En la casa de los Castañeda, Joel y David, participábamos, muy ordenaditos, en el "Malón" del curso, y todavía el sol estaba en los cielos pampinos alumbrando la tarde de mil colores, eran casi las 18:30 hrs., y esa música sonaba en el pick up, y yo tímidamente soñaba con bailar con la Blanquita Contreras, que era más alta que yo, pero que su mirada estaba siempre dirigida a otro de sus inocentes amores de niña...Aún así me atreví, me tiritaban las piernas y mi piel se sonrojaba de esa posibilidad de estar tan cerca de un sueño que podría quizás alguna tarde convertirse en realidad, o como gran premio de la vida, terminar en un dulce y suave beso... Nunca fui buen bailarín, de verdad no era muy diestro en el compás y me costaba no pisarle sus finos piececitos y de pronto trastabillar en medio de la salita donde sonaba la música.
Al costado del salón un limpio y albo mantel
adornaba la mesa del comedor, repleto de "canapés" de huevo o paté adornados con alguna redondita zanahoria, o
esa "media luna" de "aceituna" que parecía pintar y
ofrecerme esa sonrisa de aprobación por mi valiente intento, contrastando un
todo hermoso decorado, y en entre medio de los platos, las flores plásticas con
vistosos frascos de vidrio, aún olientes y lavadas con Rinso, daban un grado de
pulcra limpieza al oloroso y delicioso rincón,
donde de vez en cuando la "dueña de casa" sacaba, para repartir entre
los niños, (que sólo miraban el baile, sentados y ocupando las sillas ubicadas en las
paredes que daban a las ventanas enrejadas hacia la calle Aconcagua), algún
plato con un cerro de queques de naranja, finamente cortados y algún vaso de Orange Crush, o esas coloridas
Bilz o amarillentas Papayas que nos subían el azùcar y la adrenalina y nos calmaban también la
sed...
Entre tanto, ese disco: "Ella"…. y yo
la miraba fijo a los ojos hacia “arriba”, y ella sonreía coquetamente hacia “abajo”,
(éramos desde ya incompatibles por nuestras distintas "alturas"). ella
siempre esforzándose por no parecer tan "alta" a mi lado, y yo
"empinando" mis sufridos pies adentro de mis zapatos viejos, recauchados
con goma de las correas transportadoras, (pero bien lustrados), esforzándome
todo lo que podía con extremo disimulo, y tratando de crecer esos centímetros
tan necesarios para llegar al menos a la vista de su boca, doblegándome con
valentía y soberbio orgullo desde mi frágil y pequeña estatura. Me arrimaba
hacia arriba, siguiendo las "sabias" instrucciones del
"Gringo" Poblete, que me decía como debía tomar a la dama para el
baile, desplazándome para mejorar mi
compás, y aparte de la emocionada "caricatura", el "lento"
de Adamo, hacía que mentalmente cantara a mis adentros ese "ritmo"
de: Uno, dos; Un, dos, tres...Uno, dos; Un, dos, tres. Uno, dos; Un, dos, tres…
(casi como un ensayo de desfile con los scouts en la Escuela...). Mientras
llevaba el ritmo, (o el mal ritmo) esquivando dañar sus piececitos con los
zapatones duros de goma, soñaba en mis adentros, con cualquier cosa que me
llevara y permitiera permanecer así, con "Ella" y Adamo toda la
tarde...(casi noche)...
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