sábado, 12 de diciembre de 2020
A mi SOM. Sergio Sepúlveda Riffo.
lunes, 30 de noviembre de 2020
Carta a la Señora Erika....
19 de Noviembre de 2020
Estimada
Señora Erika:
He estado muchos días en silencio orando por usted. Lo hice en un
principio por la enfermedad inesperada de su amado esposo, a quien tuve el
gusto de conocer y sin ser muy amigos,
hablar una noche en los tiempos de la crisis donde le presenté mis respetos en
mi condición de ex militar en retiro y ofrecerle todo mi apoyo, solidaridad y oraciones
en los difíciles momentos que él enfrentaba y que de verdad nos permitieron
cruzar esas palabras con verdadero afecto de camaradas y con el respeto y admiración de un soldado, educado en la disciplina y el trabajo
abnegado, renunciando tantas veces a la familia y las situaciones personales
por la Institución, a quien juramos defender y entregar hasta la “vida si fuese
necesario.”
No es fácil para mi escribirle, puesto que su dolor es tan de usted,
tan personal e íntimo, que no hay nada que lo pueda mitigar. Pero lo hago a la luz de la fe del Señor y su
Santísima Madre, para que sienta en eso un mensaje de cariño de todos quienes le apreciamos y que
también hemos sufrido en silencio toda su tristeza y comprensión de esta situación, pero
entendiendo también que siendo usted una mujer líder en lo espiritual y que nos
ha guiado en tantas ocasiones, también
ha puesto lo mejor de usted, para confiarse al Padre amado Dios, con Santa
Humildad, ofreciendo sus pesares personales y
construyendo con esa ofrenda
maravillosa, su propia Santidad.
No tengo palabras, pero sepa que seguimos cada día orando por usted, el
compromiso de acompañarla es anónimo y silencioso como son las cosas de Dios,
pero es bueno que sepa que ese Grupo de
Señoras de Oración, que tanto la aprecian y quieren están siempre ofreciendo en
forma individual y colectiva todas sus fuerzas y los mejores deseos para que
sea la paz, lo que pronto se anide en su
corazón, pasando esta dura etapa de su duelo personal y familiar, y tratando de
comprender esos difíciles caminos que muchas veces el Señor nos somete, para
nuestro propio crecimiento interior, y en verdad no existe consuelo, puesto que
el consuelo mismo es Dios y frente a su
grandeza, solo podemos ofrecer nuestra pequeñez.
Reciba mis respetos, mi cariño, mi constante oración y mi deseo que las
dificultades espirituales que significan la ausencia de ese esposo tan distinguido y ejemplar, tan
profesional, tan entregado a su trabajo y su familia, sean como el mejor
bálsamo de su propio ejemplo puesto que el , si bien no cayó en actos del servicio como mártir,
pero no cabe dudas que sus
preocupaciones del mando, ejercido con tanto profesionalismo y capacidad, mas
su carácter de hombre comprometido con la sociedad, hicieron quizás un efecto interior que sólo Dios nos
puede explicar.
He pensado y pensado en enviarle esta nota. No quiero despertar
tristezas, solo quiero entregarle un mensaje de paz, de luz y de esperanzas, puesto
que nuestra hermandad en la fe nos obliga a sentirnos unidos y solidarios
frente al dolor, y de manifestarle nuestra preocupación común que nos une, y pueda
usted sentir la compañía espiritual de quienes tanto la apreciamos.
El tiempo transcurre rápido, no es que uno quiera olvidar, pero las
tristezas se van disminuyendo cuando a
la luz de la fe, existe el convencimiento que el ser amado está en un mejor
lugar, y eso mismo nos otorga ese consuelo que a la Luz de Cristo se transforma
en una permanente ofrenda de amor y con ello mitigar un poco el sentir.
