viernes, 27 de enero de 2023
Fotografía con historia
viernes, 20 de enero de 2023
Maestros Pampinos
Un gran matrimonio de Maestros
Pampinos
Para quienes
deseen saber un poco de la historia de un distinguido matrimonio de maestros de
nuestra querida y recordada Escuela Consolidada, Don Enrique Maldonado
Rückoldt (así como suena, de origen
alemán), y que fue también su Director,
casado con la Sra. Perla Diaz, otra maestra distinguida y de excelencia,
de cuyo matrimonio nacieron Enrique, (Kiko), Ximenita, Mónica, (mi querida
compañera de enseñanza básica), y ese
pequeño, de cabellos colorines como el padre,
que fue un regalo de crianza final, y a quien conocimos cuando recién
comenzaba a balbucear algunas palabras, el recordado Marcelo.
Nuestro
querido profesor, Don Enrique, por muchos años, y después de dejar la docencia
en María Elena y ejercerla también como la pasión de su vida en Antofagasta, dedicaba
sus tiempos a la pasión de su vida, el deporte en todas sus gamas. Era un activo
y destacado cultor en muchas disciplinas deportivas, alcanzando siempre niveles
de alto rendimiento en las pruebas atléticas en la ciudad, defendiendo su
categoría "Seniors" en toda oportunidad.
Era un
asiduo y reconocido nadador del Balneario Municipal, invierno o verano daba lo
mismo, allí estaba su figura nadando entre el oleaje de las frías o tibias
aguas de la estación, y tenía notables records de rendimiento físico en las pruebas de
atletismo de largo aliento. Nunca dejó de obtener galardones deportivos
importantes, de hecho participaba todos
los años, en el mes de Febrero, en la conocida, esforzada y muy disputada prueba
llamada "Carrera de Ascensión al Cerro el Ancla" organizado por el Comité
Patriótico de la Población Oriente, y que reunía los mejores deportistas institucionales y
particulares de todo Chile, movilizando
gran cantidad de participantes y largas premiaciones con el apoyo del ejército
y las autoridades deportivas, todo ello
para dar un realce importante al
aniversario de la ciudad.
En todos los
eventos habidos y por haber, siempre estaba Dn. Enrique presente, sorteando las
pruebas de ciclismo, atletismo y tantas otras. Era incansable, jovial y
enérgico el querido profesor al cual nunca dejamos de aplaudir, apreciar y
admirarle por toda su vitalidad y entereza en muchas de estas actividades a las
cuales alguna vez fui de espectador.
Nadie
destacó nunca el valor deportivo de nuestro querido profesor, que tuvo el alto
honor de coronarse “Campeón Sudamericano” en el “Salto de
Garrocha” en su categoría Seniors, lo cual no ha quedado mucho en los registros
históricos del deporte nacional, pero que alguna vez lo mantuvo como noticia de
primera plana en algún periódico local.
En esa
fotografía que tengo el honor de compartir, y que guardo con mucho respeto y
cariño en mi álbum personal, tuve el gusto alguna vez de saludar e
intercambiar un breve instante de conversa, en medio de sus elongaciones y ejercicios de precalentamiento
físico con el Maestro antes de iniciar esa prueba de alta resistencia como lo
es la conocida “Ascensión al Ancla”, y en esa misma oportunidad pedirle el
permiso correspondiente, (nunca dejó de ser para mí, la “autoridad” de mi
escuela,) y entonces con su venia,
retratarlo.
No era muy
amigo de hacerse protagonista de ningún evento deportivo, pues con solo
participar y estar allí, “donde las papas queman” se ponía a prueba a si mismo
y con solo participar, se sentía desde ya triunfador y más que satisfecho. Era
una forma generosa de humildad que siempre conservó y trató de mantener en todos
sus desafíos deportivos, pues era así el maestro, quería y podía y se esforzaba
por dar y darse por entero a lo que le parecía bueno y sano para su propia
vida.
El recuerdo
del dilecto profesor y su esposa Perla y su hermosa familia, son parte de
nuestras historias pampinas que nunca se cuentan, y siempre es justo traer sus
recuerdos a nuestras mentes, para que rescatemos de ellos su valor, sus
enseñanzas, sus ejemplos y mantengamos
siempre vivos en nuestras memorias su justo recuerdo.
