sábado, 12 de diciembre de 2020

A mi SOM. Sergio Sepúlveda Riffo.

 

Hoy el Señor ha llamado a su cuartel celestial a nuestro distinguido amigo y camarada artillero, SOM. DN. Sergio Sepúlveda Riffo, con quién compartimos grandes momentos, no sólo en la instancia educativo militar o de instrucción, sino más bien en el permanente aporte de lo que nos apasionó como soldados, la música chilena, el folklore, las cuecas y todo aquello que nos permitió hacer de nuestra vida, un pasar agradable, en medio de las propias exigencias y tareas, pero que también nos permitió cultivar la amistad, la camaradería y el "amor a lo nuestro". Fueron muchas jornadas de preparación y cantos, y mi estimado amigo siempre sirvió con gran interés y cariño a su querido Regimiento de Artillería Nº 5 "Antofagasta" y recordamos de él no solo su amor a la música sino también el amor al deporte, un gran campeón de box, eximio preparador de tantos jóvenes conscriptos que encontraron en sus enseñanzas las técnicas del deporte boxeril, donde también nos brindó mucho de su experiencia y conocimiento y grandes satisfacciones. Sentimos en el corazón la pena propia de hombres de armas, que sufrimos también el dolor ajeno, y el dolor de la partida, pero sabemos que su escuela fue una entrega desinteresada, lo que aprendió desde muy joven, siendo un buen soldado, al servicio de la Patria y en un tiempo oportuno, descubrir al "Señor de la Vida", y en muchas oportunidades caminar afanado a su templo a aprender el conocimiento de Jesús, en las sagradas escrituras, y dar todo su corazón a su vocación de servicio a Dios, la familia y su Patria. A su esposa a la que le decíamos con cariño "La Teté", y a sus hijos, también amantes de lo "nuestro", les brindamos nuestra palabra de aliento y el cariño permanente, en la esperanza de que alguna tarde nos juntaremos en esa ramada de "SANTA BÁRBARA", para cantar esas tonadas que nos hermanaron en el amor a tantas tradiciones, y beberemos el buen vino, ese azucarado que en tantas ocasiones nos permitió brindar en los buenos momentos, para aminorar las penas del alma, abrazados, cantándole a la noche estrellada en medio del heno y el calor de los corazones , para brindar por Chile, su historia, su gente y su pueblo, porque ser soldados es eso: pueblo, humilde, servicial y entregado al trabajo, sin mirar mezquindades y siempre propendiendo a hacer el bien. ¡¡Salud Camarada!!

 




lunes, 30 de noviembre de 2020

Carta a la Señora Erika....

 19 de Noviembre de 2020

Estimada Señora Erika:

He estado muchos días en silencio orando por usted. Lo hice en un principio por la enfermedad inesperada de su amado esposo, a quien tuve el gusto de conocer y  sin ser muy amigos, hablar una noche en los tiempos de la crisis donde le presenté mis respetos en mi condición de ex militar en retiro y ofrecerle todo mi apoyo, solidaridad y oraciones en los difíciles momentos que él enfrentaba y que de verdad nos permitieron cruzar esas palabras con verdadero afecto de camaradas y  con el respeto y admiración  de un soldado,  educado en la disciplina y el trabajo abnegado, renunciando tantas veces a la familia y las situaciones personales por la Institución, a quien juramos defender y entregar hasta la “vida si fuese necesario.”

No es fácil para mi escribirle, puesto que su dolor es tan de usted, tan personal e íntimo,  que no  hay nada que lo pueda mitigar.  Pero lo hago a la luz de la fe del Señor y su Santísima Madre, para que sienta en eso un mensaje de  cariño de todos quienes le apreciamos y que también hemos sufrido en silencio toda su tristeza  y comprensión de esta situación, pero entendiendo también que siendo usted una mujer líder en lo espiritual y que nos ha guiado en tantas ocasiones,  también ha puesto lo mejor de usted, para confiarse al Padre amado Dios, con Santa Humildad, ofreciendo sus pesares personales y  construyendo con  esa ofrenda maravillosa, su propia Santidad.

No tengo palabras, pero sepa que seguimos cada día orando por usted, el compromiso de acompañarla es anónimo y silencioso como son las cosas de Dios, pero es bueno que sepa que  ese Grupo de Señoras de Oración, que tanto la aprecian y quieren están siempre ofreciendo en forma individual y colectiva todas sus fuerzas y los mejores deseos para que sea la paz,  lo que pronto se anide en su corazón, pasando esta dura etapa de su duelo personal y familiar, y tratando de comprender esos difíciles caminos que muchas veces el Señor nos somete, para nuestro propio crecimiento interior, y en verdad no existe consuelo, puesto que el consuelo mismo es Dios y frente a  su grandeza, solo podemos ofrecer nuestra pequeñez.

Reciba mis respetos, mi cariño, mi constante oración y mi deseo  que  las dificultades espirituales que significan la ausencia de ese   esposo tan distinguido y ejemplar, tan profesional, tan entregado a su trabajo y su familia, sean como el mejor bálsamo de su propio ejemplo puesto que el , si bien  no cayó en actos del servicio como mártir, pero  no cabe dudas que sus preocupaciones del mando, ejercido con tanto profesionalismo y capacidad, mas su carácter de hombre comprometido con la sociedad, hicieron  quizás un efecto interior que sólo Dios nos puede explicar.

He pensado y pensado en enviarle esta nota. No quiero despertar tristezas, solo quiero entregarle un mensaje de paz, de luz y de esperanzas, puesto que nuestra hermandad en la fe nos obliga a sentirnos unidos y solidarios frente al dolor, y de manifestarle nuestra preocupación común que nos une, y pueda usted sentir la compañía espiritual de quienes tanto la apreciamos.

El tiempo transcurre rápido, no es que uno quiera olvidar, pero las tristezas  se van disminuyendo cuando a la luz de la fe, existe el convencimiento que el ser amado está en un mejor lugar, y eso mismo nos otorga ese consuelo que a la Luz de Cristo se transforma en una permanente ofrenda de amor y con ello mitigar un poco el sentir.

Lo que sí debe ser un gran motivo de satisfacción y orgullo, es haber tenido un esposo Carabinero, servidor de la Patria, y quizás en cuantas ocasiones arriesgó su vida y  en esa entrega profesional a su Institución. Los que somos hombres de armas, sabemos que en cualquier momento podemos partir, y así yo viví también mis años de soldado del Ejército de Chile, siempre amando a mi familia pero consciente que  en cualquier riesgo, no habría vuelta atrás a lo que la vocación nos dicta. Ese es el caso de todos los uniformados que han elegido a sus Instituciones como   escuelas de vocación y servicio, y en eso  le represento mi admiración a Carabineros de Chile, y entre ellos a su distinguido esposo.

Aun así, debemos agradecer todos esos años que el Señor les regaló como familia, principalmente a UD., que supo acompañar a su esposo en tantas difíciles situaciones, siendo también madre y padre en tantas circunstancias que usted mejor que yo conoce, pero que  permiten  decir con absoluto convencimiento que tras un gran esposo Carabinero o soldado,  hay una gran mujer, una gran esposa, una madre ejemplar y usted es por esencia una persona con un alma luchadora, esforzada, sacrificada y  templada en el sufrimiento, pero también en la esperanza  que habrá un mejor mañana.

