Todos pensamos diferentes y somos distintos, eso por voluntad del Creador, pero hay cosas que nos unen, y en nuestro encuentro de amistad, lo primero que nos une es el amor común a Chile y su Ejército, no porque nos hallamos ganado la vida por los siempre necesarios y “cochinos” pesos en ese “trabajo” tan distinto a los demás, al cual optamos en forma libre y voluntaria, sin escatimar grandes esfuerzos personales y valentía, porque nos unieron sentimientos de vocación, sin siquiera interesarnos la forma en que subsistiríamos, y en ese amor de hermanos de vocación, así como el sacerdocio a Dios, pero en nuestro caso el Servicio casi sacerdotal a la Patria, nos abrazamos a las esperanzas de construir con nuestro esfuerzo, un “Chile Mejor”.
Y fue nuestra entrega, generosa y
desinteresada, llena de bondad, de
sacrificio, de renuncias, y de humillaciones también, y de descalificaciones
también, y de discriminaciones también,
de persecuciones también, de
juicios injustos también, de colocarnos
en la palestra frente a quienes juzgaron nuestro actuar también, de esos que nos persiguieron también , de
aquellos que nos expulsaron también, de aquellos que nos hicieron “pebre”,
también, de esos que nos “”sapearon”
también, de esos que en el sumario nos hicieron pagar un camión
también, y de todos esos que estuvieron a nuestro lado siempre atentos a buscar la posibilidad de
cagarnos, también.
Eso fue la muestra de nuestro amor a Chile, soportar por esa vocación, todo lo que vivimos y todo lo que entregamos aunque otros hayan cortado las flores de nuestros jardines o de nuestra creación o de nuestra abnegación. Quizá eso que nos dejó marcado una herida interior personal y dolorosa que pudiera a veces causarnos algún resentimiento frente a lo que cada cual sabe cómo lo vivió y cómo lo superó.
Cada cual lo debe sabe medir: pero en lo
que nunca podemos ser diferentes en el pensar, es que todo, pero todo lo
hicimos “sanamente” convencidos que
aparte de cumplir las normas en las distintas áreas propias del sistema
de la administración militar, también había una gran y profunda satisfacción
personal y colectiva que se siente al servir honestamente a Chile, poniendo ese
gran ideal en todo nuestro ser y actuar.
Los que robaron, metieron las manos, callaron,
siguieron el juego eterno de la malversación o se hicieron los que “no”
vieron o en lo que fueron testigos, a pesar de su vocación, callaron, su mejor medicamento para lo que les quede
de vida, debe ser su propio silencio y
vergüenza, y la mejor opción que aprendieron, mirar hacia el lado y “hacer la vista gorda”,
mientras por su lado caminaban los “muertos cargando adobes”, frase tan
recurrente entre nosotros, desconociendo su responsabilidad, o su acción
honesta frente a esa visión. Ese es su cuento personal y como somos libres de
albedrío según el creador, están
plenamente autorizados para seguir mirando el horizonte en el sentido
contrario, hacia la espalda, opuestos al mar. En buen chileno, seguir
haciéndose el huevón.
Lo mismo ocurre en estos tiempos. No debemos tener temor a
que nos quiten el sueldo, nos enjuicien a todos, nos corten la cabeza, nos tiren a los leones del circo comunista
romano, nos condenen a vivir en la pobreza o la indigencia, nos obliguen a
salir a mendigar, nos eliminen de las
Avenidas y Alamedas el homenaje a
nuestros héroes, nos cambien la bandera, nos canten otro himno, nunca debemos
temer eso, porque frente a Dios y frente a la historia estamos libres de polvo
y paja, porque todo lo que hicimos lo basamos en la vocación, en la verdad que
conocimos, y en el amor que sentíamos a Chile y a nuestras familias, y en ese
sentido, somos y seremos en el tiempo juzgados, cuando la vida enseñe a las
nuevas generaciones la verdad de lo que vivimos, que fuimos, somos y seremos siempre
y para siempre: inocentes.
