sábado, 10 de abril de 2021

PARA EL "GATO" AEDO...

 

EL "Gato"  cuando era joven

`PARA RECUERDO DEL GRAN AMIGO Y CAMARADA “GATO” AEDO…..

Nuestras vidas de soldados están llenas de anécdotas y situaciones tan particulares,  que si bien en el momento nos causaron algún enojo o   complicación, con los años se tornan como buen recuerdo, y hasta  agradables y simpáticas.

Los “apodos” a nadie nos gustan.

Cuando llegué al “Esmeralda”, la promoción anterior a la mía,  con sus “secuaces” de siempre, (no todos por supuesto),  llenó los baños del módulo de solteros con carteles de saludos ofensivos para mí, (sin yo jamás haberles hecho daño ni decirle  nada.)  Los colgaron entre largas cuerdas desde los baños y puertas,  anunciando con sus letras con  lápices plumones y de pasta un no muy sano “BULLYNG” que no  conocíamos en ese tiempo.  Decían las amables cenefas de bienvenida: “PAITOCO GARCIA” (por ser “nortino”) y varios “saludos protocolares” de bienvenida. (No recuerdo un “Pal que lee”, mentiría.)

Uno de esos llamativos letreros, escritos en hojas de oficio y/o de cartas, decía: “EL PAITOCO “PICAPIEDRA”,  lo cual, me permitió esbozar, dentro de la pena propia de recién llegado, una sonrisa, puesto que  “PICAPIEDRA”, se refería quizás a mi porte, o a mi  “pera” un tanto alargada por un defecto dental que nunca pude corregir por no tener los recursos económicos,  y que llamaban médicamente “Mordida al revés”. Para eso había que recortar la mandíbula y hacer una gran operación quirúrgica, la cual en el regimiento no había ninguna posibilidad. Con “cueva”  me sacaron por allí, alguna vez,  una muela; y siempre estuve en la lista de larga espera, porque  había atención solamente para los “regalones” para los “españoles”, o  para los del club de la amistad.  Para más remate y desgracia, una  vez que fui al dentista y  después de una pequeña reparación dental, me dijo:  - “Enjuáguese” -  y me di cuenta que el vasito del enjuague bucal,  el único existente en la enfermería, tenía mucho óxido o “caries” e incrustaciones verdosas por el uso o mal uso, ya no sé, de  los cientos de “milicos” que se atendían en ese sillón, donde movíamos los dedos de las patas de puro miedo, es decir  "donde mueren los valientes”,  y  me dije a mi mismo sin ser delicado ni cartuchón: - ¡¡Esta weá es un asco!!-

 Así que siempre, con deseo generoso de “servir” y no criticar, y actuar sin dañar,  compré una veintena de vasitos plásticos desechables pequeños afines, y  en la segunda visita médica los llevé y entregué al chinito moreno bueno para el fútbol  que era el  joven oficial de sanidad dental. En vez de agradecer mi noble gesto, lo digo con respeto, “cagué" para toda la vida, porque nunca más me quiso atender y  me trató muy mal, (discriminado),  y en realidad mi buen gesto iba en apoyo a su actividad, sobretodo a la referida a la higiene, por cuanto el vasito de vidrio blanco, casi verde, lleno de  microbios e incrustaciones,  ni la pobre Yasna, joven secretaria dental, era capaz de lavar o  desinfectar, por el asco o arcada que le producía. El pequeño "vasito", verde y  mal oliente  besado por  los cientos de soldados y tropa como nosotros, que pedía a gritos una desinfección urgente o limpieza con "esmeril" de ese sarro acumulado de quizás cuántas atenciones, con tibias salivas y húmedas y sanguinolentas lenguas. Desde ese instante supe que moriría con el apodo “PICAPIEDRA”, porque no tendría posibilidad de una atención formal y decente. (A veces hay que hacerse el "weón" y yo no tengo ese "defecto"…)

El tema es que entre los más antiguos de la promoción del “Gato” Aedo, del "Perrito” Fuentes, o el "Ciego" Gutiérrez,  (hablando de “Apodos” ) y mis más  cercanos camaradas del inolvidable IV Batallón,  quedé bautizado con el desagradable mote o apodo de “Picapiedra”.