Le deseo mucha paz, que nadie le quites esa felicidad de lo que vivió en sus mejores años, son los recuerdos los que nos llenan los espacios vacíos, pero sobretodo piense que   alguien está  en ese hermoso lugar, que tanto nos habla Jesús en su Evangelio  y que llama “Vida Eterna”,  y que  alguna tarde nos permitirá sonreír, abrazarnos y cantar nuestras mejores alabanzas, o nuestras mejores canciones, o quizás sus mejores recuerdos junto a quien  le amará por toda la eternidad y  que sin duda está y sigue junto a usted.

Le decía que he pensado y pensado más de  lo necesario mandarle esta nota,  pues no sé si servirá decirle que la apoyamos en todo, pero necesito decírselo,  porque no quiero que el silencio, doloroso y obligado, tenga sabor a olvido, puesto que está presente siempre en nuestras oraciones y peticiones por eso le decía anteriormente, por su paz, la de su familia y la de todos quienes la quieren y están con ustedes por siempre.

Le estrecho respetuosamente, aun en estos tiempos de pandemia y encierro, para decirle que le pido perdón por mandarle esta nota, pero necesitaba decirle que estamos con usted y esperamos en Dios su pronta recuperación de su paz interior y su liderazgo tan necesario en nuestra vida de Oración y Entrega a nuestro Señor, sabiendo que su Santa Madre, también la acoge a Usted y la acompaña.

Mucha Paz.

 

A mi instructor Guillermo Caballero Astudillo

 Antofagasta, 29 de noviembre de 2020  

Mi apreciado, recordado e inolvidable instructor: Si hay alguien a quien recuerdo siempre, como un hombre íntegro, servicial y de inigualable vocación de soldado, es a usted mi querido amigo, GUILLERMO CABALLERO ASTUDILLO, quien fue mi mejor ejemplo de disciplina y entrega y el prototipo del soldado  ejemplar, ése que muchos quisimos imitar en nuestros tiempos de carrera militar,   no siendo posible  igualarlo, dado sus grandes virtudes militares, ejemplo, voluntad, sabiduría y  liderazgo.  De usted aprendí, ( y no temo decir que muchos “aprendimos”, )  tantas cosas, y creo que también traté de seguir sus pasos, pues siempre fue mi gran modelo de militar y por quien guardo muchos gratos recuerdos  y de verdad no tengo ningún mal recuerdo, de un hombre soldado  que haya sido injusto, o innecesariamente violento o abusivo con su poder de mando, todo lo contrario, casi sentimiento paternal  a sus pequeños reclutas, casi hijos,  quienes nos aferramos siempre a su  justicia , compromiso y valor de equidad y valentía.    Tengo grabado en mi mente, y me parece verlo hoy como si fuera ayer,  sintiendo en la noche del cuartel,  esas frías y brillantes baldosas rojas en nuestras sentaderas en las jornadas de instrucción post retreta, de nuestra “Compañía de Morteros”, aprendiendo sus inolvidables himnos y canciones militares, y aunque sea mi corazón “Esmeraldino”, el himno que se quedó muy profundo enraizado en mi alma, y cuyas letras rezan: “Paso al regimiento hijo de la Gloria, paso al Chacabuco que avanza a la lid”….,  ese Glorioso Himno que aun al entonarlo  u oírlo en mis viejos y ya inútiles “cassettes” militares, arranca de mis añoranzas y recuerdos, esas lágrimas de hombre viejo, imaginando su afinada y acompasada enseñanza,  trayendo toda esas jornadas de ensueños e ilusión, con ese sentimiento de “reclutas”  nerviosos o soñadores, ignorantes de lo que era el Ejército, y  deseosos de servir a Chile, como una forma de entregar nuestra juventud  en un sagrado y justo sentimiento del deber, desconociendo que en esa paredes de ese y muchos cuarteles, había un universo de hombres generosos, profesionales, entregados al sacrificio de ser soldados llamados  por ese sentido natural de vocación,  en un llamado del alma y que en nuestro mundo civil nunca imaginamos que hubieran hombres,  casi religiosos, que servían a su bandera sin interés, y con todas las dificultades familiares, económicas y otras tantas “hierbas” que perfectamente hoy conocemos al detalle,  pero que la historia no ha querido rescatar ni fomentar ese amor  a Chile de sus soldados,  por tanta mezquindad humana, y sobre todo para  la paz futura de nuestras conciencias.  En esta extensiva misiva, no sólo he querido recordar esos momentos tan importantes de mi vida de reclutas, pero creo que  es necesario alguna vez, dar y darse el tiempo para expresar nuestra gratitud y reconocimiento a quienes nos formaron y forjaron en nosotros eso que nadie conoce, porque no lo ha vivido, y es el amor a Chile. Reciba en este día mi humilde reconocimiento, mi gratitud, y un especial abrazo, más que por su cumpleaños, por su ejemplo inolvidable y esa vocación que fuera muchas veces atacada y debilitada por las críticas y todas aquellas cosas de las cuales nunca estamos  exentos, como son los  antivalores propios del egoísmo, pudiendo muchas veces más, la envidia y la injusticia, y que tratan de opacar el  brillo de ese inconmensurable valor que llevamos en el corazón, los que vestimos alguna vez el uniforme y que hoy lo  tenemos  como el mejor testimonio de nuestros mejores recuerdos en el interior del alma convencidos que el día que se acabe la batalla por la vida, nos iremos con esas mismas presillas y galardones ganados con tanto sudor y esfuerzo a esos cuarteles celestiales, agradeciendo al Dios de los Ejércitos esa maravillosa oportunidad que muchos no tuvieron y que nos hace seres  

excepcionales y llenos de ese sano privilegio ganado  con perseverancia y voluntad, entregados a un riesgo que nunca conocemos, y que quizás haya costado la vida de tantos otros hermanos de armas que ya partieron. Que cumpla muchos años más “mi cabo” Caballero, “mi Sargento” Caballero,  “mi Suboficial” Caballero y en la justicia divina, el mejor soldado que lleva las presillas doradas mejor portadas que muchos que ostentaron falsos orgullos, dejando usted siempre esa vara tan alta, que llegó a quedarse para siempre en el corazón de sus subalternos, ese general de tropa que nos emociona, que nos entregó todo,  con amor a Chile,  con amor al uniforme, y que vivió y vive por siempre no solamente en sus subalternos,  sino en todos quienes le conocen y conocieron, admiraron y admiran, respetaron y  respetan, y que sienten y ven en UD. al “Mejor Suboficial  Mayor”, con la mejor entrega y sacrificio e inolvidable ejemplo y que en todo momento de su larga carrera de soldado hizo  sentir con humildad y prestancia, su natural  liderazgo y amor a la Patria. Gracias mi Instructor.  Atte. y con cariño y respeto,   CARLOS GARCIA BANDA Soldado Conscripto Glorioso “Esmeralda” año 1974   



domingo, 22 de noviembre de 2020

Miguel Ledezma, un hombre de buen corazón...

 El año 1972, era muy popular entre los jóvenes del Grado Técnico Profesional de la Universidad Técnica del Estado de Antofagasta,  participar   por puro espíritu solidario  y con el siempre eterno deseo de construir un ”mundo mejor”, en esos inolvidables  períodos veraniegos o de fin de semana que se llamaban “Trabajos Voluntarios”, derrotando con ese esfuerzo juvenil la pobreza y haciendo con ello,  un mundo de mayor justicia, entregando esa energía y fuerzas solidarias siempre para un buen fin. 