Conversando
con mi amiga de infancia y compañera de colegio Mónica Maldonado Díaz, sobre
las desventuras que significa perder a su padre, me decía que “él fue un maestro de vocación, de esos
que daban todo por cumplir sus tareas y
obligaciones educativas”, y además
agregaba: “Curiosamente, una tarde
de un 16 de Octubre,” (quizás recordando esas tremendas jornadas
educativas y de tanta actividad como lo eran la “Semana del Niño”, en ese día
16, consagrado en esa semana como “El Día del Maestro”, en el que
saludábamos a todos nuestros profesores), “Decidiera sumisamente acatar la voluntad del Divino Maestro y partir en el silencio”,
con los saludos y vítores de esos cientos de niños de distintas generaciones y
épocas que coreaban en su mente y sus
recuerdos su nombre de “Maestro”, y que le dieron consuelo y emoción en el preciso instante del
inicio de su viaje a la eternidad, camino al “recreo celestial”, y sentir profunda paz
en medio de esos bullicios y algarabías que
le regalaron sus memorias como ofrenda final, cientos o miles de niños pampinas
o de la ciudad, que conocieron sus bondades.
Poco tiempo
después, sumida en las nostalgias de la ausencias obligadas que se anidan en el
alma de las personas y que las hacen caminar y vivir de los recuerdos, especialmente
en esos silencios prolongados de esas noches de insomnio e incertidumbre, en
que muchas veces fueron, en otras circunstancias de masiva actividad educativa,
de análisis y corrección de pruebas,
planificaciones, programas, largas jornadas de estudios, (y en esos tiempos sin
tecnología como hoy), y preocupaciones por sus alumnos, en esas noches de dolor
ausente y enfermedad presente entonces
también le tocó el momento de partir a nuestra
hermosa y tierna maestra Perla Diaz, gran esposa, madre y amiga de sus hijos,
que era todo dulzura, delicadeza y una profesora ejemplar de nuestra pampa.
La vida me
regaló la oportunidad de conocerlos y el placer de divisarles muchas veces,
llenos de entusiasmo por la vida, en los años que vivieron cercanos al barrio de
la Avenida Argentina, aledaño al antiguo hospital regional, en la ciudad de
Antofagasta.
Quiso la
Divina Providencia que pudiera, gracias a la confianza y cariño de la familia
Maldonado, participar en sus exequias, y estar allí, en medio de muchos
pampinos y familias despidiendo sus sagrados restos un inolvidable y también
triste 11 de febrero de 2015.
Se reunieron
finalmente Enrique y Perla, en esa Escuela celestial que reúne las almas de
todos aquellos lindos Maestros que alguna mañana nos invitaron a cantar
emocionados y comprometidos con los valores de la educación, esos versos que no
se olvidan y cuyas notas son también nuestro mejor regalo de las enseñanzas
recibida:
“Vibre ya la canción que proclama,
de la Escuela Supremo Ideal,
elevemos el himno que llama,
al progreso al amor y a la paz.”
Jimena Maldonado
Carlitos. parto con darte infinitas gracias por el resumen
hermoso de tus palabras de lo que fueron mis padres, especialmente mi padre.
Las historias de su espíritu inquieto que no pasó desapercibido de ninguna
manera, me llena de emoción, participó en el Coro Magisterio también,
ajedrecista destacado en María Elena, amante de poner frases célebres
diariamente en una pequeña amasandería que tuvieron en Antofagasta durante
mucho tiempo,. hizo una carta a la Municipalidad para que otorgaran permiso a
entrar a la piscina Olímpica y asistía diariamente, también tenía la llave del
Estadio e iba a correr. etc.
Morales Paz Marcela
El Sr. Maldonado. Así lo llamábamos con mis hermanas ya que
fue el Director de la Escuela D-59 donde trabajan mis padres Pedro Morales Vera
y Norma Pizarro. También fueron amigos y tengo lindos recuerdos de amistad con
el, Sra Perla y algunos de sus hijos. Reuniones en nuestras casas, idas a la
playa, viaje a Iquique en fin, muchos recuerdos. Lindo homenaje. Mis padres lo
apreciaban mucho. Mi mamá hasta la fecha lo recuerda con mucho cariño. Gran
Director y mejor persona !! 👏
Marcelo Antonio Maldonado Diaz
Morales Paz Marcela tus papas fueron unos excelentes amigos
de mi padre lo acompañaron hasta el último, ahora con Pedrito estarán brillando
en el cielo. Mi eterna gratitud con tus papitos
Uberlinda Del Rosario Ahumada Robledo
Emotivo homenaje para quienes fueron excelentes personajes
pampinos
Mónica Maldonado Díaz
Que generoso eres Carlitos. Gracias!
