viernes, 15 de septiembre de 2023

Daniel Avello, el amigo de todos.

                                                              El “Negro” Avello



            Tenemos en la mente muy frescos y pareciera recientes, los inolvidables momentos de nuestra llegada como jóvenes cabos al Regimiento “Esmeralda”.

            El “Negro” Avello era de los que llamábamos con cierta jocosa ironía,  “Cabo Servilleta”, porque   ostentaba una especialidad distinta a lo  esencial de una Unidad de Infantería  y que requiere una dura y esforzada preparación  para hacer esa tan difícil  “Vida de soldados”, y en ese alegría de llegar recién destinados  a la Unidad Cuna de Infantería, y sin conocernos en profundidad, inmediatamente  nos conectamos entre todas esa muchachada pujante, entusiasta y con una voluntad extraordinaria de  ideales y de servicio a nuestra sagrada vocación, siempre pensando en un bien superior como lo es Chile, renunciando quizás a nuestras propias capacidades intelectuales o laborales, pero  convencidos que  podríamos desarrollarnos como personas de bien, en los aspectos educativos y de servicio como parte integral de la sociedad en que vivimos, en bien de ella y todo ese entorno de  nuestro amado país, sin pedir nada a cambio, y comenzando a vivir  las situaciones propias de la vida del soldado: Terreno, campañas,  largas noches de mirar estrellas,  amanecidas incansables,  mochilas, carpas,  bolsos y  esas pesadas cargas físicas en nuestros hombros y esas más pesadas situaciones del “peso humano”, como lo son el carácter,  la humildad, el servir al prójimo, el dar sin recibir, el  vivir casi una religiosidad espiritual, adoptando como verdaderos  hijos, a tantos jóvenes que encontraron en las filas del Ejército esperanzas , educación , herramientas laborales, conocimiento de la vida, y que descubrieron allí el valor de tener una familia, el amor de sus padres, el trabajo que les regala dignidad, y en esas soledades del desierto, encontrar a su instructor, un joven también como ellos, con ideales claros, maduros, y que muchas veces fueron  el oído    espiritual y el bálsamo de dulzura, en medio de la dureza del carácter,  para tantas tristezas que atraviesa el hombre en su paso por la vida.

            JOSE DANIEL AVELLO VILLAR, fue todo un hombre al servicio de su trabajo y vocación.  Decía que   siendo de mi promoción, perteneció al área de Servicio, es decir, ligado a la salud, al cuidado, a la protección, a concurrir y trabajar heroicamente, por ser muy pocos los enfermeros especialistas, constantemente a las duras jornadas  de la instrucción,  marchas y campañas en terreno. Los enfermeros se distinguen por ser  hombres de bien, ser  socorro en los accidentes,  alivio en las enfermedades,  abnegados en el sufrimiento físico de las  variaciones de la salud, y allí estaba como todos quienes ostentan esa especialidad que a la larga resultó ser más sacrificada que nuestro espíritu de guerreros infantes,  caminando día y noche entre las Unidades de combate  que concurrían  a sus ejercicios, con su bolso de mano, sus reservas de agua  y su casco con la  “Cruz Roja” como signo de acción ,  no  para atacar y prepararse para el combate cuerpo a cuerpo, sino para auxiliar a quienes caen heridos en los entrenamientos,  y que en los casos de conflicto real, están siempre   arriesgando sus vida, porque constituyen el apoyo directo de las tropas en combate.

            En ese espíritu,   nuestro amigo, colega y camarada, fue un hombre ejemplar y servicial reconocido por los cientos de soldados y generaciones de jóvenes que cumplieron su servicio militar en nuestra época por los cuarteles y en especial por quienes convivimos a diario en nuestros largos años  cumpliendo  tantas tareas que solo sabemos los que “allí hemos estado”, y que son todas  acciones de paz, de amor,  de servicio y de preocupación  por el elemento fundamental y primordial de nuestra vocación: Nuestros soldados.