En todo tiempo de la historia ha habido jóvenes que creen que con solo la fuerza de su amor y servicio se pueden cambiar las estructuras, bajo la inocencia de no saber que los mañosos políticos de siempre utilizan ese impulso sano, para sus propios intereses y conveniencias y  utilizan toda esa fuerza para sus propias ganancias tan personales y tan poco solidarias.

No digo que sea la tónica general, hay jóvenes también que encontraron en ese camino un mejor lugar para  impartir mejor justicia y si muchos quisieron creer que ese era el camino, están exentos de castigo por que creyeron de buena fe que eso les llevaría a un mejor lugar y a una mejor consideración en la lucha por lo que todos queremos en alguna oportunidad pelear, y es hacer un mundo más justo, más generoso y de mayor ecuanimidad, donde los que más tienen, sin arrebatarles el fruto de su inteligencia y trabajo, o sueños de su esfuerzo, puedan también compartir con los que sufren con el sacrificado  trabajo y las miserias económicas que reciben, sin muchas veces poder  definir  los estudios y proyectos de familia de sus hijos, en medio de una sociedad que es exigente pero también discriminadora e inhumana.

Aun así, hay gente linda y buena de buen corazón que da mucho más de lo que uno espera.

El año 72, lo decía en el inicio,  estaba en pleno auge el trabajar como estudiantes en los llamados “Trabajos Voluntarios”, que se organizaban  entre las Federaciones de estudiantes para ayudar a los pobladores  de distintos barrios, y hasta en las empresas donde se notaba muchas veces la injusticia social, y la falta de recursos familiares para una mejor calidad de vida. En tal sentido,  eran muchos los que concurrían, pala en mano y entusiasmo desbordantes, a cumplir en aras de un buen fin y a materializar obras de bien por  los demás y a juzgar por esos tiempos de compromiso social  de los estudiantes, estos trabajos no estaban ligados a ideas o líneas políticas de algún bando, puesto que como jóvenes, todos iban con ese buen sentido de ayuda al prójimo y de dejar algo de su esfuerzos para el bien de los demás.

Resalta en mi memoria, una jornada que se hizo como Federación de Estudiantes de la U.T.E., en la Oficina Alemania, donde sin duda el  privilegio mayor de nuestro trabajo favorecía a los arreglos de  la Escuela básica de dicho lugar y un par de casas donde vivían y pernoctaban en su tiempos de docencia,  las profesoras que desde la ciudad de Antofagasta debían concurrir y vivir allí con algunas muy malas condiciones sanitarias y de calidad de vida, para cumplir su vocación de educadoras, en esos colegios  carentes de comodidades, y de verdad que faltaban esas manos de obra mágicas que pintaban, arreglaban,  construían y entregaban todo  su descanso de verano, para adaptar los ambientes y recibir, en los meses de Marzo a Diciembre,  a los hijos de los pampinos de esa oficina  en un mejor lugar para desarrollar sus estudios.

La misma escuela en esa oportunidad, nos cedió los pisos de tablas blancas de polvos ocultos y de tierra de sus salas de clases, para que se transformaran en nuestros cómodos lechos, donde poníamos cartones de cajas vacías para aislar el frío, y nuestras humildes frazadas para defendernos de las la helada nocturna; dormíamos vestidos, lo poco que podíamos y antes que cantara el gallo, y con  las manos pegajosas de pintura y  sucias del trabajo del día anterior, no impedían que   tomáramos  rápidamente un tacho de té caliente y un pan sin grandes lujos, al menos con dulce membrillo o mantequilla, para seguir en las cuadrillas veraniegas pintando, arreglando las instalaciones eléctricas, carpintereando otros y un equipo mínimo  en las cocinas, para procurarnos alguna colación de mediodía y  mantener los tambores de agua  dulce, un poco más fría con  cubiertas de sacos de  arpillera húmeda y que nos refrescaban en las tardes de calor intenso.

Fue una experiencia asombrosa trabajar  por el prójimo en pos de una mejor calidad de vida. No tengo muchos recuerdos claros de quienes fuimos o estuvimos, solo me acuerdo de mi amigo Juan Amas, que siempre me invitaba a esas obras de bien y que asegurando a mi madre que me cuidaría, por ser el más maduro y casi más responsable, me  llevaba como convidado de piedra. Lo mismo me ocurría con Carlitos Gutiérrez, que era siempre movido de  hacer solidaridad con los que más necesitaban y que yo veía en ellos gente de bien y  de corazón generoso, dispuestos a dejar tanto por  conseguir un mejor pasar a los más humildes y desposeídos de esos campamentos casi en abandono, a pesar de pertenecer a empresas establecidas y que reunían  grandes ganancias económicas  pero que tan poco les alcanzaba para arreglar la calidad de vida de sus propios trabajadores.

Eso es un tema para muy largo aliento y difícil de tratar. El tema es que finalizados los trabajos de ese verano volvimos en esas micros salmones de la UTE, y arribamos muy contentos, cansados, agotados, sucios y maltrechos, pero habiendo dejado  nuestros  sudores y voluntad en bien de la comunidad, depositado en las pinturas y paredes, y en los arreglos que habíamos realizado todo el deseo de construir un mundo mejor.

El “Chico” La Rosas fue el cocinero alegre que nos bailaba en las horas de tertulia después del trabajo. El “Chico” Diaz,  con sus alicates y destornilladores se subía a las escaleras, y nos enseñaba los secretos de la electricidad, mientras otras cuadrillas pintaban y arreglaban pisos y tejados. La última noche antes de venirnos a la ciudad,  fue de baile tibio en medio de la cocina con las dos únicas maestras que habitaban  la oficina al lado de la Escuela, y siendo tantos jóvenes impetuosos se convirtieron en nuestras agradecidas maestras, que  nos acompañaron como nuestras alegres compañeras de baile,  hasta altas horas de la madrugada en medio del frio nocturno de la Oficina Alemania. En los preparativos previos de esa tarde, me vi cuchillo en mano persiguiendo por el patio de una casa vecina que nos regaló un par de patos para la merienda,  corriendo tras los resbaladizas aves, que  nos miraban desesperadas y que caían con sus cuellos cercenados por mi  mano, en el terrible sacrificio sobre un tronco  propicio para tan dramática tarea,  que más que una aventura nos provocaba la necesidad de que en esa carne emplumada y  sudorosa, obtendríamos una comida decente en esa última noche.

Los patos fueron asados, no recuerdo si servidos con puré o arroz, escaseaban en forma desmedida también los alimentos y eso todo el mundo lo sabía y sin siquiera tener pan, también escaso, disfrutamos en la amistad de jóvenes con las maestras, de esa comida que   mágicamente, por no tener muchos medios  cocinara el chico La Rosa, poniendo leña de durmientes viejos de ferrocarril,  en esas cocinas de carbón antiguas donde cada mañana nos esperaba algún fondo con te o café para la jornada.

 

Fue tanto el entusiasmo que con Carlos Gutiérrez, en ese entonces integrante de la  Directiva de la Fetepro, (Federación de Estudiantes del Grado  Técnico Profesional de la U.T.E.,) que  decidimos, con el permiso correspondiente de los profesores, concurrir a Maria Elena, para concertar directamente una cita con las autoridades  de la empresa, y coordinar un trabajo voluntario de verano para ese final de año y organizar cuales serían los focos que requerían nuestra mano de obra gratis, contando si con un lugar de alojamiento y algo para poder preparar nuestros propios alimentos, y quizás conseguir algún financiamiento para los materiales de pintura o electricidad y  víveres menores, y de esa forma también comprometer nuestros esfuerzos de jóvenes en la construcción de hacer un mejor mundo con el esfuerzo y el sacrificio de nuestras propias manos.