Debo ser sincero y decir que siempre , a pesar del ¡¡PICAPIEDRAS!!, fui tratado siempre con respeto y con cariño. 

Cuando en las tardes de oficina en la Comandancia, y ya muchos años después de ya casi olvidado  incidente  en que me bautizaron como bienvenida con ese apodo,  era casi común, después de la “bajada de bandera”, y ya en la hora que caía el sol por el  horizonte, un tránsito de jóvenes clases en desfile silencioso, que venían desde el módulo bajando la montaña, olorosos a “colonia Inglesa”, con sus cargamento de chiclets de mentas en los bolsillos y con las monedas justas para el pasaje o la compra necesaria del momento,  a sus frecuentes citas amorosas con las "pololas" antofagastinas. Más tarde, volvían con alguna bolsa entre manos, trayendo  útiles de aseo personal o menesteres propios  adquiridos en los cercanos negocios aledaños de la población militar o por último, “bajaban” a pedir prestado para comunicarse con sus familias,  y quedar drásticamente anotados en el cuaderno  para el “descuento”, por el uso de  esa única “mierda” de teléfono que tenían  en la guardia del cuartel, rezando muchas veces para que en ese momento que tú lo ocupabas,  no se le ocurriera llamar a un “jefe”,  porque si estaba “ocupado”, le llegaban las “penas del infierno” al telefonista de turno, y los S.E. (“Su Excelencia”) o Servicios Especiales,  te tendrían “calulados” para el fin de semana. (Me acordé del “Calulo”, otro conocido apodo y con él otras  buena historias.)

Muchas veces en las largas jornadas que vivíamos en los trabajos de la Comandancia, nos encontramos en esa semioscuridad del edificio de la comandancia con los que allí laborábamos, en espera que  se le ocurriera “irse” a descansar al jefe. Vivíamos y moríamos 24/7, enjaulados y expectantes  para recién en tardías horas, hacer nuestras  propias tareas y preocupaciones.

El “Gato” Aedo,  del cual tengo muchas cosas que contar, era afable y amable y muy buena gente. Siempre nos regalaba un buen consejo, pero era en verdad muy bueno “pal webeo” a pesar de su cara seria y sus ojos de niño bueno, siempre andaba con esas tallas o con la del “bandido” provocando algún movimiento de risas entre sus amigos y camaradas.

En algunas oportunidades, el gato Aedo me saludaba con su sonrisa alegre, diciéndome: - ¿”Quiubo”  Picapiedra? Como estái? ¿Todavía trabajando?-  Y en esos momentos nos cruzábamos una sonrisa de amistad y  nos reíamos de su alegría y su forma que   lo caracterizaba dentro de  los  camaradas de todo el regimiento. El “gato” Aedo era famoso, como el “perro” Fuentes, o el “Mocho” Henríquez, como el “huaso” Villablanca,  o el “Calulo” Contreras, o  para los más viejos “Esmeraldinos”, como el “perro” Salazar. El “muerto” Guerra,  “marciano” Ordoñez. De los "los “Monos”, parecía que hacían  fiesta en los patios del cuartel en odas partes había uno. Ni decir de los “Cabezónes”…(habían varios…) (Cómo pueden leer, puros personajes que no se olvidan.)

 Conversando hace poco  con el "Gato", me recordaba él, con su característico sentido del humor, detalles que yo casi había olvidado. 

El Regimiento se preparaba esa noche para concurrir a un ejercicio  militar a la zona  de maniobras, y habíamos tenido muy poco tiempo para comprar las típicas cosas de campaña, entonces esa tarde, salieron todos los que les faltaba algo  y  aprovecharon esas largas horas  quizás para despedirse de las pololas  o tomarse algún, "tecito" con malicia  para la sed, tan típico en esa época, pero con el compromiso que a las 5 de la madrugada, motores en marcha y listos  para la salida a terreno.

El poco elocuente y "agradable" Comandante Benavides, al que no lo hacían reír ni "con una tonelada de Tonys" -como me dice en los recuerdos el "Gato"-, se paseaba nerviosamente de un lado afuera de la Comandancia, y muy cercano a él, nosotros los de la Plana Mayor, "Chino" Cortés, el "Pato" Pérez, quizás el "Guatón" Ibarra, y entre los  que apoyarían al 2do Comandante, su conductor, CB1 Saldaña y quizás  el sargento Estrada . Todos estábamos equipados, listos para salir, pero aún eran recién las 04:30 hrs., y nos quedaba una media hora aún para conversar e ultimar detalles antes de iniciar la marcha. 

