(Juan Robledo
Reyes)
(Nota:
En la última reunión de “Carrunchos” del recién pasado mes de Abril en el “Club
de Yates”, donde contamos con la grata presencia de Arturo Basadre y gran cantidad de personas
que quisieron recordar esos tiempos de estudiantes, Don Juanito Robledo quiso
leer esta extensa crónica de su autoría,
la que tituló : “A la memoria de mi Escuela de Minas y Universidad Técnica del
Estado”.
Por temas de orden técnico que conocemos los asistentes al
evento, Don Juan dio inicio a la lectura de su legado; sin embargo no pudo
continuar, por lo que generosamente me
entregó a mi su borrador, escrito con todo su corazón y voluntad, y al cual me
he permitido solamente cambiar el tenor
del mismo a “tercera persona”, para que sea un documento futuro de importancia para
la vida de quienes tuvieron la gran
posibilidad de estudiar en ese querido establecimiento educacional que hoy es la Universidad de Antofagasta y
cuyos orígenes conocemos perfectamente, por lo que no ahondaremos en detalles.
El escrito de Juan Robledo,
(cambiado a tercera persona por el suscrito)
es el siguiente:)
“Llegó a la Escuela de Minas de
Antofagasta en 1962, egresado de una Escuela Pública Primaria, la N° 4 “Huanchaca
“ de Antofagasta, en medio del fragor deportivo de ese tiempo, en que se vivía
como país ser “Sede” del mundial de fútbol” de ese año.
Su curso fue el 1ro “D” del “Grado
de Oficios”. Ya en 2do. Año recién existía la posibilidad de
elegir la especialidad técnica,
profesión u oficio de interés personal, se debía entonces aprobar los
ramos correspondientes y cumplir en
forma rotativa, la exigencia de los “Talleres”, los cuales en ese tiempo se
ubicaban en la calle Coquimbo. Entre ellos Ajustaje, Gasfitería, Forja, Carpintería.
En otro lugar, el “Palacete de
Angamos”, se encontraba el famoso “Taller
de Fundición”, en los cuales contábamos con profesores muy característicos, a
los cuales cariñosamente les teníamos
sus propios apodos, sin faltarles el respeto.
Después de cumplir los dos primeros
años, se debía elegir el “oficio”, ante lo cual, y para orientación mayor, lo llevaron a conversar en ese entonces con
el Inspector General, Sr. Rubén Bustos, el cual – (según propia expresión de Robledo)-
le “emborrachó la perdiz” y lo inscribieron
en la especialidad de Electricidad, aunque su gusto estaba por la especialidad
de “Mecánica”.
Cuando buscó en el listado de aceptados a esa especialidad, no encontró
su nombre, pero sí lo estaba en “Electricidad”.
El Inspector General le dijo astutamente y con cierta confidencia: “Los mejores
alumnos, van a Electricidad”, así que sin mayor queja le dio la razón, sin
desmerecer esa buena opción.
Las clases de Castellano, Inglés,
Matemáticas, Ciencia Sociales, Historia, Dibujo Técnico, Tecnología de Materiales
y el “Oficio”, se desarrollaban en el “Monumento” de la calle Angamos, el que
para otros era el “Palacete”. Con el tiempo, se hicieron cambios y los talleres
de la calle Coquimbo fueron trasladados a
la calle Angamos. Eran verdaderos laboratorios, y junto con ese acto
moderno de traslado en ese entonces, se perdió también la historia de la calle
Coquimbo, aunque allí permaneció la famosa “Carpintería”, la que con los años fue también vendida a una
clínica.
Nunca se olvida, y recuerda con nostalgia,
que todos los 24 de Abril, aniversario de la Escuela de Minas, les llevaban a
un día de recreación con desayuno de empanas y un vaso de una especial chocolatada
y una manzana, siguiendo toda una programación
de recreación que bajaba de intensidad a
la hora del almuerzo, en el que se servía un abundante plato de “Porotos”, con
un trozo de carne asada, una manzana de postre y mucho jugo. Todo era al “aire
libre”. El lugar, “La Chimba”, cada profesor tenia a cargo un grupo de alumnos, y como inspector tenían al recordado “Pejerrey”
González, hijo del entonces Director Dn. Humberto González Echegoyen.