Osvaldo Enrique Rodriguez Pastenes
Gran maestro fue director y mi profesor jefe en 7mo y 8vo
basico en la ex escuela 32 hoy D59 de la Pob Prat B aun guardo lindos recuerdos
de su enseñanza.
Veronica Brookes
Qué hermoso y expresivo homenaje a nuestro legendario ex director
de la Escuela Consolidada, don Enrique, y a la tierna y cariñosa Sra Perla.
Tengo lindos recuerdos de ambos, y de su linda familia.
Muchos cariños a sus orgullosos hijos Kiko, Ximena, M… Ver
más
Fernando Rojo
Gran director y profesor junto a su señora esposa doña Perla
Carlos Garcia Banda
Autor
Monica Mónica Maldonado Díaz, Jimena Maldonado, Enrique
Maldonado Diaz con mucho respeto a la familia de nuestros profesores.
Danton Villarroel
Mira Marcelo Antonio Maldonado Diaz
Lile Vielma B.
Tengo muchos recuerdos de ellos la Sra Perla fue mi
profesora y el como director del colegio
Maritza Georgina Aguilera Barraza
Excelente REPORTE SOBRE NUESTROS MAESTROS Y QUERIDOS
PROFESORES PAMPINOS...AMBOS FUERON PROFESORES MIOS
Gustavo Rivera
Muy buen profesor y director de la Consolidada de María
Elena.
Marcelo Antonio Maldonado Diaz
Que hermosas palabras hacia mis queridos padres y hermanos (la
emoción me embarga las lágrimas en mis ojos no me dejan seguir)
Cristina Gomez Matus
Los conocí, la Sra Perla fue mi profesora hasta cuarto
básico. Él era el director en ese tiempo
Carlos Barraza Martinez
Excelente narración!
Patricia Rojas Balcarce
Sra perla fue mi profesora
Adriana Castillo
Que lindo recuerdo
Magdalena Guardia
Hermoso recuerdo gracias por compartir
Gonzalo Nicolas Pinto Lampidis
Que lindo relato Carlitos, un gran abrazo para sus hijos...
Tatiana Aurora
Rubi Vasquez Pozo
👏👏👏
De mi MURO
Olga Pizarro Plaza
Que Bello Carlitos lo que escribes Dios te bendiga. Y sí me
traes recuerdos y la Sra.Perla fue mi primera profesora la que me enseñó a leer
y a escribir en primero, segundo y tercero básico 1957, 1958 y 1959. Besitos al
cielo para ellos.
Juan Pichi Lopehandia
Tremendos profesores la Sra.fue mi profe hasta cuarto básico
siempre la recuerdo con mucho cariño ,una anécdota que siempre la cuento con
una psicología tremenda llego a nuestro en cuarto un gran amigo Pedro Godoy
Carvajal conocido como pituta el verdadero llegó al curso por que ningún profe
lo quería obvio era travieso el loco la Sra. Perla cuando llegó le dijo hijo yo
lo recibí porque nadie de mis colegas lo quiere así que yo acepte traerlo pero
tiene que portarse bien y de ahora en adelante Ud. me ayudará y lo nombró jefe
de disciplina del curso pituta tubo un cambio fuerte y cuando nos hacíamos
desorden en la sala pituta se paraba y solo nos decía en el patio o la salida
te agarró un abrazo para estos grandes profesores donde estén
Carlos Garcia Banda
Que buena anécdota y tremenda decisión de la profesora. Yo
conocí al "Pituta" Godoy, en esos tiempos y tenía fama de desordenado
y bueno para los "combos" jajaja Gran valor el de la Sra. Perla. Con
el "Pituta", y varios otros, como Aranda, Contreras, Fres, fuimos
Scouts y viajamos hasta Concepción en un "Encuentro Internacional de
Patrullas", y él era como el líder, pero ya se portaba siempre bien...Muy
risueño y alegre, pero igual "bueno" pa los combos jajajaj.. Gracias
por tu aporte, que nos ayuda a recordar.
