Y te
despiertas en la mañana mirando al cielo e instintivamente das gracias a Dios
por el nuevo día, sin embargo es también un día menos, y entonces se vienen a
la memoria los seres amados que ayer o antes de ayer partieron de este mundo, y
sientes con el nuevo sol, una nueva cercanía a lo inevitable, pero te llenas de
temores, de preocupaciones, porque no sabes cuando será “el día ni la hora” y
descuidaste las “lámparas encendidas”.
Es cuestión de fe, de esperanza, de creer que lo vivido es suficiente, pero
siempre te quedan tantas cosas en el escritorio de los “pendientes”; Es cosa de
creer que cumpliste tu vida y tus tareas, pero queda tanto por hacer que si tú
no lo haces nadie completará “tu” obra.
Dicen que todas tus preocupaciones y problemas
que en el día a día te agobian, con tu partida, quedan olvidados porque se van contigo; ni
siquiera son problemas que heredarán los
“otros”, te los llevarás y no podrás dejar esos encargos a otros, y nadie se desvivirá por “tus” preocupaciones.
Por lo tanto no es bueno vivir preocupados de tantos sinsabores o de las
múltiples tareas…. El dinero se va como el agua, las injusticias sociales son
el pan de la existencia, los que más tienen, más roban y más desean y pareciera
que “disfrutan” de las bondades materiales de la vida; el que menos tiene, más se
le quita, y ya sabemos el còmo debemos
ganar el pan con el sudor de la frente y caer cansados y sudorosos cada término
de jornada, queriendo buscar en tantas
cosas esa resbaladiza felicidad.; la vida resulta injusta y no será nunca
mejorada mientras los egoísmos personales y los afanes e ideales estén en el alma de los que siempre
hacen usufructo de los bienes comunes. Ya nada es realidad, todo es difuso e
ilusión, y los que pueden hacer un mejor mundo no lo hacen, los que pueden
plantar àrboles, prefieren talar los existentes; ya no somos dueños ni del aire
y la libertad del hombre està siendo
controlada y oprimida por los de “allá” o los de “acà”, da lo mismo, pero nadie piensa en verdad que los “otros”
sean felices. El mandamiento del amor, se limita a tus círculos más cercanos. Te
unes con aquellos que te pueden ser útiles para tus fines o ideas, el amar al prójimo, pareciera ser lo mismo, a
conveniencia y ni hablar del no robar y el no matar, eso ya es mandamiento casi
olvidado y los que deben vivir el Evangelio sólo lo recitan, pero no lo practican y no les
alimenta el alma.
Estamos en una caída libre desde el espacio,
sin seda de paracaídas, solos en medio de la nada, bajamos a velocidades vertiginosas a la gravedad certera, y pronto
nos golpearemos en los duros océanos y desiertos, pues todo lo que nos rodea se
pudre en la más burda indiferencia al
dolor, a la injusticia. Hoy comienza un nuevo día, y así la vida se deshoja con cada amanecer.
Busquemos
agradecer al Dios de la vida por la propia
vida. Tratemos de sonreír, de cantar, de alabar y de mostrarnos agradecidos por
lo poco o nada que tenemos, o por esa abundancia que podría ser compartida,
y eso nos dará fuerza espiritual y nos
sentiremos valientes e incólumes en el duro batallar del nuevo día. Quizás hoy
sea el último aliento, la última tarde,
la última noche, y es bueno vivir el día como si fuera el último, para vivir definitivamente sin preocupaciones,
y solamente pensar que más temprano que
tarde, nos tocará emprender el vuelo, y dejaremos todo aquello que nos pareció
tan importante, eso que nos puso en los escalones más altos de las gradas del
poder y el tener.
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