lunes, 23 de septiembre de 2024

SUBOFICIAL SATURNINO MARIQUEO HUERAMAN

 Recuerdos de la vida, con un gran soldado, superior y amigo….

            No podemos dejar de sentir esa sensación de vacío que se produce en el corazón del soldado cuando el clarín nos  murmura con gran sentimiento de congoja  al oído, que nuevamente  ha partido uno de los nuestros, de aquellos que conocimos en la larga y esforzada vida militar que debimos enfrentar y en la cual conocimos  personas de tanta calidad humana y calidez, que cada vez que alguna de ellas parte de esta vida,  las nostalgias se apoderan de nosotros y  entonces  el recuerdo de todo lo vivido y compartido llega como una baño de memorias vivas y recuerdos inolvidables, que cada cual atesora en su propia vida.

            Saturnino Mariqueo Hueramán, el Soldado 2do.que me recibió como “pelao” conscripto el 74, que hacía “collera” con  el “Cuadradito “ Córdova y el “Gato Cáceres” o el inolvidable “Negro“ Moroso y estaba encuadrado con los  muchachos de entonces del “parche” celeste, era el  arquetipo del soldado trabajador y  esencial en todas las cuadrillas de reparaciones, y  sin duda que el  rey de la renovación de la madera, el amigo de las escofinas, de los cepillos, los martillos y los serruchos que guardaba y manejaba con destreza y celo en su inolvidable taller de carpintería. Trabajo que permitía contar siempre con un  servidor de la Unidad en todos los aspectos que requerían su  destreza y mano  especializada para el barniz, el arreglo de las sillas, y la prolongación de la vida útil del mobiliario en general,  lo cual  lo hacía un soldado indispensable por su importante función y gran capacidad en su tan hermoso oficio.

            No era muy amigo de cualquiera. Cuando era y quería ser amigo, ¡¡ERA AMIGO!!, pero cubría a menudo su rostro con una máscara de protección natural frente al duro ambiente que le rodeaba y se comportaba  un poco “parco”, desconfiado y observador como mecanismo de defensa personal, pues tenía abundantes kilómetros que la vida le había enseñado en su larga experiencia y se mantenía siempre muy cauto y reservado,  opuesto y contrario a aquella actitud y personalidad que a los jóvenes cabos o “chiporros” oficiales nos sobraba en la inocencia de servir en nuestras primeras destinaciones a las unidades, franqueza, sonrisa, amistad y elocuencia, creyendo sanamente al estar unidos en una m isma vocación en la ilusión de que todo el mundo es bueno, que todos son  leales, pero que íbamos descubriendo con el paso  de los tortuosos caminos,  aquello que “De todo  hay en la Villa del Señor”. Pero era así la inocencia sana, contraria a la  dura  y cruenta realidad que enfrentamos en el día a día en todo orden de cosas y así nos diferenciábamos del hombre maduro y serio con nosotros, llenos de motivación y con la risa siempre a flor de labios, tan  propia de las almas inocentes.

            Me tocó en varias oportunidades, en especial durante el mando del recordado y apreciado jefe  coronel Luis Garfias Cabrera, compartir con “Mariqueo” algunos trabajos personales del comandante, entre los que figuraba la confección de “Galvanos”, dado que ese tiempo de austeridad no permitía que pudiéramos comprar o adquirir de esos hermosos galvanos  fundidos o   producidos por las casas comerciales de prestigio, como “Milled” en Santiago, y dado que el coronel era exigente y austero, cuando llegó el tiempo de la despedida de los oficiales  a otras unidades, y dada la gran cantidad y hechos los estudios presupuestarios,  se dio cuenta de lo oneroso que significaba  reconocer a través de un premio  de recuerdo el galvano que tantas veces se había regalado a  quienes cumplían sus trabajos durante los años de su destinación.

            Así que, para economizar fondos,  conformó un equipo entre el SG2 Mariqueo el  SG1 Erices y el suscrito, el menos antiguo,  para cumplir ese objetivo y no perder esa larga  tradición.