Carolina Ines Pizarro Pereira
Recuerdo cuando con Mónica nos encontramos en el Liceo de
Niñas (fuimos compañeras de curso) le comenté a mi papá de ella porque el vivió
muchos años en María Elena y fue presidente del Consejo local de deportes en
esa localidad, lo cual me respondió m… Ver más
Mónica Maldonado Díaz
Linda Carolina , siempre te recuerdo y estás presente
tenemos algo que nos unirá siempre.
Cariños 😘
Luis Vera Alucema
Hermosísimo texto de homenaje y reconocimiento a dos
insignes Maestros. Muchas Gracias Carlos.
Respetuosamente me inclino en genuflexión y oración de
gratitud, muy especialmente a Dn Enrique, Sra. Perla y a cada uno de nuestros
profesores que abrieron un sendero de luz para nosotros, sus queridos alumnos.
martes, 10 de enero de 2023
Promoción 1998 - 1999
La vida de los soldados comienza siempre a partir de la experiencia dura, pero de grandes valores, como lo es el Servicio Militar.
¡¡Una vez soldado, siempre soldado!!
Las mejores muestras de amistad, de
respeto, de camaradería, de cariño, se viven en esos momentos que en que “la
unión hace la fuerza”, y venciendo lo imposible, se unen nuestros espíritus en torno a nosotros
mismos, y no hubo ni habrá noche solitaria o de abandono bajo las estrellas, o bajo el inclemente sol
de la pampa y el desierto, en que un soldado haya estado o se hubiera sentido abandonado,
triste y solo.
Siempre estuvo el camarada más próximo de la escuadra, el grupo más
selecto de la sección, el gran equipo de
combate de la Compañía, el Batallón y finalmente el Regimiento, que es la Unidad
que lo cobijó bajo un mando y que
le dio ese sentimiento de compromiso y amor a Chile, y que le inculcó los valores de esa entrega generosa que solo se vive una
vez, y que con los años se transforma en
la filosofía personal de vida que nos lleva por los distintos caminos con el
optimismo, confianza, sonrisa y la fuerza
para vencer los desafíos y obstáculos, en los distintos campos de la vida,
y es tal esa unión nacida en esa experiencia dura pero
maravillosa, que los años no pueden pasar en vano ni permitirse el lujo del
olvido, y es que en esas circunstancias,
la amistad florece siempre eterna, como algo mágico y ya nunca pasarás por el lado de un individuo que haya estado contigo en el servicio militar, aunque haya sido de otra
Compañía, para saludarlo con fraterno y sincero espíritu de amistad, y desearle
siempre lo mejor, sin envidias, sin cuestionamientos, sin rencores, solo amistad,
de la buena, de la más pura, de esa que surge en medio de algún dolor o
incomprensión, en alguna tristeza, o a veces también, por no saber enfrentarla
esa llamada soledad, pero también en la
alegría de compartir y vivir juntos tan magnifica experiencia.
Ese sentimiento de amistad, nunca ha
cambiado, no cambia ni cambiará, aún en las peores situaciones.
Son muchas las agrupaciones de
soldados, (no digo “ex soldados” por que se es soldado para siempre), en que
ese sentido de solidaridad y amistad, permite muchos grupos de jóvenes de ayer, hoy quizás
adultos, a reunirse con sano espíritu de
camaradería, en torno a los recuerdos que afloran cuando existe esa feliz oportunidad
de compartir y rememorar esta experiencia,
y que se dan un tiempo para detener sus propios caminos, saliendo de sus tareas
diarias, de sus particulares formas de supervivencia individual junto a sus familias,
para detenerse un instante, compartir, brindar, cantar y recordar con alegría y
valentía los obstáculos que tuvieron que vencer y las formas con las que
debieron vivir, y que hoy les regalan esa posibilidad de disfrutar la vida en
esta dimensión de mayor apego a lo fundamental del hombre, la familia, el amor,
la amistad.
El compañerismo
nunca muere, se está con el soldado amigo, el camarada caído, en el dolor, en
la alegría y en la enfermedad.
Hace pocos días conversando con mi
amigo y soldado del Glorioso “Esmeralda”, radicado en Ovalle, Manuel
Rivera Araya, me contaba de
la Agrupación de Soldados que se
reúnen todo el tiempo y que pertenecen a
la “Promoción 88 - 89”.
