martes, 18 de mayo de 2021

REFLEXIONES


 

Todos pensamos diferentes y somos distintos, eso por voluntad del Creador, pero hay cosas que nos unen, y en nuestro encuentro de amistad, lo primero que nos une es el amor común a  Chile y su Ejército, no porque nos hallamos ganado la vida  por los siempre necesarios y “cochinos” pesos en ese “trabajo” tan distinto a los demás, al cual optamos en forma libre y voluntaria, sin  escatimar grandes esfuerzos personales y  valentía,  porque nos unieron sentimientos de vocación,  sin siquiera interesarnos la forma en que subsistiríamos, y en ese amor de hermanos de vocación, así como el sacerdocio a Dios, pero en nuestro caso el Servicio casi sacerdotal a la Patria,  nos abrazamos a las esperanzas de construir con nuestro esfuerzo, un “Chile Mejor”.


Y fue nuestra entrega, generosa y desinteresada,  llena de bondad, de sacrificio, de renuncias, y de humillaciones también, y de descalificaciones también, y de discriminaciones también,  de persecuciones también,  de juicios injustos también,  de colocarnos en la palestra frente a quienes juzgaron nuestro actuar también,  de esos que nos persiguieron también , de aquellos que nos expulsaron también, de aquellos que nos hicieron “pebre”, también, de esos que nos  “”sapearon” también,  de esos que  en el sumario nos hicieron pagar un camión también, y de todos esos que estuvieron a nuestro lado  siempre atentos a buscar la posibilidad de cagarnos, también.


Eso fue la muestra de nuestro amor a Chile, soportar por  esa vocación, todo lo que vivimos y todo lo que entregamos aunque otros hayan cortado las flores de nuestros jardines o de nuestra creación o de nuestra abnegación. Quizá eso que nos dejó marcado una herida interior personal y  dolorosa  que pudiera a veces causarnos  algún resentimiento frente a lo que cada cual sabe cómo lo vivió y cómo lo superó. 


Cada cual lo debe sabe medir: pero en lo que nunca podemos ser diferentes en el pensar, es que todo, pero todo lo hicimos “sanamente” convencidos que  aparte de cumplir las normas en las distintas áreas propias del sistema de la administración militar, también había una gran y profunda satisfacción personal y colectiva que se siente al servir honestamente a Chile, poniendo ese gran ideal en todo nuestro ser y actuar.


Los que robaron, metieron las manos,  callaron,  siguieron el juego eterno de la malversación o se hicieron los que “no” vieron o en lo que fueron testigos, a pesar de su vocación, callaron,   su mejor medicamento para lo que les quede de vida, debe ser su propio  silencio y vergüenza,  y la mejor opción que aprendieron,  mirar hacia el lado y “hacer la vista gorda”, mientras por su lado caminaban los “muertos cargando adobes”, frase tan recurrente entre nosotros, desconociendo su responsabilidad, o su acción honesta frente a esa visión. Ese es su cuento personal y como somos libres de albedrío según el creador,  están plenamente autorizados para seguir mirando el horizonte en el sentido contrario, hacia la espalda, opuestos al mar. En buen chileno, seguir haciéndose el huevón.


Lo mismo ocurre en estos tiempos. No debemos tener temor a que nos quiten el sueldo, nos enjuicien a todos,  nos corten la cabeza,  nos tiren a los leones del circo comunista romano, nos condenen a vivir en la pobreza o la indigencia, nos obliguen a salir a mendigar, nos  eliminen de las Avenidas y Alamedas  el homenaje a nuestros héroes, nos cambien la bandera, nos canten otro himno, nunca debemos temer eso, porque frente a Dios y frente a la historia estamos libres de polvo y paja, porque todo lo que hicimos lo basamos en la vocación, en la verdad que conocimos, y en el amor que sentíamos a Chile y a nuestras familias, y en ese sentido, somos y seremos en el tiempo juzgados, cuando la vida enseñe a las nuevas generaciones la verdad de lo que vivimos, que fuimos, somos y seremos siempre y para siempre: inocentes.


