sábado, 2 de noviembre de 2024

Visitando el Cementerio de Coya Sur

 


Y en estos lugares de descanso de los cuerpos vencidos por la vida y la fatiga, existe el recogimiento espiritual pampino. Allí  está la historia de los hombres y mujeres que escribieron con sus propias personalidades  y sus inolvidables sonrisas  la mejor historia: la de sus propias familias.

            No hay mayor paz para el alma que brindarles una oración para traer a nuestras memorias el recuerdo imborrable de ese inolvidable paso por estas desérticas tierras de la pampa, donde nunca fue fácil conquistar el desierto, donde vivíamos como niños inocentes y felices, y sin tener esa capacidad de apreciar el valor inmenso del esfuerzo, la conquista  y heroísmo de nuestros padres, madres y  abuelos. No logramos comprender la grandiosidad y magnificencia de tan generosa entrega. Fue allí donde se contaminaron sus pulmones de polvo invisible de caliche y sus manos aterciopeladas y suaves se  volvieron ásperas y duras por el trabajo  y  las grietas dibujaron sus huellas indelebles en sus propios rostros com o parte de esa inhóspita geografía. Allí se fundieron sus sueños y vivencias con el paisaje agreste  en medio de las sinfonías del viento y sus remolinos que pasearon sus  brazos con sus dedos juguetones barriendo las arenas.             Allí los ojos  fueron testigos de los más maravillosos atardeceres, y en la noche estrellada del descanso, se durmieron llenos de esperanzas de un siempre mejor mañana, que fue al fin de cuentas la fuerza  para comenzar el día a día.

            Y allí estuvimos nosotros creciendo y amando esa tierra bendita.

            ¡¡ Qué valentía para la conquista de la tierra!! Fueron nuestros grandes héroes sin capa y  soldados  de pala  y picota para horadar  y sacar de las entrañas las riquezas.

            No hay tarde actual que no podamos  rememorar  y hasta sentir sus pasos acelerados  desde la faena  a sus hogares y el temprano desplazamiento  en la viceversa de la dinámica del turno laboral y la exigencia de esos pies cansados o llenos de entusiasmo corriendo a la “java” de la estación o a las secciones del trabajo.

            No hay día que no podamos dejar pensar  en ellos, todo lo contrario, debemos hacerlo siempre,  porque fueron nuestro ejemplo, lo dieron todo, lo hicieron todo y lo entregaron todo,  en una ofrenda sagrada a la tierra de sus propias vidas.

            No tuvimos tiempo para entenderlos  o para haberlos amado  con mayor intensidad, por que estaban destinados  a dejar sus sudores y sus lágrimas entre las ardientes arenas.

            Gracias pampinos de ayer, de hoy y de siempre.

            Nunca           habrá una historia humana que pueda ser  comparada a tu vida. Sólo  el Supremo sabe de tus sueños, de tus luchas,  de tus renuncias y de tus penas.

            Pero aquí estamos los que sabemos que nunca fue fácil dominar  lo duro de la tierra.

            Y por eso que  con nuestra mirada perdida en esos horizontes interminables, rendimos una oración de  gratitud a tu sagrada memoria.

            Gracias pampinos de ayer, de hoy y  de siempre. 























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