Aparte de los recuerdos positivos y
agradables de tanto tiempo compartido, me comunicó la tristeza de la partida de
un camarada soldado, que se ha marchado
a la legión de los invencibles junto al
mayor comandante de la vida: Dios.
En estas palabras simples, como es
nuestra vida de soldados, queremos entonces junto con Manuel Rivera, que
ha tenido la oportunidad de compartir más tiempo con nuestros soldados, rendir
un homenaje al Soldado PEDRO
ANACONA VILCHE, que nos dejó durante el mes de Diciembre de 2022, y que era sin duda un alegre y servicial
hombre que compartió tantas emociones y
alegrías en esas gratas reuniones a que acostumbran a desarrollar los soldados
de Ovalle y alrededores y que también ha
contagiado a los que han debido marcharse a otras ciudades en la incesante búsqueda del mundo del trabajo y la
materialización de sus propios proyectos de vida.
Nos decía Manuel, que Pedro era el tercer
hijo de los siete hermanos que conformaban su núcleo familiar.
Nació el 13 de abril de 1969, y
tuvo la dicha de hacer su servicio
militar en el Glorioso “Esmeralda” en el
año 1988-1989, durante el mando del
coronel Jorge Romero Campos, siendo en esa época Comandante de la Compañía de Plana Mayor el
Capitán Enrique Collante y el Comandante de la sección el Capitán Fernando
Morales.
Recuerdan
con cariño entre tantos otros nombres, a Juanito Mendizábal Córdova, entonces
CB2 y Comandante de la Escuadra, que es la unidad básica de combate en la
orgánica militar y muchas actividades y anécdotas vividas en sus tiempos de
cuartel.
Ya en la madurez de sus años, Anacona se
casó y tuvo dos hijos, y en la actualidad tenía también dos nietas y un nieto, todos habitantes de la
hermosa ciudad de Ovalle, en la población “Fray Jorge”, un hermoso entorno de ese bello lugar que es como un vergel en medio de esas hermosas
tierras que nos regalan frutos generosos
y donde se forman personas nobles y
comprometidas con el trabajo como lo son
sus habitantes.
Su entusiasmo y lazos de amistad, lo llevó siempre a compartir con
sus pares, amigos de toda la vida, surgida en esa experiencia del Servicio
Militar, apoyando con su espíritu de
servicio a la “Promoción” y sirviendo como Tesorero en ese grupo
organizado en que Manuel Rivera es el
Secretario y el muy estimado soldado, Rubén
Toro que lidera este grupo, como su Presidente.
Esta agrupación nació el 23 de
noviembre de 2019 y su primera reunión
de camaradería se realizó el 14 de
diciembre del 2019.
Una promoción, sin duda como muchas que
pasan por la Unidad, y que mantienen sus lazos y estrechan sus espíritus en torno
a sus mejores recuerdos.
Esta promoción fueron 115 soldados, unidos aun en el tiempo.
Hoy nos deja, para reunirse con otros
“hermanos soldados” que han partido: Patricio Villalobos (Q.E.P.D.), Guillermo Morgado
(Q.E.P.D.) y el querido amigo y camarada
Pedro Anacona Vilchis, (Q.E.P.D.), a quien recordaremos siempre con cariño y por quien
hemos escrito estas palabras de gratitud, puesto que en su amada ciudad de
Ovalle, era un ciudadano muy querido y será siempre recordado por sus
amistades, su familia, sus hijos y nietos,
su familia, y por todos los camaradas de la “Inolvidable Promoción”.
Gracias a Manuel Rivera, por mantener
vivo el espíritu del Soldado de Infantería que jamás termina, al contrario, nos
acompaña a todos, hasta esa última morada.
Deseamos en nuestra calidad de amigos y
camaradas, que siempre mantengan ese espíritu
de cariño y solidaridad entre
todos ustedes, y que nuestro camarada Pedro Anacona Vilche, descanse
siempre en paz, con la satisfacción de
haber cumplido su sagrado deber para con la Patria en el histórico y “Glorioso”
Regimiento de Infantería N° 7 “Esmeralda”, el “SÉPTIMO DE LÍNEA”.
