lunes, 30 de noviembre de 2020

Carta a la Señora Erika....

 19 de Noviembre de 2020

Estimada Señora Erika:

He estado muchos días en silencio orando por usted. Lo hice en un principio por la enfermedad inesperada de su amado esposo, a quien tuve el gusto de conocer y  sin ser muy amigos, hablar una noche en los tiempos de la crisis donde le presenté mis respetos en mi condición de ex militar en retiro y ofrecerle todo mi apoyo, solidaridad y oraciones en los difíciles momentos que él enfrentaba y que de verdad nos permitieron cruzar esas palabras con verdadero afecto de camaradas y  con el respeto y admiración  de un soldado,  educado en la disciplina y el trabajo abnegado, renunciando tantas veces a la familia y las situaciones personales por la Institución, a quien juramos defender y entregar hasta la “vida si fuese necesario.”

No es fácil para mi escribirle, puesto que su dolor es tan de usted, tan personal e íntimo,  que no  hay nada que lo pueda mitigar.  Pero lo hago a la luz de la fe del Señor y su Santísima Madre, para que sienta en eso un mensaje de  cariño de todos quienes le apreciamos y que también hemos sufrido en silencio toda su tristeza  y comprensión de esta situación, pero entendiendo también que siendo usted una mujer líder en lo espiritual y que nos ha guiado en tantas ocasiones,  también ha puesto lo mejor de usted, para confiarse al Padre amado Dios, con Santa Humildad, ofreciendo sus pesares personales y  construyendo con  esa ofrenda maravillosa, su propia Santidad.

No tengo palabras, pero sepa que seguimos cada día orando por usted, el compromiso de acompañarla es anónimo y silencioso como son las cosas de Dios, pero es bueno que sepa que  ese Grupo de Señoras de Oración, que tanto la aprecian y quieren están siempre ofreciendo en forma individual y colectiva todas sus fuerzas y los mejores deseos para que sea la paz,  lo que pronto se anide en su corazón, pasando esta dura etapa de su duelo personal y familiar, y tratando de comprender esos difíciles caminos que muchas veces el Señor nos somete, para nuestro propio crecimiento interior, y en verdad no existe consuelo, puesto que el consuelo mismo es Dios y frente a  su grandeza, solo podemos ofrecer nuestra pequeñez.

Reciba mis respetos, mi cariño, mi constante oración y mi deseo  que  las dificultades espirituales que significan la ausencia de ese   esposo tan distinguido y ejemplar, tan profesional, tan entregado a su trabajo y su familia, sean como el mejor bálsamo de su propio ejemplo puesto que el , si bien  no cayó en actos del servicio como mártir, pero  no cabe dudas que sus preocupaciones del mando, ejercido con tanto profesionalismo y capacidad, mas su carácter de hombre comprometido con la sociedad, hicieron  quizás un efecto interior que sólo Dios nos puede explicar.

He pensado y pensado en enviarle esta nota. No quiero despertar tristezas, solo quiero entregarle un mensaje de paz, de luz y de esperanzas, puesto que nuestra hermandad en la fe nos obliga a sentirnos unidos y solidarios frente al dolor, y de manifestarle nuestra preocupación común que nos une, y pueda usted sentir la compañía espiritual de quienes tanto la apreciamos.

El tiempo transcurre rápido, no es que uno quiera olvidar, pero las tristezas  se van disminuyendo cuando a la luz de la fe, existe el convencimiento que el ser amado está en un mejor lugar, y eso mismo nos otorga ese consuelo que a la Luz de Cristo se transforma en una permanente ofrenda de amor y con ello mitigar un poco el sentir.

Lo que sí debe ser un gran motivo de satisfacción y orgullo, es haber tenido un esposo Carabinero, servidor de la Patria, y quizás en cuantas ocasiones arriesgó su vida y  en esa entrega profesional a su Institución. Los que somos hombres de armas, sabemos que en cualquier momento podemos partir, y así yo viví también mis años de soldado del Ejército de Chile, siempre amando a mi familia pero consciente que  en cualquier riesgo, no habría vuelta atrás a lo que la vocación nos dicta. Ese es el caso de todos los uniformados que han elegido a sus Instituciones como   escuelas de vocación y servicio, y en eso  le represento mi admiración a Carabineros de Chile, y entre ellos a su distinguido esposo.

Aun así, debemos agradecer todos esos años que el Señor les regaló como familia, principalmente a UD., que supo acompañar a su esposo en tantas difíciles situaciones, siendo también madre y padre en tantas circunstancias que usted mejor que yo conoce, pero que  permiten  decir con absoluto convencimiento que tras un gran esposo Carabinero o soldado,  hay una gran mujer, una gran esposa, una madre ejemplar y usted es por esencia una persona con un alma luchadora, esforzada, sacrificada y  templada en el sufrimiento, pero también en la esperanza  que habrá un mejor mañana.

Le deseo mucha paz, que nadie le quites esa felicidad de lo que vivió en sus mejores años, son los recuerdos los que nos llenan los espacios vacíos, pero sobretodo piense que   alguien está  en ese hermoso lugar, que tanto nos habla Jesús en su Evangelio  y que llama “Vida Eterna”,  y que  alguna tarde nos permitirá sonreír, abrazarnos y cantar nuestras mejores alabanzas, o nuestras mejores canciones, o quizás sus mejores recuerdos junto a quien  le amará por toda la eternidad y  que sin duda está y sigue junto a usted.

Le decía que he pensado y pensado más de  lo necesario mandarle esta nota,  pues no sé si servirá decirle que la apoyamos en todo, pero necesito decírselo,  porque no quiero que el silencio, doloroso y obligado, tenga sabor a olvido, puesto que está presente siempre en nuestras oraciones y peticiones por eso le decía anteriormente, por su paz, la de su familia y la de todos quienes la quieren y están con ustedes por siempre.

Le estrecho respetuosamente, aun en estos tiempos de pandemia y encierro, para decirle que le pido perdón por mandarle esta nota, pero necesitaba decirle que estamos con usted y esperamos en Dios su pronta recuperación de su paz interior y su liderazgo tan necesario en nuestra vida de Oración y Entrega a nuestro Señor, sabiendo que su Santa Madre, también la acoge a Usted y la acompaña.

Mucha Paz.

 

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