Esa tarde fue un poco complicado para mí pedir el permiso correspondiente. Siempre hubo en mi familia aprensión y temores  por nuestra integridad y por tener absolutamente claro nuestro destino y jamás pudimos hacer nada sin el control de nuestros padres.

Es así que como a las 19 horas me vino a buscar Carlitos Gutiérrez, y  decidimos ir a Maria Elena, y como no teníamos recursos, irnos a dedo, sin que supieran mis padres de esa aventura, llegando  ya muy tarde a Pedro de Valdivia en esos viajes de buenas personas que nos dejaron por allí cerca, para organizarnos y al otro día en la mañana poder seguir a Maria Elena.

Nos fuimos con la mejor tenida puesta, por supuesto  una tenida delgada casi tipo terno, y nuestros calzados, los mejores como quien asiste a una reunión importante de ejecutivos con la diferencia que nosotros éramos estudiantes y así lo avalaban nuestros documentos otorgados por la Dirección del GTP más nuestros carnets de estudiantes.

Allá será fácil, me decía Carlitos Gutiérrez refiriéndose a Pedro de Valdivia; iremos a una Comisaría y los  Carabineros  de la oficina que tienen buen carácter y fama, nos cobijarán aunque sea en una sala, esperando nuestro viaje de madrugada a Maria Elena.

Después de deambular y buscar  algún  rostro conocido, y ya exhaustos de no encontrar nada, ni menos que alguien nos alojara sin conocernos, aparte que no llevábamos ni siquiera un escudo para alimentación porque éramos jóvenes aventureros y creíamos en la generosidad del mundo, nos fuimos muy tarde, cuando ya el frio comenzaba a  hacerse dueño de  la oficina, a la Comisaría donde un Carabinero, con esa cara propia de policía desconfiado, cansado del servicio y con esa mirada propia de tener mucha rabia en su corazón nos preguntó que queríamos y al contarle nuestras intenciones -no digo que fuera despectivo-, pero  en una palabra bien chilena, nos echó cagando de la Comisaria y dijo que nos fuéramos a otro lugar pero que si nos sorprendía por la plaza o sus calles nos llevarían detenidos.

Sin duda ese mensaje fue realmente violento para nuestras sanas intenciones, hoy en día no sé cómo lo llamaríamos, pero de tal forma, nos alejamos caminando de Pedro de Valdivia en medio de la medianoche y ya con nuestros cuerpos fríos del hielo pampino y nuestras camisas delgadas y zapatos de colegio en los que comenzaban a entrar clavándonos de fuerzas los que yo siempre llamo “cuchillos de hielo” de la noche gélida y mortal de la pampa.

Caminamos muchas horas. En  un momento  divisamos una camioneta Ford antigua desarmada y abandonada que al menos tenía una cabina y  allí nos sentamos con Carlitos Gutiérrez

Carlos tenía esa personalidad de hombre de fe, más que yo. Tenía confianza en todo lo que hacía, y me decía tranquilo chico  ya pasará la noche y seguiremos con el plan de los trabajos voluntarios.

A todo esto yo ya ni quería saber ni de nada de esas cosas y mis pies se helaban en cada momento más y no había como soportar el frio. Una caja de fósforos que llevaba, la encendía y ponía mis dedos fríos en su llama y no lograba entibiar nada de  esos pies tan helados que al contrario enfriaban las llamas y  se apagaban  con la frialdad de la noche. Hice muchas maniobras para doblarme entre esa cabina fría de  camión abandonado, los metales eran verdaderas cubetas de hielo y ya no había ni siquiera la posibilidad de hacer un fogón con los poco que pudiera servir de combustible puesto que el  par de asientos que nos asilaban del metal era nuestra única esperanza de abrigo,  y  afuera no  brillaba ni una estrella para saber en qué lugar nos encontrábamos alejado ya de la  luces de Pedro de Valdivia y temerosos también que nos llevaran detenidos, ante la amenazas del delgado y aburrido policía que nos recibió muy poco amable en esa comisaría.

Aclaraba ya en  la cordillera y el crepúsculo nos invitaba a vislumbrar un poco mejor el paisaje, de modo que nos fuimos caminando para  abrigarnos un poco las frías extremidades que  se doblaban de inertes y nuestra sangre coagulada y fría como el alma activándose un poco con la caminata y ese corazón de jóvenes impetuosos que nunca  temen a nada.  A esta edad actual de mi vida me habría muerto congelado y “empampado” en esas áridas y frías tierras pampinas.

Nos acercamos con cara de frio a la salida de la faena de los trabajadores que terminaban su turno a las siete de la mañana y ya la pulpería tenia esos olores calientes de panadería y nosotros jóvenes sin rumbo y deseosos de ayudar, nos paseábamos como  almas errantes y hambrientas, y muertos de frío por el campamento y  ya estábamos casi moribundos cuando apareció entonces el ángel que nos salvó de morir en esa amanecida.

Miguel Ledezma, nuestro compañero de escuela,  ese fin de semana estaba en su casa. Quizás lo encontramos camino a la panadería en una larga callecita que en el fondo llegaba a una plaza. Venía con su bolso de compras desde muy temprano y  al divisarnos nos saludó con ese sentimiento efusivo de pampino cariñosos y vio quizás nuestra triste condición de seres presentables para la reunión  ejecutiva, pero muy poco razonable para el clima del momento que nos hubiera exigido como mínimo, dos abrigos, dos bufandas y gruesos pantalones y botines para el frio.

Entonces junto a su saludo vino su  cordial invitación: Vamos a tomarnos un café a la casa de mi madre…

Y allí vimos entonces ese letrero que en medio de la soledad del abandono y del mar de la incomprensión de quienes pudieron ayudarnos, o también en  nuestra irresponsabilidad de no organizar las cosas como  debían ser, nos sentamos asustados y entumecidos en una mesita de mantelitos de cuadrillé y la madre de  Ledezma nos regaló esa taza de dulce chocolate, y esos huevos fritos con ese pan de panadería tibio, que ha sido y fue la mejor comida de nuestra vida a punto de morir de frio y nos regaló su generosidad, puesto que  Miguel le dijo seguramente: “Mamá son mis compañeros del colegio y luego me pagarán la cuenta”.

Quizás haya sido un gran abuso, aun no pagamos esa cuenta, ese chocolate y ese sándwich y esos huevos deben tener hoy  incluido los intereses un valor incalculable porque nos salvó la vida, y en esa situación pudimos concurrir prontamente hasta Maria Elena donde tratamos de organizar esos trabajos y ante el trato indiferente de esos jefes nuevos que no tenían mucho intelecto o mucha voluntad de atender a dos pendejos que querían servir al prójimo, nos mandaron sencillamente, al igual que el carabinero de la Comisaria,  a la mierda.

Si no fuera por el desayuno de la madrecita de Miguel Ledezma, aparte de la mierda ofrecida por los políticos del turno, nos habríamos comido la soledad y la indiferencia de los que no comprendieron que los jóvenes también tendríamos algo que hacer y aportar para ese mejor mundo que tanto pintaban.