“Yo tenía un camarada, otro igual no encontraré, siempre a mi lado marchaba y a ¡¡Fuego!! el clarín tocaba, al mismo paso y compás….”
SUS AMIGOS DE LA PROMOCIÓN
lunes, 9 de enero de 2023
El "John Kennedy"
Foto colección Sr. Misael Tapia.
El “JOHN
KENEDDY”
(Carlos Garcia Banda)
Hay
tantos personajes famosos de nuestra pampa salitrera y que fueron nuestros
héroes de la niñez; quizás en mis recuerdos haya muchos otros nombres grabados
con sus historia simples y sencillas, como lo era todo en la pampa, pero esta
pequeña historia, puede que algunos la hayan vivido o la hayan experimentado y
que duerma en sus recuerdos. Como no tengo “memoria” de elefante, puede que la
podamos reconstruir entre todos, puesto que para mí hay algunos fragmentos olvidados,
pero no así la esencia heroica de este alumno de la Escuela Consolidada, uno de
los hijos menores del matrimonio Cancino,
que vivían por allí por nuestra calle Luis Acevedo, más apegaditos a la
estación y que tenía un hermano mayor, que era como el más serio de ”los Cancino”.
Esa
familia era muy piadosa y ambos padres, se dedicaba en esas pocas horas del
descanso y del hogar, con gran dedicación y entrega, a las actividades de la Parroquia
“San Rafael” con un gran impulso y compromiso adquirido voluntariamente, y que
unían sus espíritus, bondad y generoso servicio, tal cual lo hacían otros grupos
numerosos de familias como lo fueron los Nef, los Calderón, los Yupanqui, los Salinas, los Rojas con la Sra. Isolina a la cabeza, los Valencia, Alfonso
Espinoza, los Pizarro con Dn. Enrique y la Sra. Olga, los Ramos, los Rodríguez,
los Valdés,y tantos hombres y mujeres que nos dieron ejemplos de sus vidas al
servicio de la Evangelización, comprometidos en tareas de catequistas, guías de
matrimonios, Cursillistas, JOC, (Juventud Obrera Católica), y que lo dieron
todo desinteresadamente para la gran obra del Señor.
Por mi
edad de aquellos años, veía ocasionalmente al “John Kennedy” “subir” desde el fondo de la calle Acevedo,
muy cercano la Estación, con su invariable
e impecable camisa blanca y su pelo colorín y una hermosa sonrisa alba, tenía
un gran parecido, hasta en la forma de su cabeza y corte de cabello y peinado
al entonces Presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, y tengo la
memoria clarísima de ese joven, caminando rápidamente hacia
la plaza, pues era muy
entusiasta para caminar y no sé si habrá
pertenecido a la Academia de Gimnasia
Cuadro Blanco por sus características físicas y
atléticas, pero que lo hacían todo
un personaje importante a nuestra mirada
de niños en mi barrio; vivía cercano a
los “Miño”, que también eran una familia muy ligada a la iglesia, y en
esa misma acera, los Vargas, cuyos padres eran de misa diaria y servicio permanente a la Parroquia.
Recuerdo
un importante acto desarrollado frente a la Escuela Consolidada, tiene que haber sido un homenaje a algún héroe
de algún acto de la efeméride nacional, o me atrevería a decir, que era toda una celebración exclusiva
por la Independencia Nacional, pues se realizó en el monolito dedicado a la Independencia de Chile
y no en el tradicional Busto a OHiggins,
que daba
a la avenida principal de la plaza.
La Banda
Instrumental bajo la siempre disciplinada “batuta” del querido Maestro Don Florencio Guardia, después de los saludos protocolares del
locutor de la ceremonia al cuerpo de profesores y autoridades presente, iniciaba
con sus inconfundibles sones marciales, el Himno Nacional, el que era siempre
bien coreado y con gran entusiasmo por nosotros, los estudiantes, y entonces
había un par de alumnos que se habían preparado convenientemente, con guantes
blancos, y su mejor tenida de escuela,
para lo que era sin duda la más importante acción del acto patriótico cultural
de celebración: El Izamiento de nuestro bello
emblema nacional.
