domingo, 12 de julio de 2020

MOMENTO INÉDITO

Para nadie es un misterio la desgracia que vivimos como ciudad el 18 de Junio de 1991, donde el mayor dolor que debemos recordar, es el de aquellos que sufrieron la pérdida de sus familiares, y que fueron víctimas de una tragedia que nadie quiso jamás vivir o enfrentar. y también destacar el heroismo de muchos anonimas personas que tendieron sus manos generosas para evitar la muerte de muchos que pasaron arastrados por las aguas, y de ese joven que siendo un servidor de la sociedad voluntario, como lo fue Vladimir, también se inmolara en ese desgraciado accidente que sufrió mientras salvaba a otros de las aguas que vb bajaban veloces por las calles y quebradas.
En medio de toda esa desgracia, de la cual la pérdida humana no tiene parangón, reparación ni consuelo, en nuestra condición de jóvenes soldados de ese entonces, debimos redoblar esfuerzos para ir en ayuda de la población civil, dolorosamente sufriente, y en muchos casos de nuestros propios compañeros de trabajo que vivían en la Poblaciòn "Santiago Amengual" y que recibieron las descargas de agua de lluvia ( y de las roturas que nunca se reconocieron como tales, de las matrices de agua), conformando un interminable rio que causó estragos y muertes por ese lado, multiplicando nuestras desgracias y enfrentados a muchos distintos frenes, pero con la serenidad propia de apreciar las prioridades en la emergencia, y que sin duda eran las de carácter humano.
Pero yo quiero recordar dos situaciones inéditas....Después de la tormenta viene la calma y en la calma que vivimos después de casi tres meses, en que se debió ajustar la vida y ordenar nuestras casas o ayudar a quienes lo perdieron todo, como Regimiento "Esmeralda", y bajo el mando de nuestro comandante Coronel Enrique Slater, participamos de una sobria y sencilla celebración por el aniversario que se efectuó el 25 de octubre...
En aquella oportunidad, asistió invitado el Gran Alcalde colaborador de toda la ciudad, el que unió a civiles y militares bajo un solo deseo, el de superar esta desgracia juntos.
En estos días de duelo por el Sr. Floreal Recabarren, conversábamos en familia y alguien me dijo: "Don Floreal, hizo
mucho en su vida por los demás, y logró escribir sus libros, tener a su amada esposa e hijos, pero lo único que quizás le faltò, fue "plantar un àrbol".
Y entonces me acordè, que nuestro amigo y alcalde, de verdad cumplió todo. Su familia, sus hijos, el o los libros que nos enseñaron tanto de la historia, y un hecho inédito más allá de lo que pudo haber cultivado en su propio jardín fue precisamente lo que a continuación les cuento:
Ese aniversario del regimiento, el 25 de Octubre de 1991, con mucha humildad, con sentido cívico y de acercamiento a la Unidad, que también había sufrido algunas pérdidas materiales, en conjunto con el entonces comandante del Regimiento, hicieron lo que todo hombre puede hacer en la dificultad y desgracia: Estrecharon sus manos, y en un sentido de franca amistad y compromiso, por el "Sèptimo de Lìnea" y nuestra ciudad, y seguidamente se encaminaron al frontis del Regimiento, a la entrada del cuartel, y en un signo de cariño por la ciudad y por el Regimiento, ambas autoridades, plantaron en conjunto un àrbol, y yo fui testigo de eso.
Entonces es por eso que quiero homenajear a esos dos grandes servidores: Uno al mando de la Unidad y que dispuso todos los medios humanos y materiales para ir en ayuda de todos quienes lo necesitaron, y el otro, como hombre público que sirvió a toda la ciudadanía sin mediar colores no ideas, y que tuvo que pasar por esta desgraciada situación.
Nunca terminamos de conocer a las personas.
Don Floreal, cada vez que pasábamos cercano a su café del centro, nos saludaba y sonreía y preguntaba por ese soldado con quien hace tanto tiempo les unió esa sencilla tarea de plantar un àrbol.
Y en este momento tan crucial que como sociedad vivimos, me propuse desde ayer, buscar y buscar, y con alegría puedo decir, que tengo la "exclusiva" e inédita foto de tan magno momento, y que me permite decir con toda certeza, que más allá de cumplir todas sus tareas y los designios de la vida, don Floreal, acompañado en ese entonces con la autoridad miliar
del regimiento, se estrecharon las manos y juntos, acompañados de dos pequeñitas , Carolina y Loretito, hoy ya mujeres, y al vez otros pequeños que no logré reconocer, se inclinaron, tomaron la pala, y con la mejor tenida, y el mejor terno para la gran ocasión, hicieron el forado en la tierra, y allí plantaron un árbol para la vida que quizás hoy (no lo sè en verdad), pueda aún estar regalándonos su sombra.
Gracias Don Floreal, por su sencillez y su humildad, pero usted como buen líder, se "ensució" las manos, y dejando todas las normas del protocolo, junto a nuestro comandante de entonces, tomò la pala, hizo el hoyo y plantaron en conjunto su àrbol, entregando con ese gesto todo su amor por esta desértica tierra del norte.




 

 

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

UN CUENTO DEL TIO

6 de enero 2022 Estimados amigos y vecinos de Antofagasta: Hoy, bajando por la Avenida Arturo Pérez Canto, al llegar al semáforo   con A...