sábado, 10 de octubre de 2020

Atardecer

En la costa vacía de niños se mecen los encajes de las olas y en el horizonte un disco de sol duerme y se acomoda, dando paso a las luminosas estrellas con su cruz del sur tatuada en Orión, con su espada de centinela. La ciudad duerme, nerviosa sueña. Algún día dejaremos la esclavitud de la pandemia. Amanecerá radiante, anunciando una nueva era y traerá amor y comprensión, dejando las máscaras de soberbia, para mostrar nuestras sonrisas renovadas y abrazarnos ya sin odios, miedo y tonto orgullo que nos ciega. Un nuevo despertar como se merece Antofagasta, nuestra tierra.  (99 palabras) 

Carmencita (Micro cuento en 100 palabras)

La negrita que perdió su pega vive en el campamento del olvido. Cada mañana enciende el gas en la sede para que hiervan las burbujas que elevan los aromas de porotos, amasando con sus manos pulcras el blanco pan de la alegría de los niños, superando las angustias de las noches oscuras y amanecer con esperanzas en la lucha diaria del sustento. No llega ayuda, ni gobierno, ni de esos que esparcen en la red sus selfies como semillas. Carmencita pide o golpea puertas con su tierna sonrisa. No se vende a ningún político para no tener que pagar la cuenta. (100 palabras.)

Madres Educadoras (Micro cuento en 100 palabras)

 

Los parques infantiles vacíos, las aulas repletas de palomas y silencios, los perros de la calle esperan la algarabía ruidosa de los niños para que llenen cada mañana las sillas vacías de ilusión y de esperanzas. Maestros que se amanecieron aprendiendo tecnologías y reinventando su vocación sagrada y madres que vivían sus mañanas libres metidas en las ollas y el gimnasio, cambiando los cucharones por teclados y reaccionando en lo que nunca debieron dejar: educar como parte de un ciclo completo, y que hoy se sorprenden de tanto que aprendieron y descubrieron que sus hijos, no siempre son “mateos”. (99 palabras..)

Restricción: (Un "micro cuento"...en 100 palabras...)

    

Y la cuarentena nos enseñó que había casa, amor, hijos, nietos y mucho que aprender. Los platos, la cocina, el gas, la luz, el agua, amasar pan, cocinar porotos, budín con pan añejo y azúcar, envolver tomates con papel, las papas en cajas a oscuras y las cebollas aparte, el sudor de los guisos con mote o con chuchoca, las lentejas y los garbanzos, vivir tan cercanos a un supermercado y preferir el almacén bien surtido del "peruano", eludiendo el permiso y ahogado de cansancio con la máscara mal oliente y la conciencia cansada; pero vivo...

martes, 6 de octubre de 2020

ELLA....(La canción del ayer. )

 En la casa de los Castañeda, Joel y David, participábamos, muy ordenaditos, en el "Malón" del curso, y todavía el sol estaba en los cielos pampinos alumbrando la tarde de mil colores, eran casi las 18:30 hrs., y esa música sonaba en el pick up, y yo tímidamente soñaba con bailar con la Blanquita Contreras, que era más alta que yo, pero que su mirada estaba siempre dirigida a otro de sus inocentes amores de niña...Aún así me atreví, me tiritaban las piernas y mi piel se sonrojaba de esa posibilidad de estar tan cerca de un sueño que podría quizás alguna tarde convertirse en realidad, o como gran premio de la vida, terminar en un dulce y suave beso... Nunca fui buen bailarín, de verdad no era muy diestro en el compás y me costaba no pisarle sus finos piececitos y de pronto trastabillar en medio de la salita donde sonaba la música.