            No es fácil agradar a todo un mundo diferente en esos temas de salud. Todos queremos respuestas rápidas y curaciones tipo “Rayo”, pero él tenía una gran capacidad humana de servicio.

            No hay quien no recuerde su voluntad de servicio y trabajo, hablando solamente de los aspectos   laborales que rodearon la vida de nuestro camarada, pues en verdad,  aparte de servir, se hizo uno con todos, parte de todos,  y de todos con todos, siendo uno de los tantos “Esmeraldinos” que van quedando enredados en las historias de vida y recuerdos del corazón, y a quienes cada vez que podemos recordar y destacar, agradecemos a Dios la virtud de expresar con sincero sentimiento, lo importante que fueron por sus ejemplos en nuestras vidas.

            Avello, el buen enfermero, el buen samaritano, el amigo de todos, el “jeringa” loca, por que socorría a todos y ayudaba en todo. Futbolistas entusiasta, integrante de esas selecciones  representativas de la Unidad,  entregado con pasión a su trabajo, a sus funciones y a su deporte, y en fin , un buen y gran ejemplo para todos.

            Hay algo que está en mí que quisiera alguna vez destacar en una crónica especial:

              EL CB2  DANIEL AVELLO VILLAR, debió ser condecorado en justicia  alguna vez, con la MEDALLA “AL VALOR”, situación que nunca se materializó por no existir interés en destacar los actos heroicos de la vida.

            Por  su entrega, generosidad y riesgo de su propia vida en una situación que no puedo detallar extensamente, pero que habla de su generosidad de alma,  cuando, en circunstancias de un lamentable accidente que involucró a un vehículo y personal civil, que descuidadamente traspasó la señalética de riesgo  de un campo minados   en la frontera, una camioneta pisó una Mina  antitanques, lanzó el vehículo al aire, quedando una dama gravemente herida  en medio de ese campo de muerte, con sus extremidades   destrozadas.

            Nosotros, distantes varios kilómetros, sentimos la explosión desde Monturaqui, y vimos a lo lejos la humareda, y  fue José Daniel, el enfermero de combate, que tomó su bolso, su camilla al hombro, y corrió y corrió por ese inclemente desierto de la cordillera todos esos interminables kilómetros, porque su deber lo llamaba a servir, más allá de nuestro  vivac,  y  entonces cuando llegó y vio el  sombrío y dantesco panorama,  no titubeó ni un instante, ni un segundo, y bolso en mano,  entró por los cercos alambrados caídos arriesgando su vida a ese campo minado de la muerte, y  sepa Dios con que espíritu, con qué adrenalina, con que energía y fuerzas, propias de su ser solidario,  levantó a aquella señora que yacía moribunda en medio de ese desgraciado paisaje de sangre y muerte y pudo sacarla en medio del peligro y el riesgo de  activar algún otro artefacto menor, y  la sacó  de esa situación en la que podrían haber ambos ofrendado sus vida. Gran ejemplo de valor del buen enfermero y soldado.

            Posteriormente,  llegó un helicóptero, con personal del Regimiento de Ingenieros N° 1 “Atacama”, y  vía aérea, se evacuó e calidad de urgente la dama herida de este accidente  para prodigarle los servicios que le permitieron salvar su vida.

            Alguna vez, conversando en detalles y con mayor calma de este lamentable accidente, reconociendo el valor heroico  de quien hace el bien,  pudimos darnos cuenta que en alguna oportunidad,  Daniel Avello visitó a esa dama  que, postrada en silla de ruedas, le agradeció el gesto de salvarle la vida.

            Esas son las cosas anónimas y grandiosas que hacen grandes a los hombres y que a veces quedan en los injustos silencios, como tantas buenas obras que han hecho en su vida los militares.

