martes, 4 de mayo de 2021

                  Graciela Ramos, arte y belleza ….


Graciela Ramos Rojas, nació en Chañaral  pero fue criada y educada desde muy pequeña en Antofagasta,  como una destacada hija adoptiva de este norte. Fue una destacada artista  de la pintura de Antofagasta, que permanece dormida en el tiempo en los pinceles del recuerdo y que las nuevas generaciones no han tenido la oportunidad de conocer ni apreciar, permitiéndonos hoy sacar a luz con profundo sentido de respeto y homenaje esta nota de reconocimiento a su trabajo y dedicación.

 Perteneció a una  distinguida y  educada familia de la ciudad, que vivió en los sectores del centro alto de Antofagasta y luego en el sector de la Gran Vía,  conformada  por cuatro varones  y entre sus dos hermanas,  nuestra amiga y entonces  “Jefa” coral del coro de la Universidad de Chile,  Ana María Ramos que  decidió radicarse en Venezuela,  haciendo de su vida un permanente servicio a  la educación y al arte, acompañada en todos estos años por su esposo,  otro distinguido ciudadano,  actor   de la Compañía de Teatro de la Universidad de Chile, (Antofagasta) Dn. Francisco Araya,  contemporáneo de  Ángel Lattus, Teresita Ramos, Luz Varas, José Santander, Fernando Reyes entre oros,  y todos esos  pioneros del arte escénico que nos han regalado durante tantos años el talento, la representación de cientos de obras educativas y/o  de aventuras  que la ciudad perfectamente conoce, y que reconoce en ellos un gran grupo de jóvenes  de ayer, que han  permanecido perseverantes entregando su  aporte a la cultura local y nacional.

 Graciela cumpliría años hoy.

     Me he permitido resumir algunas acciones de su vida en torno al arte, y en sus  actividades sociales y de importancia para esa historia y reconocimiento, autorizado por su hermana y amiga Ana  Maria. 

    Graciela fue una  bella y educada dama, que  paseó  el nombre de Antofagasta en varios países, y  proyectó su carrera  pictórica en varias salas de renombre.

 Tal vez por su grandeza y sencillez, no nos hemos enterado de los detalles más importantes de su vida artística y de sus creaciones  que pudiéramos apreciar en alguna galería local. Pero fue consagrada y reconocida en las incursiones del arte, siendo su personalidad también silenciosa y prudente, sin hacer de ella misma aspavientos de su calidad.

 

En lo artístico, se destaca desde temprana edad como estudiante del  Colegio de Religiosas Alemanas  donde obtuvo varios primeros premios en dibujo y en arte.

 

Cursó su Enseñanza Media en el Liceo de Niñas donde se destacó con  su claridad y natural expresión de sus pinceles, con originales creaciones obteniendo por dos años  consecutivos el Premio de Honor de la Universidad del Norte  y una beca en los cursos superiores  de la Academia de Bellas Artes de dicha Universidad.

Egresó de la Enseñanza Media con “honores” por su dedicación al arte,   y por su respeto y cariño a sus profesoras y compañeras, obteniendo en esa época una máxima distinción por su forma de ser y su trato afable con los demás, un premio que quizás se perdiera en la noche de los tiempos pero que era en sí, todo un reconocimiento de entonces: El Premio “Femineidad y Modales”, como una gran distinción por su sencilla y afable personalidad.

 Lamentablemente sus obras no existen en un lugar determinado donde podamos apreciarlas hoy. A veces como  sociedad, olvidamos injustamente el paso de  las personas que nos han entregado arte, cultura, pintura, poesía o interpretación musical. Cierto aquello de que “nadie es profeta en su tierra”, pero  Graciela, merece ser recordada en unas líneas  pues marcó una huella que si bien  duerme en los recuerdos de los más antiguos personajes de nuestra  ciudad, se hace necesario  traerla al recuerdo y rendirle un merecido y justo homenaje.

 El más hermoso recuerdo que nos dejó , aparte de su talento artístico, demostrado en distintas exposiciones  que llegaron a ser exhibidas en importantes escenarios del arte en el extranjero, específicamente en España.  Graciela fue una belleza de nuestra ciudad y  ganó muchos eventos  de esas características,  sumando a su integra belleza, su sencillez y  en especial su personalidad amable  que cautivaba  y permitía ver en ella varias cualidades propias  de una gran artista,   carismática y bella, y  una hermosa mujer del norte de Chile que ha quedado entre los olvidos involuntarios  de la agitada sociedad en que vivimos y que no nos hemos hecho el tiempo necesario para recobrar y destacar. Reina de la Primavera en 1958 representando a la Universidad del Norte  y Reina de las Playas en 1959.