Al costado del salón un limpio y albo mantel adornaba la mesa del comedor, repleto de "canapés" de huevo o paté  adornados con alguna redondita zanahoria, o esa "media luna" de "aceituna" que parecía pintar y ofrecerme esa sonrisa de aprobación por mi valiente intento, contrastando un todo hermoso decorado, y en entre medio de los platos, las flores plásticas con vistosos frascos de vidrio, aún olientes y lavadas con Rinso, daban un grado de pulcra limpieza al oloroso y  delicioso rincón, donde de vez en cuando la "dueña de casa" sacaba, para repartir entre los niños, (que sólo miraban el baile,  sentados y ocupando las sillas ubicadas en las paredes que daban a las ventanas enrejadas hacia la calle Aconcagua), algún plato con un cerro de queques de naranja, finamente cortados  y algún vaso de Orange Crush, o esas coloridas Bilz o amarillentas Papayas que nos subían el azùcar  y la adrenalina y nos calmaban también la sed...

Entre tanto, ese disco: "Ella"…. y yo la miraba fijo a los ojos hacia “arriba”, y ella sonreía coquetamente hacia “abajo”, (éramos desde ya incompatibles por nuestras distintas "alturas"). ella siempre esforzándose por no parecer tan "alta" a mi lado, y yo "empinando" mis sufridos pies adentro de mis zapatos viejos, recauchados con goma de las correas transportadoras, (pero bien lustrados), esforzándome todo lo que podía con extremo disimulo, y tratando de crecer esos centímetros tan necesarios para llegar al menos a la vista de su boca, doblegándome con valentía y soberbio orgullo desde mi frágil y pequeña estatura. Me arrimaba hacia arriba, siguiendo las "sabias" instrucciones del "Gringo" Poblete, que me decía como debía tomar a la dama para el baile,  desplazándome para mejorar mi compás, y aparte de la emocionada "caricatura", el "lento" de Adamo, hacía que mentalmente cantara a mis adentros ese "ritmo" de: Uno, dos; Un, dos, tres...Uno, dos; Un, dos, tres. Uno, dos; Un, dos, tres… (casi como un ensayo de desfile con los scouts en la Escuela...). Mientras llevaba el ritmo, (o el mal ritmo) esquivando dañar sus piececitos con los zapatones duros de goma, soñaba en mis adentros, con cualquier cosa que me llevara y permitiera permanecer así, con "Ella" y Adamo toda la tarde...(casi noche)...

Y entonces, ¡¡Oh my gad!!  Ella, la Blanquita, (la princesa de mis sueños)…de pronto lanza su exabrupto, sin violencia, siempre fina y educada como era ella…. Y me dice casi sonriente: ¡TÚ EDUARDO, ERES "MUY PESADO" PARA BAILAR!,¡TE CUELGAS DE MÍ, Y TIENES UN PÈSIMO RITMO!...dejándome entonces en medio de la "pista", y gracias a la providencia directamente apuntado a la mesa de los canapé de huevo, donde corrí presuroso, con mis pesados zapatones negros, ya delatado y sin ningún disimulo, a engullirme un pan con paté y zanahoria, y otro de huevo y aceituna y un queque de limón y otro de naranja, y tragarme en medio de la vergüenza, lña sequedad de mis pesares revolviéndolo todo con un vaso de "Pepsicola", que me calmó la ira y me tranquilizó  conciencia y destruyó en un segundo y para siempre mi “enamorado” sueño. Ya son más de cincuenta y tantos años y al igual que ayer, aún me "tiritan" la emoción y se agitan adoloridas y tiritonas las piernas

lunes, 5 de octubre de 2020

GRADUACIÓN SS.OO.MM.

 Y nada somos si no tenemos esa compañera, esposa de soldado, que se ha llevado en su silencio todas nuestras ausencias, siendo padre y madre en tantas oportunidades. Gracias a mi esposa, Mònica, compañera de esta larga aventura de vivir y por supuesto a toda mi amada familia.

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UN CUENTO DEL TIO

6 de enero 2022 Estimados amigos y vecinos de Antofagasta: Hoy, bajando por la Avenida Arturo Pérez Canto, al llegar al semáforo   con A...