             Erices sacaba y reproducía las fotos del general Amengual,  cuyo retrato adornaba la oficina del Comandante;  el suscrito ayudaba a recortar  los círculos de “melamina”  delgada e inscribir con letras y  a tinta china el nombre del General Amengual, pegar la foto en el círculo recortado  y Mariqueo  cortaba las tablas, las cepillaba y les pegaba unos cantos barnizados con sus manos laboriosas que daban brillo a todo lo que caía en sus manos. Antes de eso  pegábamos la tela de   terciopelo rojo adquirido en la tienda “La Paloma” con la tradicional OPC, y entonces estuvimos dedicados  como 15 días a esa “pega” urgente, (como todo en el ejército), y  llenando los mesones con esos presentes que serían regalados para quienes resultaran destinados, agregando un “escudo de armas” para la esposas y con eso ahorrando una considerable cantidad de dinero al regimiento. Por supuesto que esta medida no fue del agrado de  todos, no sabían el gran trabajo que se realizaba en la confección de este galvano artesanal. Pero eso es otro tema.

            En esos días de compartir el trabajo,  nos hicimos un “poco” amigos con el silencioso Mariqueo, que siempre estaba con ese rostro serio. Parecía siempre malhumorado,  pero era una percepción equivocada, él  no era así, era “su estilo”, su personalidad, y por supuesto que no  era fácil arrancarle una sonrisa, pero cuando  era amigo, (ya lo dije)….¡¡¡ERA AMIGO!!!…y a él lo apreciaban  en forma especial ¡¡SUS VERDADEROS AMIGOS!!,  por lo cual  quise entrar a su círculo de personas que lo apreciaban y  quizás por el trabajo que desarrollamos, junto a  muchos otros miembros de la Unidad,  también nos fuimos ganando esa confianza y ser parte de su más dilectos y distinguidos amigos y camaradas de labor.

            Claro que todo este proceso no fue fácil.

            En  algunas oportunidades y  antes de los Galvanos “famosos”,  necesité en muchas ocasiones,  por tener a cargo el “Almacén de Ayudas de Instrucción”, algún martillo y clavos para  los blancos que se llevarían a campaña y que la exigencia ordenaba que había que fabricar los bastidores  con maderas de desecho, y en cada oportunidad que fui al taller a pedirle martillo, clavos y serrucho, de la misma manera y con la misma fuerza y energía con que hacía sonar mis tacones de soldado infante y le gritaba: ¡¡PERMISO MI PRIMERO PARA HABLAR CON USTED!!!…Me miraba de soslayo y moviendo la ceja me autorizaba a hablar, (propio de la vida militar), y con esa misma energía, con el mismo grito y  con la misma impresionante fuerza con la que trataba de granjearme su amistad, me mandaba a la cresta del cerro militar más cercano a  conseguir herramientas a otro lugar,  pues las de él, las tenía ocupadas por que él era el dueño de “sus” herramientas, el regimiento no le compraba ¡nada! y él tenía que traerlas de su casa, así que varias veces me mandó literalmente a los brazos de mi madre,  lo cual me obligaba a esperar un par de días y volver a recargar y repetir  la solicitud, ante la cual  de a poco  fue cediendo, aunque el primer martillo que me prestó  no tenia ni mango y estaba viejo y oxidado,  y era una vieja pieza de museo.

           

            ¡Puchas que era “fregado” mi sargento Mariqueo…..!

            Ni decir cuando estaba de Guardia,  en esas noches interminables  controlando la Guardia, a veces sentado   como telefonista, no le aguantaba la “punta” a nadie y todos sabíamos que no se le podía ni mirar para no faltarle el respeto….

            Cada vez que quise ganármelo como amigo y pedirle  un favor, me decía su diaria poesía y que quedó grabada para toda la vida en mi mente:

            “AMIGOS CUANDO HAY HIGOS, CUANDO HAY BREVA….NI WEBA”

            Y me mandaba muy seguido a “Freir los monos, allá atrás de los ripios”, como dicen en el lenguaje tradicional de la pampa salitrera….