La cosa es que en larga espera listos para embarcar y continuar nuestras infaltables tareas, venían llegando de "franco", como a las  04:30 hrs.  el “Gato” y varios más, casi todos amigos del módulo, quizás entre ellos, Díaz, Canales, Ramón Cerda  o Estrada, Neira, o el Joaco y el "Chureja" Echeverría, que eran miembro honorarios y permanentes del  club de los "más amigos".

Entonces el “Gato”, saludando al “montón” de sombras y dirigiéndose a mi  inconfundible figura, y al grupo que esperaba la hora de embarcar para partir,  con esa voz enérgica, fuerte, llena de emoción y alegría, y  no puedo negar que quizás envalentonado por ese "tecito" mágico y reparador que se tomó antes de partir a terreno, me gritó, porque ni siquiera lo dijo suave:

- ¡¡QUIUBOOO “PICAPIEDRAAAAAAAA….!!! ¿TODAVÍA TE JUNTAI CON LOS WEONES?

Y en ese mismo instante estaba con nosotros en el grupo de sombras  conversando, el malhumorado y poco simpático  2do comandante.

-¿Qué dijo Aedo?

(Conche mi maire, cagué. Y para remate ando "curao") ... pensó el Gato.

- Devuélvase…. ¡ Y RINDA HONORES ¡

Y   ¡¡TODOS USTEDES TAMBIÉN!! – dirigiéndose a los que nada tenían que ver y que venían con sus bolsas de las compras en una larga fila desde la Guardia…

(Yo para mis adentros “sufría” por el desenlace del tan cariñoso y normal saludo tan propio entre nosotros…)

Una vez rendido los honores, el Comandante volvió a ordenar con fuerte grito:

¡¡TODOS DE NUEVO!!

Y así sucesivamente, fueron como “varias pasadas”…

 Ya el comandante cansado de tantos honores y desfiles,  ordenó muy exhausto por última vez:

¡¡ AHORA CON PASO REGULAR, HASTA QUE LOS PIERDA DE VISTA Y ADEMÁS SON LOS ÚNICOS QUE NOS FALTAN PARA EMBARCAR!!

 Y entonces,  las estrellas nocturnas, el viento nortino, el aire del cuartel que bajaba como con las ventanas abiertas desde la Coviefi, los soldados que subían nerviosos sus mochilas y armamento a los camiones para ir al entrenamiento del combate,  y los centinelas de distintos lugares, observaron  ese inusual desfile, a las 04:30 hrs. de la madrugada  de esa tropa de civiles atrasados en  hilera, los que uno a uno, junto con saludar, se fueron marchando con paso regular, en una  larga e interminable  columna desfilando con el “Tambor Mayor”, el Gato Aedo a la cabeza (y que todavía decía en su mente:  "Conche mi maire, cagué..)  apuraditos a cambiarse las tenidas y subirse a los camiones  para dar inicio exactamente a las 5 en punto de la madrugada , la partida hacia las maniobras militares.

De eso son tantos años, y ya nunca más, por gracia del destino para mí, sin variar nuestra amistad, y quizás con algunos detalles olvidados de la historia, nunca me volvió a gritar el "Gato" Aedo,  en ninguna otra ocasión:

                   -¡QUIUBO PICAPIEDRAS! 

  ¿TODAVÍA TE JUNTAI CON LOS WEONES?

_____________________ 

Notas:

Autor: Carlos Garcia Banda

Con cariño para el “Gato” Aedo

La palabra "Quiubo viene del ¿QUÉ HUBO? Así se usaba antiguamente,... 

(Pudieran  haber detalles que he olvidado,  pero esa es la esencia de la historia, que compartimos en los recuerdos con el querido "Gato" Aedo. ...)

En la fotografía "Reconocimiento Paso Cajón", faltó nombrar , al que está con la fuente y que me dice Joaquín Gutiérrez que es CASTRO...(Creo le apodaban...El Idiota...Otro apodo, con respeto..


                  ALGUNAS FOTOS PARA EL RECUERDO.....










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