Los protocolos
de estos actos, eran muy estrictos para nosotros los estudiantes; siempre fuimos bien educados y guiados en el
respeto a nuestros símbolos patrios, en especial el reconocimiento a nuestros
valores de la historia, y el inmenso amor a Chile, representado por la sagrada
e insigne bandera tricolor y a ella, de verdad, le rendíamos un hermoso culto de respeto por lo que representa, y cuando cantábamos el himno patrio, era la
efervescencia sanguínea de grandes emociones las que sellaba todos los rincones
de esos cursos que formados en ordenadas filas, con sus profesores encabezando
las pequeñas columnas de los cursos, queríamos gritar a todo pulmón, con nuestro canto de voces blancas, que
sentíamos en lo profundo del corazón, ese gran orgullo y amor a nuestra
patria, representada a través de la
tricolor bandera.
Mirábamos
con gran orgullo lo que acontecía en la tribuna frente a nuestros ojos, dando
inicio al acto desde el inicio del himno, observando el alto mástil enhiesto
frente a la escuela y ubicado en un
monolito en la vereda superior de la plaza, donde se desplazaría la bandera
ceremoniosa y flameante por la driza,
que guiaban esas manos enguantadas
de los alumnos seleccionados, con tanta delicadeza y finura, que aquel era un
momento casi religioso, que hacía hervir el alma de patriotismo y
recuerdos de la historia.
Sonaba
entonces en el aire, los sones marciales y las voces cantaban: “Puro
Chile, es tu cielo azulado, Puras brisas te cruzan también y tu campo de flores
es bordado, es la copia feliz del edén….”
¡Qué
maravillosa experiencia de unirnos todos en esa muestra de amor tan patriótico,
tan nuestro, tan orgullosos, y mientras las
gargantas respiraban profundas bocanadas de aire salitroso para alcanzar
las notas y expulsar ese aire con la melodía patriótica, seguía subiendo la bandera impulsada por la
driza paralela al mástil, arrullada también con alguna leve brisa tan necesaria
en medio de tan caluroso día. Calor, temperatura alta, alguna corriente de aire
leve, y el roce de la cuerda en la roldana superior, seguía su lenta marcha de
llevar la bandera a hasta su cima: “Dulce Patria, recibe los votos, con que Chile
en tus aras juró. Que o la tumba serás de los libres, o el asilo contra la
opresión… y justo en el “bis”
de: ¡O la tumba!, vino entonces la desgracia, de esa mañana, casi mediodía, que nos dejó perplejos, sin aliento, mientras
la Banda Instrumental seguía con su
notas interpretando nuestro amado himno patrio, y las voces opacadas por el
“susto”, seguían la interpretación.
Sencillamente
la driza se cortó, y entonces esa bandera que subía orgullosa hacia la máxima altura del mástil,
como un ave con el ala herida, y
titubeante, comenzó a caer, a desplazarse en caída libre lentamente, acompañada
del leve viento, que quería acunarla y soportarla, y llevarla en “andas” para no hacerla caer y revolcarse
en los jardines de ese sector de la plaza y
fue entonces una caída lenta, eterna, silenciosa, expectante, diría: “sin palabras”, como cuando viene un paracaidista desde el
cielo con su cúpula inflada, y la bandera se movía como esos volantines heridos
de septiembre, o esas “cambuchas” pampinas
vacilantes, y en su caída, se movía en sus intentos de equilibrio, y se
desplazaba lentamente como una gigante pluma de tres colores, con su tamaño
mágico y la cuerda fláccida y ya inerte, se doblaba como esas
derretidas vigas metálicas que se
someten a altas y mortales temperaturas,
de algún fuego.
¡Dios Mio! Dijeron
los cientos de miradas en silencio.
¡Se cae la bandera! ¡Se cortó la driza°!