            Los jefes de entonces, como el Gringo Grunert, (que lo llamaba: “LO MARIQUEO”), sabían que Mariqueo no se casaba con nadie. Cuando había que hacer una “pega” la hacía con toda su capacidad y gran sentido del deber, hubo muchas tareas que cumplió como soldado o suboficial a cargo de la “Carpintería”, y todas muy bien ejecutadas, pero ni los oficiales jóvenes ni nosotros podíamos acceder a “su” territorio, marcado con el mismo espíritu con que era la formación dura, propia e insípida de su carácter.

            Pero después de los galvanos, del apoyo, de la pega que hicimos juntos…..Ya no fui más su “enemigo”.

            No digo que me abrazara o me sonriera, sería mentir, pero al menos sus mirada  de soldado serio y bondadoso,  llegaba un poco más allá de su límite natural y traspasaba al corazón con un siempre certero  buen consejo…..Aprendimos mutuamente  y  ya después, al menos  yo, ya no sufrí por la falta de martillo o clavos sobrantes, ni menos serrucho, aunque siempre se aseguraba de guardar sus mejores herramientas para él y tenía un stock específico y casi oxidado, para los “pedigüeños” de siempre, entre los cuales me encontraba pero que al menos sentía que en cada oportunidad me “salvaba la campana”.

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            Hay algo que no quiero ni puedo dejar de nombrar y que fue para mi el drama o chasco  más grande  que tuve que enfrentar con mi querido superior y amigo   Suboficial Saturnino Mariqueo.

            Se aproximaba la presentación en el Teatro Municipal de Antofagasta el entonces tradicional “Encuentro de Conjuntos Folklóricos” de la I División de Ejército, en el cual el “Esmeralda”, presentaba un cuadro costumbrista campesino, que mientras más real su montaje más  posibilidades teníamos de ser reconocidos por el “jurado”. Ya habíamos tenido algunos “éxitos” en años anteriores con nuestra “Tertulia del Séptimo de Línea” que narraba los hechos vividos antes de ir a la Guerra del Pacífico. En esos años, habíamos dejado la “vara” muy alta con nuestra actuación y el montaje inteligente de escenografías y  guiones. Entonces en esta oportunidad necesitábamos reforzar los detalles del nuevo “Cuadro costumbrista campesino”.

            Nada mejor entonces que, para representar auténticamente al campesino chileno con su  tradicional chupalla y canasto,  consideramos cantar la canción “Tengo yo para hacer cría, una po, una pollita en mi casa”… Y entraba uno de nuestros actores (el “Manzana”) al escenario con una buena producción del evento con un canasto en el cual se agitaba y asomaba graciosamente el “cogote” de una gallina vivita y coleando  lo que la daría realismo a nuestra actuación tan practicada.

            Fue una suerte de “manda”, ofrecida al Santo de mi devoción, San Judas Tadeo (que “todo” lo soluciona), cuando le pedí a  Saturnino que me prestara una de sus gallinas que como buen hombre de campo, criaba con mucho cariño su esposa  en su casita, por allá en la villa “Séptimo de Línea” cercana al entonces polígono de tiro de la Unidad.

            Me miró desconfiado y dispuesto a mandarme nuevamente a la “cresta” del cerro a mirar la playa, y parece que se contuvo en sus duras emociones y  me dijo:

            - CHICO GARCIA, ESO NO LO PUEDO DECIDIR YO, TIENES QUE IR  HABLAR CON MI SEÑORA……

            Pero ya teníamos todo: El canasto, el saco, las “chupallas” de  campesino, las canciones y hasta las “ojotas”……Y NOS FALTABA LA GALLINA….

            Debo reconocer que me sentí  “arrepentido” de haber querido “ponerle” tanto color al tema de la actuación, pero finalmente me atreví a ir donde la querida Sra. esposa de mi querido Suboficial  Mariqueo. Y si Mariqueo me miraba feo cuando no me conocía, lo mismo, pero multiplicado por diez, sentí cuando me miró extrañada su esposa, al ver la intrépida idea y audacia de mi parte de ir a pedirle una “gallina castellana de cogote colorado” (por decir algo), pequeña, ponedora diaria de huevos, su “mejor” pollita” regalona, para  hacerla “actriz” de  teatro y presentarla en esos conocidos  espectáculos de tanta concurrencia ciudadana.

