Señora Pelusita:
¡Que bueno
que hallamos recordado en estas redes nuestros mejores años de la vida junto a
su esposo y hermosa familia!
¡Què
hermoso haber compartido todas sus emociones familiares, con esos pequeños que
son sus hijos y que conocimos tan niños y que hoy les llenan de orgullo como
familia, y ese orgullo siempre reflejado en sus publicaciones, comentarios y
tantas alegrías hermosas, y en especial
el mejor regalo que pudieron hacer por ustedes: sus nietos.
Gracias al
Señor de la Eternidad, porque usted y su esposo son, fueron y serán siempre
unas personas que pasaron “haciendo el bien”, generosas, bondadosas y que
renunciaron muchas veces a tantas situaciones propias por el bien de los demás.
Gracias por que en cada foto del ayer que
compartimos, siempre había una opinión suya favorable a los recuerdos, y quizás
eso nos sirviera a todos nosotros como aliciente de vida en las propias
dificultades que a veces uno prefiere callar para no preocupar.
No supe
que estaba enfermita, no me enteré oportunamente, por eso que hoy, recibiendo
esa infausta noticia, se me nubla la vista de solo pensar que no la veremos más
físicamente, pero con la certeza espiritual que estará en nuestros recuerdos
siempre, porque supimos de su amor, de su simpatía, de sus mejores años, de su
belleza, sin duda incomparable, pero sobretodo de esa belleza del alma, que
habla de tantas cosas heredadas de sus padres, como son los valores y los
inolvidables recuerdos.
No sé cómo
expresarle nuestros sentimientos. De verdad estamos impactados, pero su dulce
sonrisa, que vislumbramos entre las nubes de la inquietud y el dolor, nos dan paz y tranquilidad, porque sabemos que
está en un mejor lugar, y solo quiero decirle que la recordaremos siempre, con
ese cariño propio de personas que fueron compañeros de la ruta de la vida y que
tuvo usted una hermosa familia junto a su siempre distinguido esposo y amigo,
el tan recordado “Gringo” Grunert ,
(según èl: “de sangre “irlandesa”, por su carácter), y que nos enseñara
nuestras primeras cuecas y tonadas en el
querido conjunto “Flor de Chile”, que
fundaran juntos en nuestro querido “Esmeralda”, y nos llenara el espíritu de amor a lo nuestro, con
esa estampa de huaso elegante (y “huasa” distinguida), pero con alma de
campesinos bonachones, humildes, buenas
personas y amante de nuestras
tradiciones. No olvidaremos nunca su
optimismo, energía, alegrías y sencillez, que serán finalmente los más hermosos
recuerdos que evocaremos de una mujer
noble, valiente y llena de virtudes y que tuvimos el gusto y honor de conocer.
Descanse
en paz Pelusita.
Ya a no
habrá dolor para usted, sólo esperanzas y alegrías y una nueva vida, esa prometida
por Jesús en su Evangelio, y allí alguna vez nos reuniremos a cantar junto a su
esposo una cueca o tonadas, para recodar
la vida tan hermosa que nos tocó vivir y que seguirá con su dolorosa
ausencia, pero que mitigaremos al agitar
nuestros pañuelos y cantos al cielo, donde
usted vibrarà como nosotros con ese inmenso amor a lo nuestro.
Un abrazo en la distancia.
(El cielo hoy,
es un mejor lugar, con su alegre presencia.)
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