lunes, 30 de noviembre de 2020

A mi instructor Guillermo Caballero Astudillo

 Antofagasta, 29 de noviembre de 2020  

Mi apreciado, recordado e inolvidable instructor: Si hay alguien a quien recuerdo siempre, como un hombre íntegro, servicial y de inigualable vocación de soldado, es a usted mi querido amigo, GUILLERMO CABALLERO ASTUDILLO, quien fue mi mejor ejemplo de disciplina y entrega y el prototipo del soldado  ejemplar, ése que muchos quisimos imitar en nuestros tiempos de carrera militar,   no siendo posible  igualarlo, dado sus grandes virtudes militares, ejemplo, voluntad, sabiduría y  liderazgo.  De usted aprendí, ( y no temo decir que muchos “aprendimos”, )  tantas cosas, y creo que también traté de seguir sus pasos, pues siempre fue mi gran modelo de militar y por quien guardo muchos gratos recuerdos  y de verdad no tengo ningún mal recuerdo, de un hombre soldado  que haya sido injusto, o innecesariamente violento o abusivo con su poder de mando, todo lo contrario, casi sentimiento paternal  a sus pequeños reclutas, casi hijos,  quienes nos aferramos siempre a su  justicia , compromiso y valor de equidad y valentía.    Tengo grabado en mi mente, y me parece verlo hoy como si fuera ayer,  sintiendo en la noche del cuartel,  esas frías y brillantes baldosas rojas en nuestras sentaderas en las jornadas de instrucción post retreta, de nuestra “Compañía de Morteros”, aprendiendo sus inolvidables himnos y canciones militares, y aunque sea mi corazón “Esmeraldino”, el himno que se quedó muy profundo enraizado en mi alma, y cuyas letras rezan: “Paso al regimiento hijo de la Gloria, paso al Chacabuco que avanza a la lid”….,  ese Glorioso Himno que aun al entonarlo  u oírlo en mis viejos y ya inútiles “cassettes” militares, arranca de mis añoranzas y recuerdos, esas lágrimas de hombre viejo, imaginando su afinada y acompasada enseñanza,  trayendo toda esas jornadas de ensueños e ilusión, con ese sentimiento de “reclutas”  nerviosos o soñadores, ignorantes de lo que era el Ejército, y  deseosos de servir a Chile, como una forma de entregar nuestra juventud  en un sagrado y justo sentimiento del deber, desconociendo que en esa paredes de ese y muchos cuarteles, había un universo de hombres generosos, profesionales, entregados al sacrificio de ser soldados llamados  por ese sentido natural de vocación,  en un llamado del alma y que en nuestro mundo civil nunca imaginamos que hubieran hombres,  casi religiosos, que servían a su bandera sin interés, y con todas las dificultades familiares, económicas y otras tantas “hierbas” que perfectamente hoy conocemos al detalle,  pero que la historia no ha querido rescatar ni fomentar ese amor  a Chile de sus soldados,  por tanta mezquindad humana, y sobre todo para  la paz futura de nuestras conciencias.  En esta extensiva misiva, no sólo he querido recordar esos momentos tan importantes de mi vida de reclutas, pero creo que  es necesario alguna vez, dar y darse el tiempo para expresar nuestra gratitud y reconocimiento a quienes nos formaron y forjaron en nosotros eso que nadie conoce, porque no lo ha vivido, y es el amor a Chile. Reciba en este día mi humilde reconocimiento, mi gratitud, y un especial abrazo, más que por su cumpleaños, por su ejemplo inolvidable y esa vocación que fuera muchas veces atacada y debilitada por las críticas y todas aquellas cosas de las cuales nunca estamos  exentos, como son los  antivalores propios del egoísmo, pudiendo muchas veces más, la envidia y la injusticia, y que tratan de opacar el  brillo de ese inconmensurable valor que llevamos en el corazón, los que vestimos alguna vez el uniforme y que hoy lo  tenemos  como el mejor testimonio de nuestros mejores recuerdos en el interior del alma convencidos que el día que se acabe la batalla por la vida, nos iremos con esas mismas presillas y galardones ganados con tanto sudor y esfuerzo a esos cuarteles celestiales, agradeciendo al Dios de los Ejércitos esa maravillosa oportunidad que muchos no tuvieron y que nos hace seres  

excepcionales y llenos de ese sano privilegio ganado  con perseverancia y voluntad, entregados a un riesgo que nunca conocemos, y que quizás haya costado la vida de tantos otros hermanos de armas que ya partieron. Que cumpla muchos años más “mi cabo” Caballero, “mi Sargento” Caballero,  “mi Suboficial” Caballero y en la justicia divina, el mejor soldado que lleva las presillas doradas mejor portadas que muchos que ostentaron falsos orgullos, dejando usted siempre esa vara tan alta, que llegó a quedarse para siempre en el corazón de sus subalternos, ese general de tropa que nos emociona, que nos entregó todo,  con amor a Chile,  con amor al uniforme, y que vivió y vive por siempre no solamente en sus subalternos,  sino en todos quienes le conocen y conocieron, admiraron y admiran, respetaron y  respetan, y que sienten y ven en UD. al “Mejor Suboficial  Mayor”, con la mejor entrega y sacrificio e inolvidable ejemplo y que en todo momento de su larga carrera de soldado hizo  sentir con humildad y prestancia, su natural  liderazgo y amor a la Patria. Gracias mi Instructor.  Atte. y con cariño y respeto,   CARLOS GARCIA BANDA Soldado Conscripto Glorioso “Esmeralda” año 1974   



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