Al día siguiente se programaba una gran “Pichanga”
de fútbol en las afueras la sede “Angamos”,
con lo cual se cerraba el paso a la locomoción y todos los vehículos estacionados fuera del edificio, que impedían
el libre desarrollo del partido, eran alzados a pulso por grupos de alumnos dejándolos
estacionados en el patio o en las escaleras del edificio. En cierta oportunidad
le tocó ese traslado obligado a la Citroneta del entonces profesor de Dibujo Técnico Sr. Jorge Salgado, el famoso “Salgari”, que
escribiera una interesante travesía en yate por la corriente de Humboldt, muy
comentado en esa época.
Todo se desarrollaba en lazos de gran amistad;
Ya en la tarde, tipo 19 hrs., se preparaba la “Gran Fogata”, la que reunía
muchos valores artísticos de los
nacientes grupos de artistas, entre los cuales recuerda a los hermanos Márquez
que formaban recién los Illapu con uno de los destacados alumnos de esa época como
“Zampoñista”; el grupo de “Los Mineros”,
grandes intérpretes del género melódico del “Bolero” y así muchos otros.
Incluso surgieron grandes cómicos que llegaron a actuar en Viña del Mar, y también
en el género folklórico, específicamente el Conjunto Folkórico, recuerda de ese
tiempo a un gran alumno iniciador de esa cultura tradicional Don Juan Carlos Arqueros,
y al destacado alumno Jorge Hiche y su conjunto “Los Pampa”, que nacieron para
esas especiales oportunidades de las recordadas ”Fogatas” de aniversario. Por
sana tradición y con el recato propio de
la época, no faltaba alguna cantante bohemia o en casos especiales alguna dama “estriptisera”
de los abundantes locales de la ciudad, que colaboraban al ambiente festivalero
estudiantil, cerrando esos inolvidables
encuentros en torno a la fogata de aniversario.
En su primer año en el Grado de
Oficios, el Sr. Luis Rojo Molina junto
al Sr. Opazo, le inscribieron en la selección de fútbol de la E.M.A. en la serie “Primera Infantil”. Luego con los
años en la “Juvenil” y en la serie “Adultos”, lo cual fue su equipo y que le
unió a grandes compañeros hasta su egreso de la Universidad Técnica,
participando en varios eventos. Fue seleccionado de fútbol de Antofagasta.
Los aniversarios dela Universidad eran de grandes eventos: kermeses, Peñas Foklóricas,
Carros Alegóricos en las inolvidables “Fiestas de la Primavera”, y grandes desafíos
como lo fueron los Clásicos Universitarios: “El Marciano Martín”, “Pinocho y su
mundo de fantasía”. Trabajó junto a sus compañeros en el montaje de esos Clásicos
Universitarios que venían desde Santiago a cargo de importantes Empresas de producción,
trabajando en temas de iluminación del
Estadio Regional, sus pasillos, los baños y construyeron esas famosas “Torres”
de madera.
Muchas actividades de tipo
estudiantil desarrolaron lso alujmnos de la U.T.E.: Adornar e iluminar los carros alegóricos para la Reina de las “Fiestas
de la Primavera”.
La gran competencia que se
desarrollaba en esos tiempos siempre tenían
a un gran protagonista: la comunidad “China” residente, que creaba hermosos carros alegóricos de gran
connotación local.
Muchas anécdotas deportivas en especial en los tradicionales Campeonatos
deportivos y de básquetbol del conocido certamen: Campeonato Universitario Militar, que se jugaban en el recién inaugurado Estadio Sokol de la
ciudad, habiendo participado antes de esa inauguración, en el estadio Green Cross.
Recuerda también esos años de lucha
social, defendiendo los temas presupuestarios de la Universidad, acompañado
de huelgas, tomas del edificio, y ese necesario
viaje o “Gran Marcha a Santiago”, una inmensa odisea en que caminaron un poco
a pie o en camiones, haciendo turnos de descanso sobre camionetas y vehículos
y poco a poco se fueron acercando a la
Capital. Pasaron por distintos pueblos. Las personas les recibían con aplausos
y poco a poco se iban plegando más adeptos a la lucha social por el presupuesto,
La marcha se vio notoriamente aumentada en Taltal y Chañaral, donde la gente les
regalaba bebidas y comida. En Caldera recuerda una sacrificada señora de un
local, que les regalaba sándwich de pescado y al pasar por Copiapó les
esperaban otros alumnos que se
manifestaban en pro de la petición en la plaza de la ciudad, alojando en algunos colegios y seguían
movilizados, escoltados en varios tramos por Carabineros, alcanzando a mucha
gente de los pueblos cercanos quienes les recibían con generosidad, llegando a la Serena.
En las afueras de esa ciudad había un
puente, allí les esperaba un grupo de Carabineros encargados del Orden y controlados por las autoridades de ese tiempo.