Para la edad que tenemos sin duda que lo fácil sigue siendo
la “mejor opción”. Ya trabajamos, ya trasnochamos, ya cumplimos, tenemos
nuestros hijos criados, de algún pequeño bienestar gozamos en medio de nuestras
naturales dolencias, y estamos casi
asegurados por el resto y poco de vida que nos queda. Es realmente una muy
buena opción. No estamos con esa energía
juvenil de correr por cerros con ametralladora al hombro o cajas de munición o
esas cintas atravesadas de hombro a
cadera, para demostrar la eficiencia de nuestra función de comandantes. Eso es
cosa del pasado, y fue el valor que
tuvimos que vencer, y el fruto de aquello fue cumplir heroicamente el
ejercicio, la exigencia, demostrar lo que éramos y podíamos y hacer, y sentirnos pletóricamente satisfechos, con
una sencilla palabra que viniera de quienes nos comandaban: ¡¡BIEN LA
ESCUADRA….!! Y eso de verdad, era nuestra mayor alegría, porque servir así, con toda el
alma y recibir esa expresión tan simple
y generosa de “¡¡BIEN LA ESCUADRA”!! Nos llenaba de natural orgullo (no
soberbia) que era, al final de
todo, el mejor pago de nuestro esfuerzo.
‘’ASI ÉRAMOS TODOS NOSOTROS QUERIDOS AMIGOS Y CAMARADAS,
LLENOS DE SUEÑOS JUVENILES Y DE SUEÑOS!! Eso era nuestra alegría.
Quizás dejamos todo lo que teníamos que dejar en los
cuarteles y al final, solo vivimos de estas alegrías, de nuestra amistad y de
los recuerdos, y cada cual con su propia
libertad y actividad sabe y sabrá cómo vivir y desarrollarse en esta fase casi
final, donde siempre está primera la familia.
Ya no podemos salir a las calles armados de palos, banderas
chilenas, de pañuelos cubriéndonos la cara, como “primera línea de defensa real
de Chile”, es lamentable, ya no podemos es nuestra triste realidad….
PERO……….
Lo que nunca debe dejar de ser el sentimiento que nos une es Chile y su Ejército, y desde ayer, hemos
saboreado el amargo brebaje o trago amargo
de esta injusto “PAGO DE CHILE” y que nos permiten creer que todo lo hecho
ha sido en vano, que todo lo que se construyó
fue vacío, que todo lo que creímos
fuerte e inacabable, se desploma como se desploman los monumentos y se queman
los ideales religiosos y militares en
los cuarteles y en las iglesias. Estamos
en medio de un mundo incomprensible para nosotros y muy desconocido.
Pero saben?
Lo que más duele que entre nosotros: Nadie dice nada.
Quizás la amargura es
demasiado grande para hablar.
Quizás el dolor es muy
profundo para expresarlo.
Quiero pensar que quedamos perplejos.
Pero lo que no puedo ni siquiera pensar, es que hayamos sido
indolentes, irresponsables, indiferentes
a lo que debemos con el tiempo tratar de cambiar, aun cuando las tropas estén
siendo atacadas en el frente de combate y nosotros, la reserva, estemos prestos
a acudir al frente al llamado de esta “emergencia” de combate.
Este tema tiene vuelta
y no podemos quedarnos dormidos en los laureles
Debemos ser consecuentes con el principio de amar a Chile y
su Ejército
Como buenos soldados deberemos enfrentar con valentía la dificultad pero no nos quedemos callados ni en silencio, aunque sea entre nosotros, los que estamos “en el mismo bando” defendamos lo nuestro y si por comodidad no hicimos nada y hasta quizás nuestros propios hijos que no entienden votaron por esa ideas totalitarias que ellos creen que son buenas para este Chile, debemos recomenzar a reconstruir, a enseñar la historia, a educar, a decirles con el alma lo que vivimos, a contarles a estas generaciones de tanto joven engañado casi idiotizado por la televisión y los juegos, que el Chile que vivimos ayer, no se compara a este Chile de hoy, que tiene comida, que no pasa necesidades de vestuario, que va y compra lo que quiere, que no anda mendigando a medianoche en una larga cola un pan negro que vendían por medio kilo para asegurarnos el “pan nuestro de cada día” que nos enseñó el mismo Jesús.
Tenemos
poco tiempo, tenemos estos dos años, quizás algunos marchemos antes al cuartel
celeste, para los que no creyentes, quizás nos pille la pandemia, quizás
no existamos en ese nuevo Chile, quizás
las cosas que tanto atesoramos se quemarán en las hogueras del comunismo
organizado o atenten con nuestras
familias, no lo sabemos y no es campaña de terror, pero los genocidas más
grandes del mundo no fueron los Nazis fueron los comunistas en todo tiempo de
la historia, y esto no es proselitismo político, si usted es comunista y cree
que es el mejor sistema, váyase a vivir
a Venezuela o Cuba, y descubra esa verdad equivocada que aun lleva en su
corazón.
