El camino de Cristo, es un camino difícil, nos obliga a ser humildes, serviciales a tener siempre la voluntad del perdón y en todo, la luz del Señor debe ser siempre una luz de esperanza de amor y de amistad, sincera y verdadera. En la época romana, arrojaban a los Cristianos en medio del “Circo Romano”, y no hubo ninguno que empuñara un arma, sólo hubo ofrecimiento de sus propias vidas, sabiendo que alcanzarían una muerte dolorosa y un pasaje directo a la Vida Eterna. El Evangelio del domingo nos hablaba de todos los hermanos que fueron muriendo uno a uno y nunca perdieron la fe, y jamás levantaron una mano en defensa de sus vidas. Eso es una muestra de fe inconmensurable. Debemos perdonar en nombre de Jesús debemos amar, en nombre de Jesús, debemos unirnos en nombre de Jesús, debemos llevar esperanzas y paz a cualquier lugar donde debamos Evangelizar, debemos ser palomas de paz y creer que Dios será siempre nuestro mejor juez. Debemos ser consecuentes con el Evangelio y amar al prójimo como a nosotros mismos, debemos poner la otra mejilla, aunque nos cueste, porque ése es el mandato del Señor. Ojalá que nunca las ideas nos separen, la humanidad, pase lo que pase, sea la idea cual sea, no está abandonada; Dios siempre triunfará y su justicia y su misericordia son la más perfecta. Cuando seguimos a Dios, podemos morir en paz y seguramente alcanzaremos un lugar, aunque sea un humilde rinconcito en ese cielo amado, cuando seguimos a los hombres, caemos en el triste error de la idolatría humana y nos llenamos de ansiedades terrenales y extremas. El “Soberano Rey”, Jesucristo nos dice: “Mi Reino no es de este mundo”, y el mundo seguirá lleno de conflictos, lleno de ambiciones de poder, cada cual quiere más TENER que SER, el mundo levantará la espada contra espada, hermano contra hermano, ofensa por ofensa, “ojo por ojo y diente por diente”, y esa ley Jesús la abolió por otra actitud, la de amarse los unos a otros y no “armarse los unos contra los otros”. Si alguno muere en el nombre de Jesús tiene asegurada la “Vida Eterna”, el que es soberbio, orgulloso, y es capaz de poner a hermanos contra hermanos, a practicar la violencia, a separar las personas por ideas, no es cristiano y da un muy mal ejemplo. EL seguimiento de Jesús. Exige una entrega y confianza absoluta en Èl. Podrán quemar las catedrales, romper las imágenes de yeso que sólo son símbolos de nuestra creencia y fe, asesinar a miles de inocentes, juzgar a cada cual por sus actos, y esa intolerancia, por más muerte y desastre que traiga, no solucionará la tan necesaria “civilización del amor” que Cristo nos obliga a mantener como fuente de esperanza y de luz. La violencia engendra violencia, y el odio divide, nunca une. Solo el perdón sincero del corazón libera, lo demás es sólo una innecesaria tormenta del alma.
Un gran abrazo a todos ustedes en el inicio del día y los
mejores deseos de que la verdadera Paz del Señor nos acompañe en nuestras
tareas y responsabilidades sin dudar jamás que Jesús va a nuestro lado,
caminando o llevándonos en medio de las tormentas, y quizás en muchos tramos
marcando solo su propia “huella en la
arena”, porque nos lleva en brazos
ayudándonos a vencer los odios, las enfermedades, los males del alma, todo lo
que nos parece injusto, todo los golpes que recibimos en nuestras propias
vidas, todo aquello que nos hace sentirnos esclavos de los sistemas humanos,
pero que en la hora de mirar a Jesús, nos damos cuenta que sólo Èl, nos puede regalar la paz, la alegría, el
sentirnos contentos, porque cada día Jesús se hace más imprescindible y necesario
en la vida del hombre, por ser la única y verdadera luz que nos puede traer paz
y amor verdadero al mundo. Nuestra actitud de hoy debe ser la de orar, orar y
orar. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán consolados.”
Si queremos justicia y paz social, que es lo mínimo que se
puede pedir para vivir con dignidad, comencemos por revisarnos nosotros mismos,
y entender que por nuestra actitud, por nuestra comodidad, por nuestra poca fe,
somos también muy responsables de la oscuridad que se cierne sobre tantas
almas, que buscaban esa luz y nuestra
actitud les apagó sus esperanzas. ”Aún en la tormenta, aún en mi soledad, te
amo, te amo en verdad”….