Para la edad que tenemos sin duda que lo fácil sigue siendo la “mejor opción”. Ya trabajamos, ya trasnochamos, ya cumplimos, tenemos nuestros hijos criados, de algún pequeño bienestar gozamos en medio de nuestras naturales dolencias, y  estamos casi asegurados por el resto y poco de vida que nos queda. Es realmente una muy buena opción. No estamos  con esa energía juvenil de correr por cerros con ametralladora al hombro o cajas de munición o esas cintas  atravesadas de hombro a cadera, para demostrar la eficiencia de nuestra función de comandantes. Eso es cosa del pasado, y fue  el valor que tuvimos que vencer, y el fruto de aquello fue cumplir heroicamente el ejercicio, la exigencia, demostrar lo que éramos y podíamos y hacer,  y sentirnos pletóricamente satisfechos, con una sencilla palabra que viniera de quienes nos comandaban: ¡¡BIEN LA ESCUADRA….!!  Y eso de verdad,  era nuestra mayor  alegría, porque servir así, con toda el alma  y recibir esa expresión tan simple y generosa de “¡¡BIEN LA ESCUADRA”!! Nos llenaba de natural orgullo (no soberbia) que  era, al final de todo,  el mejor pago de nuestro esfuerzo.


‘’ASI ÉRAMOS TODOS NOSOTROS QUERIDOS AMIGOS Y CAMARADAS, LLENOS DE SUEÑOS JUVENILES Y DE SUEÑOS!! Eso era nuestra alegría.


Quizás dejamos todo lo que teníamos que dejar en los cuarteles y al final, solo vivimos de estas alegrías, de nuestra amistad y de los recuerdos,  y cada cual con su propia libertad y actividad sabe y sabrá cómo vivir y desarrollarse en esta fase casi final, donde siempre está primera la familia.


Ya no podemos salir a las calles armados de palos, banderas chilenas, de pañuelos cubriéndonos la cara, como “primera línea de defensa real de Chile”, es lamentable, ya no podemos es nuestra triste realidad….


PERO……….


Lo que nunca debe dejar de ser el sentimiento que nos  une es Chile y su Ejército, y desde ayer, hemos saboreado el amargo brebaje o trago amargo  de esta injusto “PAGO DE CHILE” y que nos permiten creer que todo lo hecho ha sido en vano, que todo lo que  se construyó fue vacío, que todo lo que  creímos fuerte e inacabable,  se desploma  como se desploman los monumentos y se queman los ideales religiosos y militares  en los cuarteles y en las  iglesias. Estamos en medio de un mundo incomprensible para nosotros y muy desconocido.


 Pero saben?


Lo que más duele que entre nosotros: Nadie dice nada.


Quizás  la amargura es demasiado grande para hablar.


Quizás el dolor es  muy profundo  para expresarlo.


Quiero pensar que quedamos perplejos.


Pero lo que no puedo ni siquiera pensar, es que hayamos sido indolentes, irresponsables,  indiferentes a lo que debemos con el tiempo tratar de cambiar, aun cuando las tropas estén siendo atacadas en el frente de combate y nosotros, la reserva, estemos prestos a acudir al frente al llamado de esta “emergencia” de combate.


Este tema  tiene vuelta y no podemos quedarnos dormidos en los laureles


Debemos ser consecuentes con el principio de amar a Chile y su Ejército


Como buenos soldados deberemos enfrentar con valentía la dificultad pero no nos quedemos callados ni en silencio, aunque sea entre nosotros, los  que estamos “en el mismo bando” defendamos lo nuestro y si por comodidad  no hicimos nada y hasta quizás nuestros propios hijos que no entienden votaron por esa ideas totalitarias que ellos creen que son buenas para este Chile,  debemos recomenzar a reconstruir, a enseñar la historia, a educar,  a decirles con el alma lo que vivimos, a contarles a estas generaciones de tanto joven engañado casi idiotizado por la televisión y los juegos, que el Chile que vivimos ayer, no se compara a este Chile de hoy, que tiene comida,  que no pasa necesidades de vestuario, que  va y compra lo que quiere, que  no anda mendigando a medianoche en una larga cola un pan negro que vendían por medio kilo para asegurarnos el “pan nuestro de cada día” que nos enseñó el mismo Jesús.


 Tenemos poco tiempo, tenemos estos dos años, quizás algunos marchemos antes al cuartel celeste, para los que no creyentes, quizás nos pille la pandemia, quizás no  existamos en ese nuevo Chile, quizás las cosas que tanto atesoramos se quemarán en las hogueras del comunismo organizado o  atenten con nuestras familias, no lo sabemos y no es campaña de terror, pero los genocidas más grandes del mundo no fueron los Nazis fueron los comunistas en todo tiempo de la historia, y esto no es proselitismo político, si usted es comunista y cree que es el  mejor sistema, váyase a vivir a Venezuela o Cuba, y descubra esa verdad equivocada que aun lleva en su corazón.