Esto fue un buen intento, un debut y despedida, y  no tengo memoria haberme acercado nuevamente a ese intento de construir un mejor Chile, lo que vino todos los sabemos y sin juzgar el tiempo, ni de uno otro lado, yo solo quería agradecer a Miguel Ledezma, a su madre, que nos tendió la mano en ese negocito de cafecitos y desayunos llamado “LA ISLITA” y que fue una verdadera isla donde nos salvamos de tanto nadar en la noche y de tanto correr por las oscuras aguas, hasta caer en su regazo y beber la primera agua tibia del día y con ello sentir que vivíamos y que hoy quisiera  agradecer, al menos por mi parte, pues de Carlitos yo hace tiempo que no sé nada de él, a pesar del cariño que le tengo, y decirle a la madre de Miguel “Gracias Mamà”, porque  nos tendiste la mano en medio de tus propias preocupaciones, y luchas nos recibiste en tu Islita pampina y nos regalase ese “Pan Nuestro de cada Día”, y sin duda que  fuiste un Jesús o quizás “María, la Santísima” la que nos llenó de amor, paz y sosiego en esa aventura que estuvo a punto de matarnos de frio en esa noche inolvidable de Pedro de Valdivia,  en esos años de  idealismos en que creíamos que el mundo sería así de bueno con nuestras manos y que pasados los años nos damos cuenta que éramos soñadores pero que otros, como en todas épocas de la historia, se comían y se comen,  las ganancias de los esfuerzos juveniles, a través de  cremosas tortas y pasteles……

  Gracias Miguelito y un abrazo a tu madre….

 

Tu amigo agradecido: Carlos Eduardo Garcia Banda. 22.NOV.2020

sábado, 10 de octubre de 2020

Atardecer

En la costa vacía de niños se mecen los encajes de las olas y en el horizonte un disco de sol duerme y se acomoda, dando paso a las luminosas estrellas con su cruz del sur tatuada en Orión, con su espada de centinela. La ciudad duerme, nerviosa sueña. Algún día dejaremos la esclavitud de la pandemia. Amanecerá radiante, anunciando una nueva era y traerá amor y comprensión, dejando las máscaras de soberbia, para mostrar nuestras sonrisas renovadas y abrazarnos ya sin odios, miedo y tonto orgullo que nos ciega. Un nuevo despertar como se merece Antofagasta, nuestra tierra.  (99 palabras) 

Carmencita (Micro cuento en 100 palabras)

La negrita que perdió su pega vive en el campamento del olvido. Cada mañana enciende el gas en la sede para que hiervan las burbujas que elevan los aromas de porotos, amasando con sus manos pulcras el blanco pan de la alegría de los niños, superando las angustias de las noches oscuras y amanecer con esperanzas en la lucha diaria del sustento. No llega ayuda, ni gobierno, ni de esos que esparcen en la red sus selfies como semillas. Carmencita pide o golpea puertas con su tierna sonrisa. No se vende a ningún político para no tener que pagar la cuenta. (100 palabras.)

Madres Educadoras (Micro cuento en 100 palabras)

 

Los parques infantiles vacíos, las aulas repletas de palomas y silencios, los perros de la calle esperan la algarabía ruidosa de los niños para que llenen cada mañana las sillas vacías de ilusión y de esperanzas. Maestros que se amanecieron aprendiendo tecnologías y reinventando su vocación sagrada y madres que vivían sus mañanas libres metidas en las ollas y el gimnasio, cambiando los cucharones por teclados y reaccionando en lo que nunca debieron dejar: educar como parte de un ciclo completo, y que hoy se sorprenden de tanto que aprendieron y descubrieron que sus hijos, no siempre son “mateos”. (99 palabras..)

Restricción: (Un "micro cuento"...en 100 palabras...)

    

Y la cuarentena nos enseñó que había casa, amor, hijos, nietos y mucho que aprender. Los platos, la cocina, el gas, la luz, el agua, amasar pan, cocinar porotos, budín con pan añejo y azúcar, envolver tomates con papel, las papas en cajas a oscuras y las cebollas aparte, el sudor de los guisos con mote o con chuchoca, las lentejas y los garbanzos, vivir tan cercanos a un supermercado y preferir el almacén bien surtido del "peruano", eludiendo el permiso y ahogado de cansancio con la máscara mal oliente y la conciencia cansada; pero vivo...

martes, 6 de octubre de 2020

ELLA....(La canción del ayer. )

 En la casa de los Castañeda, Joel y David, participábamos, muy ordenaditos, en el "Malón" del curso, y todavía el sol estaba en los cielos pampinos alumbrando la tarde de mil colores, eran casi las 18:30 hrs., y esa música sonaba en el pick up, y yo tímidamente soñaba con bailar con la Blanquita Contreras, que era más alta que yo, pero que su mirada estaba siempre dirigida a otro de sus inocentes amores de niña...Aún así me atreví, me tiritaban las piernas y mi piel se sonrojaba de esa posibilidad de estar tan cerca de un sueño que podría quizás alguna tarde convertirse en realidad, o como gran premio de la vida, terminar en un dulce y suave beso... Nunca fui buen bailarín, de verdad no era muy diestro en el compás y me costaba no pisarle sus finos piececitos y de pronto trastabillar en medio de la salita donde sonaba la música.

Al costado del salón un limpio y albo mantel adornaba la mesa del comedor, repleto de "canapés" de huevo o paté  adornados con alguna redondita zanahoria, o esa "media luna" de "aceituna" que parecía pintar y ofrecerme esa sonrisa de aprobación por mi valiente intento, contrastando un todo hermoso decorado, y en entre medio de los platos, las flores plásticas con vistosos frascos de vidrio, aún olientes y lavadas con Rinso, daban un grado de pulcra limpieza al oloroso y  delicioso rincón, donde de vez en cuando la "dueña de casa" sacaba, para repartir entre los niños, (que sólo miraban el baile,  sentados y ocupando las sillas ubicadas en las paredes que daban a las ventanas enrejadas hacia la calle Aconcagua), algún plato con un cerro de queques de naranja, finamente cortados  y algún vaso de Orange Crush, o esas coloridas Bilz o amarillentas Papayas que nos subían el azùcar  y la adrenalina y nos calmaban también la sed...

Entre tanto, ese disco: "Ella"…. y yo la miraba fijo a los ojos hacia “arriba”, y ella sonreía coquetamente hacia “abajo”, (éramos desde ya incompatibles por nuestras distintas "alturas"). ella siempre esforzándose por no parecer tan "alta" a mi lado, y yo "empinando" mis sufridos pies adentro de mis zapatos viejos, recauchados con goma de las correas transportadoras, (pero bien lustrados), esforzándome todo lo que podía con extremo disimulo, y tratando de crecer esos centímetros tan necesarios para llegar al menos a la vista de su boca, doblegándome con valentía y soberbio orgullo desde mi frágil y pequeña estatura. Me arrimaba hacia arriba, siguiendo las "sabias" instrucciones del "Gringo" Poblete, que me decía como debía tomar a la dama para el baile,  desplazándome para mejorar mi compás, y aparte de la emocionada "caricatura", el "lento" de Adamo, hacía que mentalmente cantara a mis adentros ese "ritmo" de: Uno, dos; Un, dos, tres...Uno, dos; Un, dos, tres. Uno, dos; Un, dos, tres… (casi como un ensayo de desfile con los scouts en la Escuela...). Mientras llevaba el ritmo, (o el mal ritmo) esquivando dañar sus piececitos con los zapatones duros de goma, soñaba en mis adentros, con cualquier cosa que me llevara y permitiera permanecer así, con "Ella" y Adamo toda la tarde...(casi noche)...