            No fue fácil, quizás me miró medio desconfiada, luego de la honrada petición se fue   al interior de su casa quizás a conversarlo con su esposo o meditar si valía la pena mi confianza,  y luego salió con una gallina tibia, que  cacareaba dichosa por estar con su dueña y me la entregó,  como quien entrega un preciado tesoro con todas las recomendaciones que, terminada la actuación de esa misma noche, la gallina debía “estar de vuelta”   a dormir en su gallinero. Era la única exigencia del generoso y voluntarioso trato…..

            Ya no recuerdo el final del espectáculo,  pero creo que como tantas otras oportunidades el grupo folklórico del regimiento salió y resultó todo un éxito con su “Cuadro Campesino”, y terminado el espectáculo, venia la obligación contraída de hacer devolución del ave que ya a esa hora, tarde por supuesto, debía estar durmiendo en su gallinero.

            Y vino entonces la hora o la noche de angustia y de terror.

            Estaba el canasto, el saco harinero que servía como tibio paño de protección al ave, pero….

            ¡¡NO ESTABA POR NINGÚN LADO LA GALLINA!!

            Y  yo corría desesperado para preguntar a todo el mundo:

            ¿QUIEN HA VISTO LA GALLINA DE MI SUBOFICIAL MARIQUEO QUE ME PRESTÓ  SU ESPOSA Y QUE DEBO LLEVARLA A CASA ESTA MISMA NOCHE?

 

            Y solo el silencio sepulcral era mi respuesta. Todos me miraban con una sarcástica sonrisa oculta que  no podía evitar de sentirme y parecer en ese momento en la misma actitud del “más weón al arco”.

            Mi preocupación, mis carreras, mi sudor, mi taquicardia,  mis gritos ya casi de furia descontrolada, mi arrebato e inquietud y todo eso que produce dolor y pesar,  se me dio en ese momento casi cardíaco pues definitivamente: ¡¡Se habían robado la gallinaaaaaaaaaa!!

            (San Judas Tadeo tú que lo puedes todo, como   el Patrón de los imposibles…. ¡¡QUE APAREZCA LA GALLINAAAAA!!)

            No quería imaginarme llegar a casa de mi amigo Mariqueo enfrentar a su confiada y amada esposa, y decirle la triste realidad y expresarle:

            “Señora, la gallina no está en el teatro y la buscamos por las butacas, por el techo, el entretecho, por los pasillos  laterales que llevan al escenario tras las cortinas, y hasta despertamos las dormidas palomas de  los palomares por si se había equivocado de  “tibiezas”, y le informo oficialmente  que de tanto buscar hemos llegado a la conclusión que se han robado su gallina….”

            ¡¡Pero por eso que soy hombre de fe!! Y seguimos encomendados a San Judas Tadeo…….

            En esa oportunidad en que ocurrió todo esto,  venían delegaciones de Calama, Chuquicamata y Copiapó a participar a este encuentro folklórico. Entre los “artistas”  que traía la delegación del Calama, venia un ex colega “Esmeraldino”, apodado “El Burro”,  del cual no daré su apellido por respeto a quienes le sobreviven. Después de subir al bus, o a los buses y revisar los bolsos, canastos , las maletas, las polleras y todo lo que pudiera servir como hospedaje improvisado para ocultar una gallina, divisé en el fondo del bus militar de transporte a ese  desgraciado e infame sujeto apodado “Burro”, el cual sudaba de nerviosismo y acomodado en su asiento, bien arrinconado y mientras inspeccionaba  disimuladamente su ubicación, (en medio de mis oraciones a San Judas) de pronto  de entre su camisa o su pecho poco corpulento, se asomó el cogote casi ya “pelado” y un estertoroso cacareo de incomodidad,  nuestra “actriz principal” de reparto de la noche exitosa:  la gallina de mi querido amigo Mariqueo….

            No quiero recordar ese incidente con mayor detalle, porque fue indecente,  sucio, chueco,  inmoral, despiadado y cruel. ¡¡Todo lo que sufrí por ese pescuezo de gallina en esos dramáticos momentos,  me despertaron ese mal sentimiento de querer odiar, matar y asesinar  o cortarle la cola a ese “burro” despiadado y  sinvergüenza, (y que me perdonen los burros), por haber tenido la  osadía de querer robarse esa gallinita tímida, silenciosa, bien amada por su dueña, actriz de primera línea, que esa noche nos permitiera  ser destacados en nuestro encuentro folklórico, exceptuando la destacada participación de los hermanos infantes del Calama y que, sin saberlo, se vieron también empañados y engañados  con el tema de la gallina.