Lo nuestro es Chile, es futuro, no importa que quedemos indigentes, no importa que nos arrojen a las mazmorras,  viejos e inútiles como estamos,  en venganza y  en deseos de vernos humillados, no importa eso.


 Una vez soldado siempre soldado y ponemos el pecho a las balas.


Nada de eso será importante cuando tengamos que morir mirando el cielo azul y dibujando nuestra bandera tricolor en algún mástil imaginario porque lo que hicimos fue amar a Chile y ese fue nuestro mayor pecado.


No se queden más en las sábanas, no se queden más en los laureles, no duerman el sueño de los que creen ustedes que vendrán a dejarles flores a los cementerios, ya ni nuestros héroes tienen paz, ya no habrá  emociones en un nuevo 18 de Septiembre,  ya no se celebrará la Guerra del Pacífico como acto de triunfo de Chile, porque los comunistas pintaron que esa guerra era para los intereses de algunos pocos, no tendremos donde gritar, donde cantar, donde vivir y si ustedes se quedaron en casa, al menos mientras tanto, vayan afilando la punta del lápiz que es la única herramienta legítima que tenemos por lo pronto, para  rechazar cualquier  Constitución que atente contra nuestra libertad, esa oportunidad será histórica tenemos dos años largos años, o dos cortísimos años,  estos infames e infelices años, para convencer  al amigo, al hijo al vecino, y  con nuestra acción “uno a uno”,  solidaria y amor a los que necesitan podremos decirles que los militares no somos asesinos, no nos preparamos para una guerra interna de chilenos contra chilenos, no gozamos del dolor de la muerte  ni disfrutamos del dolor ajeno, los militares servimos a todos los chilenos y   si en  algo nos equivocamos,  merecemos también la oportunidad del perdón y en justicia el olvido,  como  buenos hijos  y hermanos de un mismo país que nos acoge, porque si hoy nuestros templos son arrasados por los incendios, así serán incendiados nuestros cuarteles y las armas tomadas por las hordas llamadas “del pueblo”, que querrán hacer de Chile una revolución bolchevique y nosotros estaremos  sentados mirando el horizonte esperando morir, por cuanto no hemos tenido el valor de ir  y marcar una raya simple en un voto, y en ese gesto decir que no queremos  una patria comunista. 

Sin duda que nuestras familias nos aman, nos quieren nos respetan nos cuidan, y ya no tenemos esa fuerza y energía, pero no podemos nunca más,  SÍ,  “NUNCA MÁS” como “ellos” dicen, dejarnos amedrentar por el temor de que nos bajen una pensión que en el fondo sigue siendo miserable comparada con lo que ganan los que están en la Clase Política y  que en verdad debiéramos luchar porque los que menos ganan se igualen, pero no nos quiten nuestros derechos, y si así fuera, nunca temer, porque si no fuimos capaces de sacar un lápiz, menos sacaremos un arma en lo que pudiera venirse o tramarse en las oscuridades de los que odian la vida y odian a los que se superan,  una lamentable guerra civil.


Tengamos la fuerza de prepararnos para lo que viene, no nos olvidemos que la fe mueve montañas, invoquemos a nuestros héroes dormidos en el más allá, pidamos a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de las Fuerzas Armadas y de Orden,  para hacer de esta derrota una  triunfo, pero para eso debemos cambiar de actitud, ya no ser los críticos destructores de nuestros enemigos, sino más bien atraerlos por nuestras buenas obras.


No podemos dejar de pensar que uniéndonos tal vez en una idea común, en una agrupación que idealice nuestros pensar en beneficio de todos los chilenos, sea una excepción. 


Es legítimo luchar unidos, por eso que la “UNIÒN” hace la fuerza, y entre tantos colores, buscar el que más se asemeje a la defensa de lo que amamos Chile y su historia, pero no mirar para el lado y comprometernos con una línea común de unidad y acción.


Aún tenemos tiempo y vida.

Aún tenemos Patria,  y la esperanza de que hagamos lo que corresponde, sin dejarse amedrentar ni menos doblegarse ante la evidente soberbia y sed de venganza del adversario.


Feliz día camaradas.

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