Fue una primera “escaramuza” con la autoridad. Los “Serenenses” se unieron a su
marcha y llegaron al centro de la ciudad de La Serena, reuniéndose en la
Universidad Técnica de esa ciudad, con
prohibición absoluta de salir del lugar, con algunas excepciones. Los que tenían
familia, debían dejar dirección y se les autorizaba. En esa oportunidad a Juan
Robledo se le sumó un amigo, Robinson González , con quien fueron a visitar a
una tía, quienes le dieron albergue y comida- Al día siguiente debieron volver
a la “Marcha”, aunque Carbineros tenia rodeada la Universidad, no pudieron
acercarse y tomando la actitud general de no agredir, solamente “arrodillarse”
frente a la violencia, recuerda que llegó un oficial de grado de Mayor con su
sable en mano amenazándoles, sin mayores
consecuencias y ya, posteriormente, lograron salir de la ciudad en
marcha hacia Los Vilos donde les esperaba un grupo de Dirigentes estudiantiles
del sur, recibiendo la orientaciones que se reunirían en La Moneda en Santiago junto
a los estudiantes de la U.T.E. de Santiago, llegando también a ese encuentro
las Universidades de Talca, Temuco,
Concepción, Valdivia y Punta Arenas. Fue
una gran Marcha y algunos no conocían Santiago. Se alojaron en la Escuela de
Artes y Oficios de la Avenida Ecuador y
temprano al día siguiente, salieron a manifestarse coincidiendo con un homenaje
al Presidente de entonces Don Eduardo Frei Montalba por su cumpleaños. Lamentablemente allí hubo encuentros directos con golpes y dura
violencia de la autoridad. Recuerda sus rodillas maltrechas y golpeadas donde
fue arrastrado sobre los adoquines fuera de la Catedral, y un compañero de curso
le socorrió, el cual lo llevó a su domicilio
cercano a la Quinta Normal
Fueron grandes jornadas, más gratos
que ingratos recuerdos, pero se logró el objetivo. Presupuesto para la Universidad.
Para integrarse a las actividades de
la “Fiesta de la Primavera” debían hacer
alianza y unirse con la Escuela Técnica Femenina. Muchos de sus compañeros formaron
familia y se casaron en esas aventuras románticas
que surgieron de ese encuentro “primaveral”.
Cuando se robaron el León de la Plaza
Colón en esas fiestas inolvidables de aniversario, tuvieron la misión de limpiar
el león con ácido y se les “pasó la mano”,
quedando más que brillante, de un fuerte
color “verde”.
Había un “Pavo” real
en la Plaza, y fue robado. Le enviaron
las plumas del pavo y unos huesos de ave al Alcalde como parte de las tradicionales
bromas “mechonas” de ese entonces, y al final el Alcalde pagó la recompensa. Lo
mismo ocurría con las placas de los colegios
y la campana del Liceo de Niñas.
En alguna oportunidad, en medio de las actividades deportivas un compañero
en pleno partido en el estadio Sokol, gritó
a la autoridiad:
- ¡¡Paco, acá te tengo un lado en la
fila del Sokol !!
Y por supuesto que la autoridad hizo
uso de sus atribuciones legales y fue llevado preso por “Ofensas a la autoridad”.
Todo eso era la efervescencia propia
de la juventud de esa época.
Más adelante ya en el grado de Técnicos
se dedicaron estudiar y asumir.
En el año 1969 hubo reformas en la educación del U.T.E.
Estaba establecido que el egreso de
los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado era el de “Técnicos” y si
quería continuar ingeniería debía ir a
Santiago.
Con esa reforma se cambió y los
egresados del grado de Oficios eran los Técnicos y los egresados de la U.T.E. serían los Ingenieros de Ejecución. En su caso
personal, debió hacer un curso y presentar “Memoria” para obtener su titulo de Ingeniero de Ejecución Eléctrico
el año 1975.
Extraña Robledo en su recuerdos “su”
Escuela de Minas y UTE, las enseñanzas de los talleres.
Con pocos recursos lograron lo que grandes
empresas necesitaban , la mano de obra y el ingenio del “Carruncho”, que es
incomparable, según su propia apreciación, con los actuales establecimientos industriales
y Universidades, recordando que gente sencilla, venida de distintas partes del país,
en especial de la pampa salitrera y varios extranjeros, todos tuvieron la oportunidad
de estudiar gratis en esa inolvidable Universidad Técnica del Estado.
Juan Robledo Reyes
(Alias: “El Mono” Robledo)
Ingeniero de
Ejecución Eléctrico