domingo, 12 de julio de 2020

Carta a mi amiga Ana Olivares

Anita Olivares:

Usted desarrolla una hermosa labor, no exenta de sacrificio y renuncias, que algún día  deberá, -en justicia-  ser reconocida y valorada por que lo que hace, trasciende todo lo que es y muestra un inmenso amor a lo que es nuestra historia.

Pero también en ese ímpetu, usted representa al humilde artesano con fuerza, a cincel y martillo, va descubriendo poco a poco y transformando  la dura piedra de granito,  en la figura poética que su alma propia le impulsa, dándole belleza, figura, forma,  y realidad absoluta a lo que quiere proyectar, sin dejar de sudar, descansar, o sentirse a veces agotada, porque así es la vida del que ama e investiga,  y de esa forma usted va  extrayendo la historia real y veraz de la vida que vivieron nuestros ancestros. Sin muchas veces agradar a los “chaqueteros” de siempre, que buscan enlodar o evitar que su  escultura  llegue a un feliz final. 

Asi también son esos anónimos  “ratoncitos de biblioteca”, que estudian y sólo estudian, sin emitir juicios  en la historia de los archivos de la vida, ojalá todos pudieran tener esa pasión y ese , definitivamente amor gratuito, muchas veces sin recursos, a puro “ñeque”,  para poder  desarrollar esa inquietud de investigar en forma incansable, y ofrecer generosamente con humildad, sin aspavientos y solo con su propio carisma personal esa información que nos permite a  los menos cultos, aprender de usted y sobretodo apreciar de su gran valor y fuerza de  juventud y tantas cosas que usted provoca a quienes nos declaramos amantes e ignorantes de la historia. 

La sociedad de hoy adolece de una inmensa falencia: el conocimiento. Y alguien me decía que la “Ignorancia es muy atrevida”, y por esa misma ignorancia hoy se emiten juicios de valor, a personas, instituciones, valores patrios, se mancilla el honor, se  permiten confundir los valores de la chilenidad con líneas que nunca fueron las que nos llevaron a escribir con sangre la historia y en tal sentido, ese trabajo suyo, de honrar, de celebrar de querer ensalzar al lugar de honor que le corresponde a la mujer chilena, sin duda que nos emociona, nos hace tremendamente justos y nos permitirá en ese igual a igual sentirnos herederos inmortales de las gestas que nos permitieron la libertad, no con la soberbia del que alza el puño ganador sino con la humildad de lo que significa servir, y servir a Chile, sin condición, sin interés personal, solo porque es justo saber que tras  de nuestro bvivir de hoy, hubo gente, hombres y mujeres, civiles y militares, obreros  y trabajadores, rofesores, estudiosos, intelectuales o de mente limpia y sana, magnates o  quienes nunca nada tuvieron, pero que lo dieron todo por legarnos lo más preciado que tenemos nuestra historia y nuestra libertad, que se ve a veces cegada por los egoísmos de la ambiciòn de los lados que sean.

Nunca deje de trabajar mientras Dios le de vida, para conseguir sus ideales, sus valores son la propia historia y el sano interés de entregarnos con su pedagogía personal, lo que usted  ha tomado como ideal personal, y en eso tiene mucha gente que valora su trabajo, aunque a veces uno se pregunta  còmo puede hacer tanto sin tener nada, como puede  desarrollar todos los días una nueva tarea, llena de falencias, sacrificios económicos,  falta de real apoyo, pero usted como las cantineras de la Guerra del Pacífico, sonríe,  toma su pluma y ataca y en ese impulso guerrero de  pasión nos enseña que allí està el verdadero valor de ser, mujer chilena.

La “verdad os hará libres” y usted en su trabajo trabaja siempre con la verdad, y la verdad a veces duele, duele a los inconsecuentes, duele a los envidiosos, duele a quienes “no se les pudo ocurrir antes”, duele a quienes  quisieran sacar “partido” para beneficiarse de lo suyo, pero usted es combatiente de guerra, de esa guerra de paz de rescatar el valor de lo nuestro y nunca renuncie a su derecho, a ese derecho de su propia libertad, y nunca Anita, nunca deje de trabajar por esa verdad que el mismo Señor nos dice en su Evangelio, cueste a quien le cueste y duela a quien le duela….Ojalà estemos  vivos cuando podamos alguna tarde homenejar a la mujer “Cantinera de la Guerra del Pacifico”, que ha sido su permanente lucha, tan simple, tan pequeña pero que se ha visto enfrentada a esa mole de mucha indiferencia (salvo honrosas excepciones) , pero que usted no se deja amedrentar y con ese indomable espiritu cívico de verdadero soldado  de ayer y “Cantinera” de siempre, puede soslayar y llevar sus armas intelectuales al combate de la vida diaria. Que Dios la siga acompañando  y guie siempre sus pasos  como ya sabemos que lo hace siempre, hacia el bien, hacia la solidaridad, hacia la justicia y la verdad, que todos quisiéramos alguna vez reconocer y en su oportunidad aplaudir.  Un abrazo y Honor  a Chile, sus hombres y sus mujeres….


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