Recorriendo el álbum
del recuerdo de los amigos, con sorpresa vemos que éste va cada día
disminuyendo y ya nuestras sonrisas de alegría por esos momentos, se va transformando
en gotas de tristeza, que humedecen nuestra frente y nublan nuestros ojos....
La fe mueve las montañas y sin fe no podríamos aceptar lo que se nos avecina
con el tiempo, pero no es fácil despedir a los que fueron tus compañeros y que
te entregaron su amistad alguna tarde en la conversación amena de vecinos que
habitan con sus familias casi en el mismo sector, o en la tertulia de soldados,
donde toda la rudeza de nuestra formación queda guardada en los estantes con
candado y florecen solamente las burbujas de la sana amistad que se deshacen en
el néctar oloroso del vino cariñoso y el brindis entusiasta que recorre
arrastrando las penas del día en la garganta, y que se llevan en su torrente
todas las lágrimas y tristezas acumuladas deshaciendo mágicamente en la
oscuridad de nuestras entrañas, todos los malos momentos y transformándolas en
ese rictus que mostramos en nuestra máscara facial, (sin tiempo de pandemia), y
que llamamos sonrisa de alegría.
Alegría de vivir, de soñar y de amanecer. De servir y creer que si lo hacemos
bien la satisfacción de cumplir nuestro deber será la mejor recompensa en el
trabajo del obrero de las armas, que nos lleva muchas veces a las soledades de
la noche, en las oscuras cordilleras o en las empinadas montañas, vistiéndonos
de fríos silenciosos y tatuando nuestros ojos de estrellas que titilan en lo
alto y donde muchas veces hemos visto el rostro de Dios que nos acompaña,
mientras abrazamos en nuestras manos el frio fusil de acero, o cargamos en la
espalda el equipo mágico que con sólo apretar la tecla nos regala un
"QSL" de conformidad y nos trae paz en nuestras larguísimas noche de
vigilar en silencio las fronteras y donde aprendemos a apreciar la vida, la
familia y la amistad y que es un sentimiento experimentado por todos los que
alguna vez, han estado allí.
José Marilicán Mañao, mi querido Suboficial, el padre ejemplar, el esposo
tierno y amoroso, el soldado del "parche blanco", humilde y
silencioso, que pasó tantas horas con su radio de telecomunicador cumpliendo su
deber en esas noches de nieve y frio, y que en la tertulia de amistad nos
deleitó con algún misterioso cuento de su tierra de Chiloé, marcha hoy a las
tierras lejanas que no hemos visto, pero que con la fe del alma, sabemos estará
llena de buenos camaradas, que le servirán de brazos solidarios y angelicales
para cargar su mochila de buenas obras, y acomodarlo en su carpa momentánea de
soldado, para sorber y disfrutar a cucharadas, un recalentado manjar de porotos
en su plato de aluminio, para sentarse ahora en el fogón de sus amigos, para
decir otra vez ¡¡SALUD!! y alcanzar con eso la esperanza que siempre sintió, la
de encontrarse con grata compañía de tantos soldados amigos allá en el cielo.
Nuestro abrazo al amigo y camarada que
descansa en paz, a su esposa Ivonne, a sus hijos, y a todos quienes tuvieron la
alegría de compartir con él su hermosa amistad y su gran profesionalismo
militar.
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Carlos
Garcia Banda 10 de Julio de 2020.
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