Anita Olivares:
Usted desarrolla una
hermosa labor, no exenta de sacrificio y renuncias, que algún día deberá, -en justicia- ser reconocida y valorada por que lo que hace,
trasciende todo lo que es y muestra un inmenso amor a lo que es nuestra
historia.
Pero también en ese
ímpetu, usted representa al humilde artesano con fuerza, a cincel y martillo,
va descubriendo poco a poco y transformando
la dura piedra de granito, en la
figura poética que su alma propia le impulsa, dándole belleza, figura, forma, y realidad absoluta a lo que quiere proyectar,
sin dejar de sudar, descansar, o sentirse a veces agotada, porque así es la
vida del que ama e investiga, y de esa
forma usted va extrayendo la historia
real y veraz de la vida que vivieron nuestros ancestros. Sin muchas veces
agradar a los “chaqueteros” de siempre, que buscan enlodar o evitar que su escultura llegue a un feliz final.
Asi también son esos
anónimos “ratoncitos de biblioteca”, que
estudian y sólo estudian, sin emitir juicios
en la historia de los archivos de la vida, ojalá todos pudieran tener
esa pasión y ese , definitivamente amor gratuito, muchas veces sin recursos, a
puro “ñeque”, para poder desarrollar esa inquietud de investigar en
forma incansable, y ofrecer generosamente con humildad, sin aspavientos y solo
con su propio carisma personal esa información que nos permite a los menos cultos, aprender de usted y
sobretodo apreciar de su gran valor y fuerza de juventud y tantas cosas que usted provoca a
quienes nos declaramos amantes e ignorantes de la historia.
La sociedad de hoy
adolece de una inmensa falencia: el conocimiento. Y alguien me decía que la “Ignorancia
es muy atrevida”, y por esa misma ignorancia hoy se emiten juicios de valor, a
personas, instituciones, valores patrios, se mancilla el honor, se permiten confundir los valores de la
chilenidad con líneas que nunca fueron las que nos llevaron a escribir con
sangre la historia y en tal sentido, ese trabajo suyo, de honrar, de celebrar
de querer ensalzar al lugar de honor que le corresponde a la mujer chilena, sin
duda que nos emociona, nos hace tremendamente justos y nos permitirá en ese
igual a igual sentirnos herederos inmortales de las gestas que nos permitieron
la libertad, no con la soberbia del que alza el puño ganador sino con la
humildad de lo que significa servir, y servir a Chile, sin condición, sin interés
personal, solo porque es justo saber que tras
de nuestro bvivir de hoy, hubo gente, hombres y mujeres, civiles y
militares, obreros y trabajadores,
rofesores, estudiosos, intelectuales o de mente limpia y sana, magnates o quienes nunca nada tuvieron, pero que lo
dieron todo por legarnos lo más preciado que tenemos nuestra historia y nuestra
libertad, que se ve a veces cegada por los egoísmos de la ambiciòn de los lados
que sean.
Nunca deje de trabajar
mientras Dios le de vida, para conseguir sus ideales, sus valores son la propia
historia y el sano interés de entregarnos con su pedagogía personal, lo que
usted ha tomado como ideal personal, y
en eso tiene mucha gente que valora su trabajo, aunque a veces uno se pregunta còmo puede hacer tanto sin tener nada, como
puede desarrollar todos los días una
nueva tarea, llena de falencias, sacrificios económicos, falta de real apoyo, pero usted como las
cantineras de la Guerra del Pacífico, sonríe,
toma su pluma y ataca y en ese impulso guerrero de pasión nos enseña que allí està el verdadero
valor de ser, mujer chilena.
La “verdad os hará
libres” y usted en su trabajo trabaja siempre con la verdad, y la verdad a
veces duele, duele a los inconsecuentes, duele a los envidiosos, duele a
quienes “no se les pudo ocurrir antes”, duele a quienes quisieran sacar “partido” para beneficiarse
de lo suyo, pero usted es combatiente de guerra, de esa guerra de paz de rescatar
el valor de lo nuestro y nunca renuncie a su derecho, a ese derecho de su
propia libertad, y nunca Anita, nunca deje de trabajar por esa verdad que el
mismo Señor nos dice en su Evangelio, cueste a quien le cueste y duela a quien
le duela….Ojalà estemos vivos cuando
podamos alguna tarde homenejar a la mujer “Cantinera de la Guerra del Pacifico”,
que ha sido su permanente lucha, tan simple, tan pequeña pero que se ha visto
enfrentada a esa mole de mucha indiferencia (salvo honrosas excepciones) , pero
que usted no se deja amedrentar y con ese indomable espiritu cívico de verdadero
soldado de ayer y “Cantinera” de
siempre, puede soslayar y llevar sus armas intelectuales al combate de la vida
diaria. Que Dios la siga acompañando y
guie siempre sus pasos como ya sabemos
que lo hace siempre, hacia el bien, hacia la solidaridad, hacia la justicia y
la verdad, que todos quisiéramos alguna vez reconocer y en su oportunidad
aplaudir. Un abrazo y Honor a Chile, sus hombres y sus mujeres….
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