19 de Noviembre de 2020
Estimada
Señora Erika:
He estado muchos días en silencio orando por usted. Lo hice en un
principio por la enfermedad inesperada de su amado esposo, a quien tuve el
gusto de conocer y sin ser muy amigos,
hablar una noche en los tiempos de la crisis donde le presenté mis respetos en
mi condición de ex militar en retiro y ofrecerle todo mi apoyo, solidaridad y oraciones
en los difíciles momentos que él enfrentaba y que de verdad nos permitieron
cruzar esas palabras con verdadero afecto de camaradas y con el respeto y admiración de un soldado, educado en la disciplina y el trabajo
abnegado, renunciando tantas veces a la familia y las situaciones personales
por la Institución, a quien juramos defender y entregar hasta la “vida si fuese
necesario.”
No es fácil para mi escribirle, puesto que su dolor es tan de usted,
tan personal e íntimo, que no hay nada que lo pueda mitigar. Pero lo hago a la luz de la fe del Señor y su
Santísima Madre, para que sienta en eso un mensaje de cariño de todos quienes le apreciamos y que
también hemos sufrido en silencio toda su tristeza y comprensión de esta situación, pero
entendiendo también que siendo usted una mujer líder en lo espiritual y que nos
ha guiado en tantas ocasiones, también
ha puesto lo mejor de usted, para confiarse al Padre amado Dios, con Santa
Humildad, ofreciendo sus pesares personales y
construyendo con esa ofrenda
maravillosa, su propia Santidad.
No tengo palabras, pero sepa que seguimos cada día orando por usted, el
compromiso de acompañarla es anónimo y silencioso como son las cosas de Dios,
pero es bueno que sepa que ese Grupo de
Señoras de Oración, que tanto la aprecian y quieren están siempre ofreciendo en
forma individual y colectiva todas sus fuerzas y los mejores deseos para que
sea la paz, lo que pronto se anide en su
corazón, pasando esta dura etapa de su duelo personal y familiar, y tratando de
comprender esos difíciles caminos que muchas veces el Señor nos somete, para
nuestro propio crecimiento interior, y en verdad no existe consuelo, puesto que
el consuelo mismo es Dios y frente a su
grandeza, solo podemos ofrecer nuestra pequeñez.
Reciba mis respetos, mi cariño, mi constante oración y mi deseo que las
dificultades espirituales que significan la ausencia de ese esposo tan distinguido y ejemplar, tan
profesional, tan entregado a su trabajo y su familia, sean como el mejor
bálsamo de su propio ejemplo puesto que el , si bien no cayó en actos del servicio como mártir,
pero no cabe dudas que sus
preocupaciones del mando, ejercido con tanto profesionalismo y capacidad, mas
su carácter de hombre comprometido con la sociedad, hicieron quizás un efecto interior que sólo Dios nos
puede explicar.
He pensado y pensado en enviarle esta nota. No quiero despertar
tristezas, solo quiero entregarle un mensaje de paz, de luz y de esperanzas, puesto
que nuestra hermandad en la fe nos obliga a sentirnos unidos y solidarios
frente al dolor, y de manifestarle nuestra preocupación común que nos une, y pueda
usted sentir la compañía espiritual de quienes tanto la apreciamos.
El tiempo transcurre rápido, no es que uno quiera olvidar, pero las
tristezas se van disminuyendo cuando a
la luz de la fe, existe el convencimiento que el ser amado está en un mejor
lugar, y eso mismo nos otorga ese consuelo que a la Luz de Cristo se transforma
en una permanente ofrenda de amor y con ello mitigar un poco el sentir.
Lo que sí debe ser un gran motivo de satisfacción y orgullo, es haber
tenido un esposo Carabinero, servidor de la Patria, y quizás en cuantas ocasiones
arriesgó su vida y en esa entrega
profesional a su Institución. Los que somos hombres de armas, sabemos que en
cualquier momento podemos partir, y así yo viví también mis años de soldado del
Ejército de Chile, siempre amando a mi familia pero consciente que en cualquier riesgo, no habría vuelta atrás a
lo que la vocación nos dicta. Ese es el caso de todos los uniformados que han
elegido a sus Instituciones como
escuelas de vocación y servicio, y en eso le represento mi admiración a Carabineros de
Chile, y entre ellos a su distinguido esposo.
Aun así, debemos agradecer todos esos años que el Señor les regaló como
familia, principalmente a UD., que supo acompañar a su esposo en tantas
difíciles situaciones, siendo también madre y padre en tantas circunstancias
que usted mejor que yo conoce, pero que
permiten decir con absoluto
convencimiento que tras un gran esposo Carabinero o soldado, hay una gran mujer, una gran esposa, una madre
ejemplar y usted es por esencia una persona con un alma luchadora, esforzada,
sacrificada y templada en el sufrimiento,
pero también en la esperanza que habrá
un mejor mañana.
Le deseo mucha paz, que nadie le quites esa felicidad de lo que vivió
en sus mejores años, son los recuerdos los que nos llenan los espacios vacíos,
pero sobretodo piense que alguien está en ese hermoso lugar, que tanto nos habla Jesús
en su Evangelio y que llama “Vida
Eterna”, y que alguna tarde nos permitirá sonreír,
abrazarnos y cantar nuestras mejores alabanzas, o nuestras mejores canciones, o
quizás sus mejores recuerdos junto a quien
le amará por toda la eternidad y
que sin duda está y sigue junto a usted.
Le decía que he pensado y pensado más de lo necesario mandarle esta nota, pues no sé si servirá decirle que la apoyamos
en todo, pero necesito decírselo, porque
no quiero que el silencio, doloroso y obligado, tenga sabor a olvido, puesto
que está presente siempre en nuestras oraciones y peticiones por eso le decía
anteriormente, por su paz, la de su familia y la de todos quienes la quieren y
están con ustedes por siempre.
Le estrecho respetuosamente, aun en estos tiempos de pandemia y
encierro, para decirle que le pido perdón por mandarle esta nota, pero
necesitaba decirle que estamos con usted y esperamos en Dios su pronta
recuperación de su paz interior y su liderazgo tan necesario en nuestra vida de
Oración y Entrega a nuestro Señor, sabiendo que su Santa Madre, también la
acoge a Usted y la acompaña.
Mucha Paz.
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