            Eso fue el broche negro por no decir la guinda de la torta  que nos dejó ese gusto amargo, doloroso y de tristeza y  el “Burro” era mi amigo, trabajamos juntos en la construcción del “Altar de los Héroes del Séptimo de Línea”, acordándome en medio de esta desgraciada situación del filósofo Mariqueo, que siempre me decía:

            ¡¡AMIGOS CUANDO HAY HIGOS, CUANDO HAY BREVA NI HUEVA””…….

 

            Terminado el incidente la pobre gallina que salió de las manos de la esposa  un tanto convencida que la cuidaríamos como su  “regalona” y que  parecía una polla inflada  de orgullo y llena de vida,  tuve que tomarla con  delicadeza y cuidados y en realidad  por el  intento de permanecer encerrada en el escuálido cuerpo del  infame burro,  era un desparpajo de pollo, flacuchento, nervioso, tiritón, con los ojos medio desorbitados mirando el cielo y con todo eso que viví,  lleno de incomodidad y vergüenza, tuve que ir a entregar  esa adorada criatura ave  vulnerada a su dueña, la que desde entonces ya nunca más se le ocurriría prestar sus pollos para alguna tertulia folklórica de los militares.

            Ni decir de mi casi amigo Mariqueo, por respeto al tiempo que nos conocíamos, al día siguiente me dijo :

            - Chico Garcia, cagaste “para siemore”con mi señora. ¡¡La gallina llego casi muerta y se lo pasó toda la noche reviviéndola!!

            ¡Ay amigo Mariqueo!, mi querido Suboficial Mariqueo.

             ¡Cuántas situaciones vivimos en ese hogar llamado cuartel del “Esmeralda”! en esas largas e inolvidables jornadas de trabajo.

             Quizás no fui merecedor a la confianza después de ese “impasse”, pero cada vez que te divisé en el centro con tu esposa, no me atreví a saludarte para no recibir de su amada esposa el merecido y bien ganado rosario  de garabatos que merecí  como  corolario final de esa terrible noche en que me robaron la gallina…..

            Hoy 24 de septiembre de 2024, estarás en tu viaje final de despedida.

            A estas altas horas de la noche (03:00 hrs. Como en nuestras sufridas  “Guardias” , he querido recordarte junto a mis oraciones nocturnas,  y en esta larga noche en que tu cuerpo ya descansa en paz, quizás tengas tiempo para darte una vuelta por los sueños y estrecharnos como amigos y  reírte a carcajadas en forma excepcional de esta incómoda anécdota y recuerdo, la cual nos hizo más amigos y nos unió en la experiencia  más desagradables de mi propia vida.

            Como “cuento aparte”, agradecerte cuando ascendiste a Suboficial junto al “Gato” Cáceres y al “Cuadradito” Córdova, y junto al recordado “Negro” Moroso,  a quienes conocí de soldados cuando cumplí mi servicio militar en nuestro amado regimiento “Esmeralda”, y ya en mi época de joven Cabo 2do. tuvieran la gentileza de invitarme a compartir esa alegría propia de sus ascensos en algún restaurant de la ciudad, con lo cual me honraron y me dieron la más grande lección de lealtad y cariño, mis instructores, verdaderos padres y amigos  mis “viejos” militares queridos que ya descansan en paz, brindando alguna copa de vino tinto allá en algún cantina celestial, esperando la hora en que volveremos a compartir en esa  inevitable y próxima reunión pendiente por el momento para cultivar el amor y camaradería de soldados del Ejército de Chile.

            ¡¡SALUD!!…y Descansa en paz….

  

 

(Tu amigo Garcia, como muchos “Esmeraldinos” anónimos y serviciales que te apreciaron y conocieron en tu verdadera dimensión de hombre de bien y que te recordarán por siempre).





























  

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