Y entonces, ¡¡Oh my gad!!  Ella, la Blanquita, (la princesa de mis sueños)…de pronto lanza su exabrupto, sin violencia, siempre fina y educada como era ella…. Y me dice casi sonriente: ¡TÚ EDUARDO, ERES "MUY PESADO" PARA BAILAR!,¡TE CUELGAS DE MÍ, Y TIENES UN PÈSIMO RITMO!...dejándome entonces en medio de la "pista", y gracias a la providencia directamente apuntado a la mesa de los canapé de huevo, donde corrí presuroso, con mis pesados zapatones negros, ya delatado y sin ningún disimulo, a engullirme un pan con paté y zanahoria, y otro de huevo y aceituna y un queque de limón y otro de naranja, y tragarme en medio de la vergüenza, lña sequedad de mis pesares revolviéndolo todo con un vaso de "Pepsicola", que me calmó la ira y me tranquilizó  conciencia y destruyó en un segundo y para siempre mi “enamorado” sueño. Ya son más de cincuenta y tantos años y al igual que ayer, aún me "tiritan" la emoción y se agitan adoloridas y tiritonas las piernas

lunes, 5 de octubre de 2020

GRADUACIÓN SS.OO.MM.

 Y nada somos si no tenemos esa compañera, esposa de soldado, que se ha llevado en su silencio todas nuestras ausencias, siendo padre y madre en tantas oportunidades. Gracias a mi esposa, Mònica, compañera de esta larga aventura de vivir y por supuesto a toda mi amada familia.

·     

miércoles, 19 de agosto de 2020

CAMINO A CRISTO

 El camino de Cristo, es un camino difícil, nos obliga a ser humildes, serviciales  a tener siempre la voluntad del perdón y en todo,  la luz del Señor debe ser siempre una luz de esperanza de amor y de amistad, sincera y verdadera. En  la época romana, arrojaban a los Cristianos en medio del “Circo Romano”, y no hubo ninguno que empuñara un arma, sólo hubo ofrecimiento de sus propias vidas, sabiendo que alcanzarían una muerte dolorosa y un pasaje directo a la Vida Eterna. El Evangelio del domingo nos hablaba de todos los hermanos que fueron muriendo uno a uno y nunca perdieron la fe, y jamás levantaron una mano en defensa de sus vidas. Eso es una muestra de fe inconmensurable. Debemos perdonar en nombre de Jesús  debemos amar, en nombre de Jesús,  debemos unirnos en nombre de Jesús,  debemos llevar esperanzas y paz a cualquier lugar donde debamos Evangelizar,  debemos ser palomas de paz y creer que Dios será siempre nuestro mejor juez. Debemos ser consecuentes con el Evangelio y amar al prójimo como a nosotros  mismos, debemos poner la otra mejilla, aunque nos cueste, porque ése es el mandato del Señor. Ojalá que nunca las ideas nos separen,  la humanidad, pase lo que pase, sea la idea cual sea,   no está abandonada;  Dios siempre triunfará y su justicia y su misericordia son  la más perfecta. Cuando seguimos a Dios, podemos morir en paz y seguramente alcanzaremos un lugar, aunque sea un humilde rinconcito en ese cielo amado,  cuando seguimos a los hombres, caemos en el triste error de la idolatría humana y nos llenamos de ansiedades terrenales y extremas. El “Soberano Rey”, Jesucristo nos dice: “Mi Reino no es de este mundo”, y el mundo seguirá lleno de conflictos,  lleno de ambiciones de poder, cada cual quiere más TENER  que SER, el mundo levantará la espada contra espada, hermano contra hermano, ofensa por ofensa, “ojo por ojo y diente por diente”, y esa ley Jesús la abolió por otra actitud, la de amarse los unos a otros y no “armarse los unos contra los otros”. Si alguno muere en el nombre de Jesús tiene asegurada la “Vida Eterna”, el que es soberbio, orgulloso, y es capaz de poner a hermanos contra hermanos, a practicar la violencia,  a separar las personas por ideas,  no es cristiano y da un muy mal ejemplo. EL seguimiento de  Jesús. Exige una entrega y confianza  absoluta en Èl. Podrán quemar las catedrales, romper las imágenes de yeso que sólo son  símbolos de nuestra creencia y fe, asesinar a miles de inocentes, juzgar a cada cual por sus actos, y esa intolerancia, por más muerte y desastre que traiga, no solucionará la tan necesaria “civilización del amor” que Cristo nos obliga a mantener como fuente de esperanza y de luz. La violencia engendra violencia, y el odio divide, nunca une.  Solo el perdón sincero del corazón libera, lo demás es sólo una innecesaria tormenta del alma.

Un gran abrazo a todos ustedes en el inicio del día y los mejores deseos de que la verdadera Paz del Señor nos acompañe en nuestras tareas y responsabilidades sin dudar jamás que Jesús va a nuestro lado, caminando o llevándonos en medio de las tormentas, y quizás en muchos tramos marcando solo su propia  “huella en la arena”,  porque nos lleva en brazos ayudándonos a vencer los odios, las enfermedades, los males del alma, todo lo que nos parece injusto, todo los golpes que recibimos en nuestras propias vidas, todo aquello que nos hace sentirnos esclavos de los sistemas humanos, pero que en la hora de mirar a Jesús, nos damos cuenta que sólo Èl,  nos puede regalar la paz, la alegría, el sentirnos  contentos, porque cada día  Jesús se hace más imprescindible y necesario en la vida del hombre, por ser la única y verdadera luz que nos puede traer paz y amor verdadero al mundo. Nuestra actitud de hoy debe ser la de orar, orar y orar. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán consolados.”  

Si queremos justicia y paz social, que es lo mínimo que se puede pedir para vivir con dignidad, comencemos por revisarnos nosotros mismos, y entender que por nuestra actitud, por nuestra comodidad, por nuestra poca fe, somos también muy responsables de la oscuridad que se cierne sobre tantas almas, que  buscaban esa luz y nuestra actitud les apagó sus esperanzas. ”Aún en la tormenta, aún en mi soledad, te amo, te amo en verdad”….

 

Oh Dios....

 

Oh Dios cómo quisiéramos vivir eternamente,

Y soñar con ver grandes a los hijos y los nietos

Y acompañarlos toda su vida, alegremente

Y disfrutar con ellos todo el tiempo.

Cada día que comienza nos trae esperanzas

Y cada noche es ya un día menos de vida

Y con las estrellas se encienden los sueños

Que se escriben en nuestras grandes melancolías.

Señor que no sea hoy la partida, quizás mañana,

Cuando ya no tenga  pinceles ni pintura

Para escribir con ilusión nuestros deseos

Y soñar con cantar esas nuevas partituras

Que se escriben en el día a día de la vida

Y que se consumen en las horas

Que  son intensamente vividas.

Anoche en mi descanso navegaba

Por mares agitados y violentos

Y las olas me arrastraban sin piedad

Enredándome en tantos tormentos

Y buscando roca firme para aferrarme

Y esperar despertar en la esperanza

Que solo fue un mal dormir todo aquello.

Mis síndromes de vértigos mis giros nocturnos

Mi mente inútil,  atribulada y compleja

Mi temor a no despertar de mañana

Y la tonta  angustia que enciende mis tristezas

No porque sea hombre triste, sin alegrías,

No porque tenga una fe con poca certeza

No porque no esté preparado

No porque no crea mi conciencia

Pero cuesta tanto desapegarse de los días

Soleados, hermosos, de vientos, de estepas

Sembradas como en el campo verde

O inhóspitas llanuras desiertas.