 En el año 1960, obtuvo el “Premio Municipal de Arte”, y a partir de 1961  formó parte del jurado de arte municipal.

 Ese mismo año conoce al destacado poeta Pablo de Rokha quien elogia su arte y la considera “primera figura en arte abstracto del país.” Expone en esta ciudad durante varios años.

 A comienzos del 70, se traslada  a Santiago,  donde estudia arte en la Universidad Católica  (Duoc) con el destacado profesor Humberto Zacarelli, e incursiona también en el mundo de la  empresa,  instalando una tienda de arte y decoración.

 En 1987 viaja a  Boston, EE.UU., llevando su “Serie Venuciana” (òleos)  y recorre galerías y museos recibiendo múltiples felicitaciones.   

 Los mejores recuerdos de su vida de artista y sobretodo de sus lazos sanguíneo, los mantiene en su recuerdo su hermana Ana María, residente en Venezuela, que en el recuerdo de ella nos cuenta: “Ella para mí,  fue mis ojos, mi ángel. Lo menos que puedo hacer es recordarla siempre con mucho amor”.

Una de las características de Graciela fue la permanente e infatigable búsqueda, plasmando en la tela, más allá de lo que vemos, el sentir del infinito y captando a su manera,  lo que ella sentía al traspasar las barreras de lo desconocido, incursionando  en la búsqueda de un mundo nuevo de emociones con nuevas formas que en su oportunidad invitaban a la reflexión, a la luz, a la armonía y paz  en el universo cósmico.

 Pero de las historias que  retratan a las personas de cuerpo entero y que las sitúan en esos ejemplos  que son para “toda la vida”, está este bálsamo para el alma que nos otorga este detalle  tan importante que no queremos dejar tampoco en la historia del olvido, para traer de ella la nobleza de su alma y ese sentimiento que mueve al mundo: el amor.

Joven y bella, se enamoró.

El año 1960, Graciela Ramos fue elegida Miss Antofagasta, pero el amor a  Eddie Marré, industrial minero con quien contrajo  matrimonio al poco tiempo después,  la llevaron  a rechazar dicha elección, renunciando a su derecho  y cediéndole a quien le siguiera merecidamente en ubicación la Srta. Marinka Polamer.

Era de tanta generosidad, que en un viaje a Buenos Aires, invitó a Elisabeth Hasand que no había quedado entre las finalistas, mostrando con ello su  gran desapego  a la fama y  garantías  propias de  los concursos de belleza. En argentina Graciela  tuvo importantes contratos, pero ya para ella ocupaba el principal lugar de su vida y ´sentimientos, el amor, 


Hace cinco años nos dejó Graciela, radicada en Santiago, donde dejó un legado artístico en Providencia, reconocido por embajadores que llevaban sus valiosas obras artísticas a México y otros países.

Quizás nos falte rescatar algunas de sus obras pictóricas, para  apreciar en toda su magnitud su  pintura creativa e inspiradora.

Sin embargo, la recordamos por su belleza perpetuada en algunas de sus fotografías que posee en su archivo personal de recuerdos su hermana menor Ana Maria o quizás sus hijas posean alguna de sus pinturas las cuales podrían ornamentar alguna galería  de nuestra ciudad para recordar su  trabajo que  es la mejor muestra y homenaje que podríamos hacer de esa artista local,  a la que recodamos  hoy con mucho respeto y  cariño, rindiéndole un merecido y póstumo homenaje de su vida como mujer en nuestra querida ciudad, la que adeuda para ella un justo reconocimiento.

                       Actores de la obra "La Remolienda"  dirigida `por Francisco Araya, con el elenco de la  Compañía de Teatro de la Universidad de Chile, Luz Varas, José Santander, Ángel Lattus y Fernando Reyes.  


                                         



                                   Ambas fotografías de un mismo instante: 

Baile en el Hotel Antofagasta donde compartió con su hermano, radicado en La Serena en ese entonces, y que viajó a acompañar a su hermana Graciela, para los actos de celebración por su elección como "Reina de las Playas."


 

 (Fotos: Gentileza Ana María Ramos.)

 

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