Lo que sí debe ser un gran motivo de satisfacción y orgullo, es haber
tenido un esposo Carabinero, servidor de la Patria, y quizás en cuantas ocasiones
arriesgó su vida y en esa entrega
profesional a su Institución. Los que somos hombres de armas, sabemos que en
cualquier momento podemos partir, y así yo viví también mis años de soldado del
Ejército de Chile, siempre amando a mi familia pero consciente que en cualquier riesgo, no habría vuelta atrás a
lo que la vocación nos dicta. Ese es el caso de todos los uniformados que han
elegido a sus Instituciones como
escuelas de vocación y servicio, y en eso le represento mi admiración a Carabineros de
Chile, y entre ellos a su distinguido esposo.
Aun así, debemos agradecer todos esos años que el Señor les regaló como
familia, principalmente a UD., que supo acompañar a su esposo en tantas
difíciles situaciones, siendo también madre y padre en tantas circunstancias
que usted mejor que yo conoce, pero que
permiten decir con absoluto
convencimiento que tras un gran esposo Carabinero o soldado, hay una gran mujer, una gran esposa, una madre
ejemplar y usted es por esencia una persona con un alma luchadora, esforzada,
sacrificada y templada en el sufrimiento,
pero también en la esperanza que habrá
un mejor mañana.
Le deseo mucha paz, que nadie le quites esa felicidad de lo que vivió
en sus mejores años, son los recuerdos los que nos llenan los espacios vacíos,
pero sobretodo piense que alguien está en ese hermoso lugar, que tanto nos habla Jesús
en su Evangelio y que llama “Vida
Eterna”, y que alguna tarde nos permitirá sonreír,
abrazarnos y cantar nuestras mejores alabanzas, o nuestras mejores canciones, o
quizás sus mejores recuerdos junto a quien
le amará por toda la eternidad y
que sin duda está y sigue junto a usted.
Le decía que he pensado y pensado más de lo necesario mandarle esta nota, pues no sé si servirá decirle que la apoyamos
en todo, pero necesito decírselo, porque
no quiero que el silencio, doloroso y obligado, tenga sabor a olvido, puesto
que está presente siempre en nuestras oraciones y peticiones por eso le decía
anteriormente, por su paz, la de su familia y la de todos quienes la quieren y
están con ustedes por siempre.
Le estrecho respetuosamente, aun en estos tiempos de pandemia y
encierro, para decirle que le pido perdón por mandarle esta nota, pero
necesitaba decirle que estamos con usted y esperamos en Dios su pronta
recuperación de su paz interior y su liderazgo tan necesario en nuestra vida de
Oración y Entrega a nuestro Señor, sabiendo que su Santa Madre, también la
acoge a Usted y la acompaña.
Mucha Paz.
A mi instructor Guillermo Caballero Astudillo
Antofagasta, 29 de noviembre de 2020
Mi apreciado, recordado e inolvidable instructor: Si hay alguien a quien recuerdo siempre, como un hombre íntegro, servicial y de inigualable vocación de soldado, es a usted mi querido amigo, GUILLERMO CABALLERO ASTUDILLO, quien fue mi mejor ejemplo de disciplina y entrega y el prototipo del soldado ejemplar, ése que muchos quisimos imitar en nuestros tiempos de carrera militar, no siendo posible igualarlo, dado sus grandes virtudes militares, ejemplo, voluntad, sabiduría y liderazgo. De usted aprendí, ( y no temo decir que muchos “aprendimos”, ) tantas cosas, y creo que también traté de seguir sus pasos, pues siempre fue mi gran modelo de militar y por quien guardo muchos gratos recuerdos y de verdad no tengo ningún mal recuerdo, de un hombre soldado que haya sido injusto, o innecesariamente violento o abusivo con su poder de mando, todo lo contrario, casi sentimiento paternal a sus pequeños reclutas, casi hijos, quienes nos aferramos siempre a su justicia , compromiso y valor de equidad y valentía. Tengo grabado en mi mente, y me parece verlo hoy como si fuera ayer, sintiendo en la noche del cuartel, esas frías y brillantes baldosas rojas en nuestras sentaderas en las jornadas de instrucción post retreta, de nuestra “Compañía de Morteros”, aprendiendo sus inolvidables himnos y canciones militares, y aunque sea mi corazón “Esmeraldino”, el himno que se quedó muy profundo enraizado en mi alma, y cuyas letras rezan: “Paso al regimiento