Lo nuestro es Chile, es futuro, no importa que quedemos indigentes, no importa que nos arrojen a las mazmorras, viejos e inútiles como estamos, en venganza y en deseos de vernos humillados, no importa eso.
Una vez soldado siempre
soldado y ponemos el pecho a las balas.
Nada de eso será importante cuando tengamos que morir mirando
el cielo azul y dibujando nuestra bandera tricolor en algún mástil imaginario
porque lo que hicimos fue amar a Chile y ese fue nuestro mayor pecado.
No se queden más en las sábanas, no se queden más en los laureles, no duerman el sueño de los que creen ustedes que vendrán a dejarles flores a los cementerios, ya ni nuestros héroes tienen paz, ya no habrá emociones en un nuevo 18 de Septiembre, ya no se celebrará la Guerra del Pacífico como acto de triunfo de Chile, porque los comunistas pintaron que esa guerra era para los intereses de algunos pocos, no tendremos donde gritar, donde cantar, donde vivir y si ustedes se quedaron en casa, al menos mientras tanto, vayan afilando la punta del lápiz que es la única herramienta legítima que tenemos por lo pronto, para rechazar cualquier Constitución que atente contra nuestra libertad, esa oportunidad será histórica tenemos dos años largos años, o dos cortísimos años, estos infames e infelices años, para convencer al amigo, al hijo al vecino, y con nuestra acción “uno a uno”, solidaria y amor a los que necesitan podremos decirles que los militares no somos asesinos, no nos preparamos para una guerra interna de chilenos contra chilenos, no gozamos del dolor de la muerte ni disfrutamos del dolor ajeno, los militares servimos a todos los chilenos y si en algo nos equivocamos, merecemos también la oportunidad del perdón y en justicia el olvido, como buenos hijos y hermanos de un mismo país que nos acoge, porque si hoy nuestros templos son arrasados por los incendios, así serán incendiados nuestros cuarteles y las armas tomadas por las hordas llamadas “del pueblo”, que querrán hacer de Chile una revolución bolchevique y nosotros estaremos sentados mirando el horizonte esperando morir, por cuanto no hemos tenido el valor de ir y marcar una raya simple en un voto, y en ese gesto decir que no queremos una patria comunista.
Sin duda que nuestras familias nos aman, nos quieren nos respetan
nos cuidan, y ya no tenemos esa fuerza y energía, pero no podemos nunca más, SÍ, “NUNCA
MÁS” como “ellos” dicen, dejarnos amedrentar por el temor de que nos bajen una
pensión que en el fondo sigue siendo miserable comparada con lo que ganan los que
están en la Clase Política y que en
verdad debiéramos luchar porque los que menos ganan se igualen, pero no nos
quiten nuestros derechos, y si así fuera, nunca temer, porque si no fuimos
capaces de sacar un lápiz, menos sacaremos un arma en lo que pudiera venirse o
tramarse en las oscuridades de los que odian la vida y odian a los que se
superan, una lamentable guerra civil.
Tengamos la fuerza de prepararnos para lo que viene, no nos
olvidemos que la fe mueve montañas, invoquemos a nuestros héroes dormidos en el
más allá, pidamos a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de las Fuerzas
Armadas y de Orden, para hacer de esta derrota
una triunfo, pero para eso debemos
cambiar de actitud, ya no ser los críticos destructores de nuestros enemigos,
sino más bien atraerlos por nuestras buenas obras.
No podemos dejar de pensar que uniéndonos tal vez en una idea común, en una agrupación que idealice nuestros pensar en beneficio de todos los chilenos, sea una excepción.
Es legítimo luchar unidos, por eso que la “UNIÒN”
hace la fuerza, y entre tantos colores, buscar el que más se asemeje a la
defensa de lo que amamos Chile y su historia, pero no mirar para el lado y
comprometernos con una línea común de unidad y acción.
Aún tenemos tiempo y vida.
Aún tenemos Patria, y la esperanza de que hagamos lo que
corresponde, sin dejarse amedrentar ni menos doblegarse ante la evidente soberbia
y sed de venganza del adversario.
Feliz día camaradas.
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