Cuesta tanto desapegarnos de la vida

Y de verdad que morir no queremos

Más aún si los campos sembrados no florecen

Y esperamos con ansias las cosechas,

Pero eres el dueño del campo

El que nos brinda la copa llena

Que nos quita la sed de los sueños

O nos ilumina en la oscura ceguera

De no querer entender que el mundo

Continúa sin nuestra presencia.

Dame fe Señor, perdona mi soberbia

Dame paz, que espere el nuevo amanecer de la vida

Y pueda descansar de mis temores

Y encuentre paz en  aguas removidas

De ese mar de inquietudes que no cesan

Y que  arrastran en corrientes desconocidas

Espero siempre y cada día

Que sea solo tu voluntad eterna

Me iré al descanso de esta noche

Ojala pueda despertar

En el amanecer de nuevas primaveras

De esas floridas coloridas y doradas

Que se dan tan plenamente en tus celestiales tierras

Buenas noches Señor, me duermo entre tus brazos

Haz de mi lo mejor que te parezca

Y ese día que tú quieras

Se calmarán dolores, y no habrá lágrimas ni tristezas

Ya no habrá mariposas aleteando en mis flores

Solo miradas, sin sentido, sin conciencia

Porque en verdad se nos queda acá la música

La lucha, el amor y la esperanza

Y allá sólo habrá sonrisas

Y ya no habrá inviernos ni noches largas

Que se haga tu santa voluntad aquí y ahora

Y canten mis labios a tu amor Señor

Que me acompañó en las malas y en las buenas.

 Arrúllame María en tus brazos

Y  calme en mí la tristeza

Que sienta que renazco a una vida nueva

  Y que viva siempre en la santa alegría

de haberte conocido en esta tierra

y que viva el sueño de mi noche

y que me extinga como silenciosa estrella,

y que de lejos permanezca sin brillo,  como dormida….

Nostalgias escondidas……

 

Día  de nostalgias escondidas,

De tristezas que nunca afloran

de recuerdos pampinos en el alma,

de risas, alegrías, o recuerdos que lloran.

De tenida limpia para ir a misa

de zapatos humildes, pero bien lustrados

evitando en el camino el polvo de la brisa,

Para llegar a conversar con el Cristo resucitado.

Día de  vender “LA VOZ” en la puerta de la iglesia

O esperar la tarde para ir a la retreta

a la magia del odeón de nuestra plaza

mirando enamoradas, a tantas parejas,

y buscar en nuestros ojos inocentes de niño,

entre tantas, que “ella” apareciera,

o quedarse sentados en ese  banco de cemento

a sentir los sones marciales de trompetas,

y agitando su batuta, el Maestro Guardia

que dirige los compases de memoria

y la alegría bullanguera de la tarde vespertina,

hasta los gorriones, asustados, se despiertan.

Huelo el polvo, que recorre como niebla

La calle agreste que nace en los Molinos,

y nos impregna de polvo salitrosos

esos sueños que teníamos de niños.

Es domingo, siempre hay nostalgias

La vida se nos va, tenemos los recuerdos

Crecimos en el paraíso de la tierra

Y quizás no tuvimos tiempo para darnos cuenta.

Cada cual  escribió su propia historia

Con la pluma de los rayos del sol incandescente

Con los viejos remolinos que  giraron a la gloria

Llevándose los volantines  hacia el cielo celeste.

Nunca aspiramos a tener riquezas

La vida era simple, como el agua

Y en el sudor del trabajo

de  las curtidas  manos  de nuestros padres,

nos fuimos envolviendo en  esa magia

Que hoy con tantos recuerdos nos alumbra

con los faroles luminosos del alma…

Quizás mañana no nos veamos

Tal vez marchemos, - como tantos-

 a la desconocida morada

hoy podemos regalarnos  sonrisas

Para honrar a nuestra  tierra amada,

Mañana, quizás nuestros huesos se disuelvan

Y sirvan de abono a la flor de la esperanza

y en las noches la cruz del sur nos envuelva

y nos cubran las silenciosas camanchacas

esas que se quedaron para siempre en nuestra vida

y que aún nos acarician con sus suaves manos blancas.

Hay que afinar hoy más que nunca

los instrumentos del alma

Los timbales de nuestros corazones

Las venas de nuestras guitarras

Para seguir  con nuestras canciones

Y en el tren de la “una” agitando las palmas

Nos iremos soñando con nuestros tiempos mejores

Sin dejar nunca de amarnos,

Llevándonos el tesoro de nuestros amores,

Y en esas nubes de los sueños inmortales

encontrarnos para abrazarnos,

alguna otra y definitiva tarde….

 

Madrugada del 03. MAY. 2020…

 

 

Y te despiertas….

Y te despiertas en la mañana mirando al cielo e instintivamente das gracias a Dios por el nuevo día, sin embargo es también un día menos, y entonces se vienen a la memoria los seres amados que ayer o antes de ayer partieron de este mundo, y sientes con el nuevo sol, una nueva cercanía a lo inevitable, pero te llenas de temores, de preocupaciones, porque no sabes cuando será “el día ni la hora” y descuidaste las “lámparas  encendidas”. Es cuestión de fe, de esperanza, de creer que lo vivido es suficiente, pero siempre te quedan tantas cosas en el escritorio de los “pendientes”; Es cosa de creer que cumpliste tu vida y tus tareas, pero queda tanto por hacer que si tú no lo haces nadie completará “tu” obra.

 Dicen que todas tus preocupaciones y problemas que en el día a día te agobian, con tu partida,  quedan olvidados porque se van contigo; ni siquiera son problemas que heredarán  los “otros”, te los llevarás y no podrás dejar esos encargos a otros, y  nadie se desvivirá por “tus” preocupaciones. Por lo tanto no es bueno vivir preocupados de tantos sinsabores o de las múltiples tareas…. El dinero se va como el agua, las injusticias sociales son el pan de la existencia, los que más tienen, más roban y más desean y pareciera que “disfrutan” de las bondades materiales de la vida; el que menos tiene, más se le quita,  y ya sabemos el còmo debemos ganar el pan con el sudor de la frente y caer cansados y sudorosos cada término de jornada, queriendo buscar  en tantas cosas esa resbaladiza felicidad.; la vida resulta injusta y no será nunca mejorada mientras los egoísmos personales y los afanes  e ideales estén en el alma de los que siempre hacen usufructo de los bienes comunes. Ya nada es realidad, todo es difuso e ilusión, y los que pueden hacer un mejor mundo no lo hacen, los que pueden plantar àrboles, prefieren talar los existentes; ya no somos dueños ni del aire y la libertad del hombre  està siendo controlada y oprimida por los de “allá” o los de “acà”, da lo mismo,  pero nadie piensa en verdad que los “otros” sean felices. El mandamiento del amor, se limita a tus círculos más cercanos. Te unes con aquellos que te pueden ser útiles para tus fines o ideas,  el amar al prójimo, pareciera ser lo mismo, a conveniencia y ni hablar del no robar y el no matar, eso ya es mandamiento casi  olvidado  y los que deben vivir el Evangelio  sólo lo recitan, pero no lo practican y no les alimenta el alma.

 Estamos en una caída libre desde el espacio, sin seda de paracaídas, solos en medio de la nada, bajamos a velocidades  vertiginosas a la gravedad certera, y pronto nos golpearemos en los duros océanos y desiertos, pues todo lo que nos rodea se pudre en la  más burda indiferencia al dolor, a la injusticia. Hoy comienza un nuevo día, y así la vida  se deshoja con cada amanecer.

