedó claramente  establecidos como parte del patrimonio pampino sus bellas historias, sus anécdotas y recuerdos,  en las calurosa tardes  de  “pichangas calientes” de los barrios, o la frescura de la lluvia   copiosa y sorpresiva de esas tardes veraniegas que pensamos nunca más se repetirían en nuestras generaciones, y que  nos hablaron claramente de la vida y alma única de un oficina salitrera que por  curiosidad tenía tatuada en su vientre la huella de la  inolvidable arteria venosa de la “cañería”, que nos separaba un poco  con espíritu jocoso y divertido entre  de “los de  arriba” y “los de abajo”, en circunstancias que era solo una marca involuntaria que no empañó jamás nuestro sentido del humor y pertenencia a nuestro amado terruño, al que se suman las miles de situaciones  que vivimos  en esa bella juventud, marcada por tantas situaciones personales  que no podrán ser arrancadas de los recuerdos y el olvido y que quedaron allí silenciosas y  listas para refrescar nuestras memorias en su amena lectura y  sonrisas de gratos recuerdo de comunes experiencias que nos unen por siempre.

            Luego vino una “segunda” edición, más moderna de esas anécdotas mejoradas y un tanto  readecuadas pero que no cambiaron su esencia, y en un breve tiempo,  un  tercer “lanzamiento” de esas vivencias tan personales  que vivió Rubén junto a su amada familia,  en  su conocido y también  comentado y leído: “Desaparecidos en tiempos del Beagle”, que nos llevó a su dolorosa experiencia durante su estadía como profesional de la prensa,  en el hermano país de Argentina, en circunstancias difíciles que la historia tiene registrada, pero que además, por su calidad de chileno, lo involucraron en acciones muy injustas para su espíritu  americanista y de alto altruismo,  habiendo sufrido esos dolores, en un pueblo que le dio vida y esperanzas de vivir y que gracias a sus amistades de ese entonces, pudo vencer,  manteniéndose enhiesto en los peores momentos que puede soportar en la soledad un hombre de bien, con los recuerdos de nuestra amada pampa, con su serpentín de coloridas libélulas que cargan bellas y coloridas historias que se tejen hasta hoy en el desierto con nuestro amado, común, pequeño, sencillo, simple y  lleno de recuerdos  el hilito que refrescó nuestros paseos y  vivencias, como lo fue y es el Rio Loa,  y que aun  en los años sigue su curso  sereno e independiente por la cuenca del mágico desierto y que fue para nuestro amigo esa  agua vital para mantenerse de pie en medio de sus dolores y descalificaciones, en un tiempo difícil para él   que supo con estoicismo y valentía, y al calor de sus grandes amistades, vencer  y  volver a comenzar como tantas veces de su vida.

            Y entonces hoy,  después de esa generosa entrega a través de su palabra sencilla y coloquial y con  el único afán de perpetuar las memorias pampinas, recibimos hoy,  con una inmensa  alegría, una nueva invitación extendida  a todos los pampinos y a los amantes de la literatura de nuestro norte, para nuevamente disfrutar de esas historias,  leyendas y quizás una nueva y hermosa novela pampina, a la cual aún no hemos tenido el gusto de digerir, masticar y  apreciar, pues  está en el proceso del horneado final, en el tostado principal de sus harinas, en la acción del fermento que hará de esta nueva y “crujiente” marraqueta con olor a pulpería, de esta obra que lanzará a la vida pública entregando también su pluma a quienes le seguimos con respeto y admiración y que esperamos nos traiga esa verdadera, única y real historia de la pampa, no la fantasía barata hecha literatura comercial y hasta chabacana, sino la realidad  de la pureza de un hombre que sabe lo que es sentirse pampino y que logra unirse cada día  a la tierra que lo vio nacer, que respiró y sintió en sus pulmones, al igual que todos nosotros, todo ese aire  salitroso y contaminado que alguna vez se llevó la vida de nuestros padres que en medio de una vida agitada y de tanta aventura Rubén nos regala, porque es el único y mejor regalo de pampinos verdaderos recibir de boca y  lápiz de uno  de los “nuestros”, al  que no le contaron las “andanzas del pampino” en  el desierto, pues él las vivió todas en carne propia  como caminante eterno y sudoroso de las polvorientas calles, de las faenas, de los “rajos” o en las alegrías de esas grandes  veladas deportivas, donde estuvo presente con su espigada voluntad de hombre de letras, atesorando sus experiencias las que hoy tendremos la suerte de revivir, recordar y tratar de comprender, en esta nueva forma que nos llegará  a través de esta obra literaria  que trae sorpresas, alegrías y emociones, a la cual ha titulado  “LAS ESTACIONES DEL DESTIERRO”, Relatos pampinos entre rieles , alturas y tolares lejanos”,  la que se llevará a efecto el próximo viernes 18 de Agosto de 2023, a las 12:00 hrs. en la Biblioteca Regional de Antofagasta (Auditórium) y a lo cual estamos TODOS invitados por ser una actividad abierta para todo público y en que no pueden estar ausentes nuestros coterráneos pampinos para demostrarle el cariño afecto y gratitud al hombre sencillo de letras y  voluntad que nos ha deleitado con sus creaciones que son parte también de nuestras vidas.

.           En esta calidez y  cariño de pampinos,  quisiera permitirme la licencia de invitarles, a esta nueva obra literaria de nuestro amigo Rubén Gómez Quezada y desearle a través de estas líneas todas nuestras mejores energías,  cariño y deseos que llegue a todos nuestro amado público pampino,   para participar una vez más del encuentro con las raíces, las emociones y los recuerdos de lo que fue, es y será siempre nuestra vida, ligada a la pampa salitrera.

            Nuestros mejores deseos de éxito Rubén.




 

 

UN CUENTO DEL TIO

6 de enero 2022 Estimados amigos y vecinos de Antofagasta: Hoy, bajando por la Avenida Arturo Pérez Canto, al llegar al semáforo   con A...