            Me he referido  en estas líneas,  sobre  la calidad profesional de nuestro camarada, habiendo mil historias más que contar, pues  por las cosas de la vida, hay una instancia directa y familiar,  en la que  sabiendo de su belleza, de su  grandeza, de su valor,  como padre y amigo de sus hijos,  no soy yo el indicado para contarla,  están ellos, su gran preocupación, su diario néctar de vida, sus hijos Daniela y Francisco,  serviciales y valientes,  generosos y llenos de virtudes, que sin duda son la muestra de la herencia paternal y maternal  de Susana su esposa,  que están en sus respectivos “ADN” y que los hacen también dignos de la herencia de ser seres generosos, amorosos y preocupados también por la salud de su padre, a quienes acompañaron en todo instante, y  sabiendo de la gravedad de su estado,  estuvieron asidos a su  mano tibia y  llena de  esperanzas, para ofrecerlo y dejarlo dormir en los brazos de la voluntad  del Altísimo y  pedirle que se fuera en paz,  después de esta larga lucha de soldado, padre y amigo, con esta tan injusta pero real  enfermedad.

            Alguna tarde terminaremos el detalle esa odisea que vivimos en una Comisión de Servicio en esas alturas de la zona de Monturaqui, y la deuda que tiene el Ejército en distinguir a nuestro SOM. AVELLO, que  sin duda alcanzó su meta profesional   como SUBOFICIAL MAYOR DE EJERCITO,  (poco común y quizás muy “excepcional” en hombres que sirven en las áreas de enfermería dando siempre más importancia a las Armas), y que son también un sincero reconocimiento por su calidad humana, de servicio,  sentido de responsabilidad, y  permanente  predisposición a cumplir las difíciles tareas que muchas veces unos pocos hombres de esa especialidad deben cumplir, siempre pensando que abrazaron su vocación para servir a los demás.

            Gracias mi SUBOFICIAL MAYOR AVELLO, por todo su ejemplo,  su delicadeza en el trato, sus auxilios a tantos cabos jóvenes que cuando llegaron a su generosa actitud,  encontraron un padre y un amigo, y  muchas veces, me consta personalmente,  acogió en su hogar a muchos Clases jóvenes que comenzaban su vida, y les recibió con cariño y con respeto y gran paternal  preocupación.

            Gracias, porque fue un buen funcionario, un buen amigo, un buen esposo aunque la vida a veces nos cambia el rumbo y nos desorienta, pero sin dejar de mantener el lazo de unión y responsabilidad con sus hijos, y en tal sentido, seguir hasta hace pocas horas, viviendo ilusionado, lleno del amor de sus nietos, de su familia, y esperanzado en continuar entregando lo que tuvo a manos llenas: Amor, voluntad  y servicio.

            Gracias a quienes dirigen nuestra “Agrupación de Esmeraldinos”, por el constante espíritu de unión que nos hace revivir nuestra vida de soldados, en esas instancias que nos unen en torno a los recuerdos y nos permiten estos encuentros con nuestras historias.

            Hace poco tiempo,  en uno de estas reuniones, nos estrechamos con Daniel, en ese necesario y ausente abrazo de tantos años, y  con su siempre diáfana sonrisa,  nos retratamos para la posteridad junto a varios de nuestros amigos y camaradas, en esa reunión de amigos,  de ex funcionarios, de ex servidores, pero que seguimos  unidos como  siempre, como verdaderos soldados, unidos por la vocación que nunca muere y por  el deseo de ser siempre  el ejemplo de lo que vivimos  entregando toda nuestra juventud y pasión por nuestra amada patria y su sagrada y única bandera.

            Descanse en paz mi apreciado Suboficial Mayor, el amigo de todos.

 

Antofagasta 15 de Septiembre de 2023










 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MAYONESA CASERA

Un homenaje a  nuestra mamá.   Carlos Garcia Banda p n e o t r s S d o 3 a 9 m o f 1 a 0 a 6 2 u 3 0 2 m 5 8 2 d e 0 f   i 2 c h h 2 c 4 h 1...