Y
entonces, surgió de esa muchedumbre infantil de cientos de estudiantes, con su
característica camisa blanca, pulcra como su dentadura siempre alba, el pequeño o gran niño pampino: El “John Kennedy” y corrió presuroso traspasando las barreras de
estudiantes y cordones policiales, con
ese ímpetu de los héroes de nuestra historia patria que dieron su vida en los campos de batalla,
y sobrepasando todos los obstáculos, rápido como un rayo, y en el segundo final
en que la gravedad habría consumado su obra
evitando el tumulto de niños y maestros, y aún oyendo los cantos del: ¡Oh
el asilo contra la opresión”, tomó truinfante, antes de que cayera al
suelo, ese trapo santo, que sostuvo con sus manos y no solo evitó que la bandera cayera humillada al suelo polvoriento, despojada de sus honores junto a los músicos del
Maestro que soplaban con mayor potencia sus instrumentos, sino que el “John
Keneddy”, se envolvió la bandera con respeto en su cuello, tomó la driza cortada,
y jamás en mi vida supusimos ni de sueño lo que haría: Comenzó a subirse
por el mástil enhiesto, recién pintado,
y subía y subía con una destreza de puma, con la bandera como gran bufanda afirmada
en su cuello y la soga de la driza
entre sus manos. Y apretaba sus piernas fuertes al fierro del mástil, y sus
manos heroicas y poderosas, sólo subían
y subían y alcanzaban cada vez más altura, y el himno no cesaba, continuaba y
los instrumentos de viento y los compases de la Banda, ya no miraban las partituras, estaban clavados sus ojos en
la valiente maniobra, casi o muy heroica del pequeño o grande “John Kennedy” y
comenzaron todos los presentes de nuevo a entonar el himno nacional: ¡Puro
Chile es tu cielo azulado…”, para darle más tiempo. ¡Todos unidos,
todos los “pampinos” haciendo fuerza y apoyo espiritual, todos impregnados de
un espíritu heroico que rasgaba el aire
con esas notas del himno patrio, porque el John Keneddy en medio de la batahola
y la emoción contenida, seguía en su personal esfuerzo, en su gran
intento, lo amamos en ese instante como héroe, todos queríamos ser “él”, todos
queríamos estar allí subiendo el mástil, adoramos ese momento cuando
en ese último impulso, llegó a la cima, llegó a la cúspide, llegó al
“cenit” tan cercano al cielo, y allí con
la sencillez y calma, arregló la cuerda,
pasó la cortada soga por el orificio de la roldana, la ató, y entonces desplegó
en esa altura inmensa, el gallardo tricolor que en ese minuto ondeó con una brisa
fresca que surgió de la nada y con las notas del himno aún latiendo por
los aires, hasta los pimientos se doblaron
satisfechos, cuando el John bajó, con su alba sonrisa y con esa
sencillez y virtud heroica de pampino al sentir muy en el fondo de su alma esa
satisfacción interior que sienten las personas que hacen el bien y con su
hermosa sonrisa volvió por el sendero que había sorteado, se ocultó de las
autoridades, de la gente, y terminó cantando como todos el final de nuestro himno: “¡O el asilo contra la opresión”.
Nadie
pudo aplaudirlo, nadie pudo agradecerle,
había que seguir la ceremonia, y nunca nadie dejó de cantar por un
instante en todo ese larguísimo y casi eterno tiempo en que nuestro pequeño o grande John
Kennedy salvó la bandera, de caer en
manos del polvo del olvido, subiéndose como
puma poderoso o enrabiado, sin dejar de sonreír, por ese mástil que está
allí aun, que se mantiene silencioso y
que fue esa mañana testigo del mejor ejemplo de heroísmo de un simple joven estudiante
de nuestra escuela.
……………………………………………………………………………………………………………………..
Ya no
supe nunca más del “John Keneddy” que veía “subir” desde el fondo de la calle Acevedo,
muy cercano la Estación, con su
invariable e impecable camisa blanca y su pelo colorín y una hermosa sonrisa
alba, y que tenía un gran parecido, hasta en la forma de su cabeza y corte de
cabello y peinado al entonces Presidente de Estados Unidos, John Fitzgerald
Kennedy.
Cada vez
que pasaba por la calle Luis Acevedo, subiendo desde la estación hacia la plaza,
mi mamá nos decía muy orgullosa y sonriente : ¡¡Ese es el John Kennedy el
que salvó de la humillación y la derrota
de la caída de nuestra amada y tricolor bandera!!
UN CUENTO DEL TIO
6 de enero 2022 Estimados amigos y vecinos de Antofagasta: Hoy, bajando por la Avenida Arturo Pérez Canto, al llegar al semáforo con A...
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¡¡TRANQUILO ESMERALDINO!! Con el silencio tan característico de su propia personalidad, reposado, tranquilo, silencioso, ...
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Este hermoso himno, creación de Don Jaime Guerra Yáñez, fue interpretado por el querido y recordado “Coro Mixto del Salitre” de Soquimich...