hijo de la Gloria, paso al Chacabuco que avanza a la lid”…., ese Glorioso Himno que aun al entonarlo u oírlo en mis viejos y ya inútiles “cassettes” militares, arranca de mis añoranzas y recuerdos, esas lágrimas de hombre viejo, imaginando su afinada y acompasada enseñanza, trayendo toda esas jornadas de ensueños e ilusión, con ese sentimiento de “reclutas” nerviosos o soñadores, ignorantes de lo que era el Ejército, y deseosos de servir a Chile, como una forma de entregar nuestra juventud en un sagrado y justo sentimiento del deber, desconociendo que en esa paredes de ese y muchos cuarteles, había un universo de hombres generosos, profesionales, entregados al sacrificio de ser soldados llamados por ese sentido natural de vocación, en un llamado del alma y que en nuestro mundo civil nunca imaginamos que hubieran hombres, casi religiosos, que servían a su bandera sin interés, y con todas las dificultades familiares, económicas y otras tantas “hierbas” que perfectamente hoy conocemos al detalle, pero que la historia no ha querido rescatar ni fomentar ese amor a Chile de sus soldados, por tanta mezquindad humana, y sobre todo para la paz futura de nuestras conciencias. En esta extensiva misiva, no sólo he querido recordar esos momentos tan importantes de mi vida de reclutas, pero creo que es necesario alguna vez, dar y darse el tiempo para expresar nuestra gratitud y reconocimiento a quienes nos formaron y forjaron en nosotros eso que nadie conoce, porque no lo ha vivido, y es el amor a Chile. Reciba en este día mi humilde reconocimiento, mi gratitud, y un especial abrazo, más que por su cumpleaños, por su ejemplo inolvidable y esa vocación que fuera muchas veces atacada y debilitada por las críticas y todas aquellas cosas de las cuales nunca estamos exentos, como son los antivalores propios del egoísmo, pudiendo muchas veces más, la envidia y la injusticia, y que tratan de opacar el brillo de ese inconmensurable valor que llevamos en el corazón, los que vestimos alguna vez el uniforme y que hoy lo tenemos como el mejor testimonio de nuestros mejores recuerdos en el interior del alma convencidos que el día que se acabe la batalla por la vida, nos iremos con esas mismas presillas y galardones ganados con tanto sudor y esfuerzo a esos cuarteles celestiales, agradeciendo al Dios de los Ejércitos esa maravillosa oportunidad que muchos no tuvieron y que nos hace seres
excepcionales y llenos de ese sano privilegio ganado con perseverancia y voluntad, entregados a un riesgo que nunca conocemos, y que quizás haya costado la vida de tantos otros hermanos de armas que ya partieron. Que cumpla muchos años más “mi cabo” Caballero, “mi Sargento” Caballero, “mi Suboficial” Caballero y en la justicia divina, el mejor soldado que lleva las presillas doradas mejor portadas que muchos que ostentaron falsos orgullos, dejando usted siempre esa vara tan alta, que llegó a quedarse para siempre en el corazón de sus subalternos, ese general de tropa que nos emociona, que nos entregó todo, con amor a Chile, con amor al uniforme, y que vivió y vive por siempre no solamente en sus subalternos, sino en todos quienes le conocen y conocieron, admiraron y admiran, respetaron y respetan, y que sienten y ven en UD. al “Mejor Suboficial Mayor”, con la mejor entrega y sacrificio e inolvidable ejemplo y que en todo momento de su larga carrera de soldado hizo sentir con humildad y prestancia, su natural liderazgo y amor a la Patria. Gracias mi Instructor. Atte. y con cariño y respeto, CARLOS GARCIA BANDA Soldado Conscripto Glorioso “Esmeralda” año 1974
domingo, 22 de noviembre de 2020
Miguel Ledezma, un hombre de buen corazón...
El año 1972, era muy popular entre los jóvenes del Grado Técnico Profesional de la Universidad Técnica del Estado de Antofagasta, participar por puro espíritu solidario y con el siempre eterno deseo de construir un ”mundo mejor”, en esos inolvidables períodos veraniegos o de fin de semana que se llamaban “Trabajos Voluntarios”, derrotando con ese esfuerzo juvenil la pobreza y haciendo con ello, un mundo de mayor justicia, entregando esa energía y fuerzas solidarias siempre para un buen fin.