Busquemos agradecer al Dios de la vida  por la propia vida. Tratemos de sonreír, de cantar, de alabar y de mostrarnos agradecidos por lo poco o nada que tenemos, o por esa abundancia que podría ser compartida, y  eso nos dará fuerza espiritual y nos sentiremos valientes e incólumes en el duro batallar del nuevo día. Quizás hoy sea el último aliento,  la última tarde, la última noche, y es bueno vivir el día como si fuera el último,  para vivir definitivamente sin preocupaciones, y solamente pensar que  más temprano que tarde, nos tocará emprender el vuelo, y dejaremos todo aquello que nos pareció tan importante, eso que nos puso en los escalones más altos de las gradas del poder y el tener.

Para vivir feliz, da gracias a Dios por lo que tienes y necesitas hoy: Un vaso de agua para beber, un plato de comida para alimentarte y un lecho abrigado para dormir. Sin duda que el trabajo  te brindará esas riquezas, y debe ser también una herramienta de cuidado, pero sobretodo  aquello que te da la fuerza del verdadero  motor del mundo: El Amor.

MICRO CUENTO

 

domingo, 2 de agosto de 2020

Carta a la Sra. Gabriela Mardones de Grunert (Q.E.P.D.)


Señora Pelusita:

¡Que bueno que hallamos recordado en estas redes nuestros mejores años de la vida junto a su esposo y hermosa familia!

¡Què hermoso haber compartido todas sus emociones familiares, con esos pequeños que son sus hijos y que conocimos tan niños y que hoy les llenan de orgullo como familia, y ese orgullo siempre reflejado en sus publicaciones, comentarios y tantas alegrías hermosas, y en especial  el mejor regalo que pudieron hacer por ustedes: sus nietos.

Gracias al Señor de la Eternidad, porque usted y su esposo son, fueron y serán siempre unas personas que pasaron “haciendo el bien”, generosas, bondadosas y que renunciaron muchas veces a tantas situaciones propias por el bien de los demás.

 Gracias por que en cada foto del ayer que compartimos, siempre había una opinión suya favorable a los recuerdos, y quizás eso nos sirviera a todos nosotros como aliciente de vida en las propias dificultades que a veces uno prefiere callar para no preocupar.

No supe que estaba enfermita, no me enteré oportunamente, por eso que hoy, recibiendo esa infausta noticia, se me nubla la vista de solo pensar que no la veremos más físicamente, pero con la certeza espiritual que estará en nuestros recuerdos siempre, porque supimos de su amor, de su simpatía, de sus mejores años, de su belleza, sin duda incomparable, pero sobretodo de esa belleza del alma, que habla de tantas cosas heredadas de sus padres, como son los valores y los inolvidables recuerdos.

No sé cómo expresarle nuestros sentimientos. De verdad estamos impactados, pero su dulce sonrisa, que vislumbramos entre las nubes de la inquietud y el dolor,  nos dan paz y tranquilidad, porque sabemos que está en un mejor lugar, y solo quiero decirle que la recordaremos siempre, con ese cariño propio de personas que fueron compañeros de la ruta de la vida y que tuvo usted una hermosa familia junto a su siempre distinguido esposo y amigo, el tan recordado  “Gringo” Grunert , (según èl: “de sangre “irlandesa”, por su carácter), y que nos enseñara nuestras primeras cuecas y tonadas  en el querido  conjunto “Flor de Chile”, que fundaran juntos en nuestro querido “Esmeralda”, y nos  llenara el espíritu de amor a lo nuestro, con esa estampa de huaso elegante (y “huasa” distinguida), pero con alma de campesinos bonachones,  humildes, buenas personas y  amante de nuestras tradiciones. No  olvidaremos nunca su optimismo, energía, alegrías y sencillez, que serán finalmente los más hermosos recuerdos que evocaremos  de una mujer noble, valiente y llena de virtudes y que tuvimos el gusto y honor de conocer.

Descanse en paz Pelusita.

Ya a no habrá dolor para usted, sólo esperanzas y alegrías y una nueva vida, esa prometida por Jesús en su Evangelio, y allí alguna vez nos reuniremos a cantar junto a su esposo  una cueca o tonadas, para recodar la vida tan hermosa que nos tocó vivir y que seguirá con su dolorosa ausencia,  pero que mitigaremos al agitar nuestros pañuelos y cantos al cielo, donde  usted vibrarà como nosotros con ese inmenso amor a lo nuestro.

 Un abrazo en la distancia.

(El cielo hoy, es un mejor lugar, con su alegre presencia.)

 



Perdonar es liberarse:

Perdonar es liberarse:

 

Cuando una persona muere, se acaba su paso por esta vida. No hay más emociones, alegrías, tristezas, dolores ni preocupaciones. Se va con todo lo que le inquietaba y con una maleta llena de sus propios problemas, los que nadie buscará darle soluciones. Solo el que se va, los “conocía”.

Todo aquello que nos impedía ser felices,  detenía nuestra marcha a una feliz existencia  o nublaba la mente, se va con nosotros. Ya nada nos detiene.  Se apagó la luz y  no habrá para nuestros ojos terrenales, un nuevo amanecer.

Partir es eso: marchar  y no volver.

Te vas sin equipaje, sin riquezas. No puedes llevarte ni tus odios, pesares o  rencores, y ya nada pesa en tus  espaldas, ni en tu conciencia, porque todo lo que te remordía o te preocupaba,  se fue con el último suspiro  estertoroso de tu vida en agonía.

Se termina tu ciclo.

Mañana nacerán otros, que escribirán mejor que ti  tus aburridos cuentos, soñarán con mayor pasión  el deseo de tus oprimidas  libertades y manejarán mejor los pinceles de tus pinturas opacas de las tardes de tu vida.

Ya no serás el necesariamente “indispensable”.

La única forma de liberarse de todo eso que arrastras y te hace rabioso, enojado con el mundo,  con la vida que te ha tocado, con todas esas quejas que te alteran la paz de tu existencia, y preparar tu alma para ir libre en el viaje último y final  es emplear la mejor herramienta  que puedes esgrimir con certera eficacia: El perdón. De ti mismo y el de los otros que nublaron tu conciencia.

Cuando te marches de la vida: Si hiciste el bien, anda en paz; si no lo hiciste, perdónate para ser libre.

Y finalmente si le toca a tu enemigo partir antes, asiste con respeto y silencio a su sepelio, ora con sinceridad por su propia conversión y que haya tenido tiempo para su propio perdón; no guardes rencor que solamente a ti te daña,  ante la muerte debemos ser caballerosos y nunca perder la cordura y el respeto. Nadie puede reírse de la muerte del otro,  en las miles y distintas circunstancias. Siempre habrá un recuerdo para el otro.  Nunca te olvides de este práctico consejo:

 

“Ante la tumba  de tu peor enemigo,

siempre deja una flor que marque tu presencia.

Al final es tu grandeza lo que importa,

no la pequeñez de aquel que pudiendo hacer el bien,

te hizo daño. Tu perdón es también  su peor dolor.”

 

 

Que tengas buen domingo.  ”Sir Charly”.





MAYONESA CASERA

Un homenaje a  nuestra mamá.   Carlos Garcia Banda p n e o t r s S d o 3 a 9 m o f 1 a 0 a 6 2 u 3 0 2 m 5 8 2 d e 0 f   i 2 c h h 2 c 4 h 1...