En todo
tiempo de la historia ha habido jóvenes que creen que con solo la fuerza de su
amor y servicio se pueden cambiar las estructuras, bajo la inocencia de no
saber que los mañosos políticos de siempre utilizan ese impulso sano, para sus
propios intereses y conveniencias y
utilizan toda esa fuerza para sus propias ganancias tan personales y tan
poco solidarias.
No digo
que sea la tónica general, hay jóvenes también que encontraron en ese camino un
mejor lugar para impartir mejor justicia
y si muchos quisieron creer que ese era el camino, están exentos de castigo por
que creyeron de buena fe que eso les llevaría a un mejor lugar y a una mejor
consideración en la lucha por lo que todos queremos en alguna oportunidad
pelear, y es hacer un mundo más justo, más generoso y de mayor ecuanimidad, donde
los que más tienen, sin arrebatarles el fruto de su inteligencia y trabajo, o
sueños de su esfuerzo, puedan también compartir con los que sufren con el
sacrificado trabajo y las miserias económicas
que reciben, sin muchas veces poder
definir los estudios y proyectos
de familia de sus hijos, en medio de una sociedad que es exigente pero también
discriminadora e inhumana.
Aun así,
hay gente linda y buena de buen corazón que da mucho más de lo que uno espera.
El año
72, lo decía en el inicio, estaba en
pleno auge el trabajar como estudiantes en los llamados “Trabajos Voluntarios”,
que se organizaban entre las Federaciones
de estudiantes para ayudar a los pobladores
de distintos barrios, y hasta en las empresas donde se notaba muchas
veces la injusticia social, y la falta de recursos familiares para una mejor
calidad de vida. En tal sentido, eran
muchos los que concurrían, pala en mano y entusiasmo desbordantes, a cumplir en
aras de un buen fin y a materializar obras de bien por los demás y a juzgar por esos tiempos de
compromiso social de los estudiantes, estos
trabajos no estaban ligados a ideas o líneas políticas de algún bando, puesto
que como jóvenes, todos iban con ese buen sentido de ayuda al prójimo y de
dejar algo de su esfuerzos para el bien de los demás.
Resalta
en mi memoria, una jornada que se hizo como Federación de Estudiantes de la
U.T.E., en la Oficina Alemania, donde sin duda el privilegio mayor de nuestro trabajo favorecía
a los arreglos de la Escuela básica de
dicho lugar y un par de casas donde vivían y pernoctaban en su tiempos de
docencia, las profesoras que desde la
ciudad de Antofagasta debían concurrir y vivir allí con algunas muy malas
condiciones sanitarias y de calidad de vida, para cumplir su vocación de
educadoras, en esos colegios carentes de
comodidades, y de verdad que faltaban esas manos de obra mágicas que pintaban,
arreglaban, construían y entregaban todo
su descanso de verano, para adaptar los
ambientes y recibir, en los meses de Marzo a Diciembre, a los hijos de los pampinos de esa
oficina en un mejor lugar para
desarrollar sus estudios.
La
misma escuela en esa oportunidad, nos cedió los pisos de tablas blancas de
polvos ocultos y de tierra de sus salas de clases, para que se transformaran en
nuestros cómodos lechos, donde poníamos cartones de cajas vacías para aislar el
frío, y nuestras humildes frazadas para defendernos de las la helada nocturna;
dormíamos vestidos, lo poco que podíamos y antes que cantara el gallo, y con las manos pegajosas de pintura y sucias del trabajo del día anterior, no impedían
que tomáramos rápidamente un tacho de té caliente y un pan
sin grandes lujos, al menos con dulce membrillo o mantequilla, para seguir en
las cuadrillas veraniegas pintando, arreglando las instalaciones eléctricas, carpintereando
otros y un equipo mínimo en las cocinas,
para procurarnos alguna colación de mediodía y
mantener los tambores de agua
dulce, un poco más fría con
cubiertas de sacos de arpillera húmeda
y que nos refrescaban en las tardes de calor intenso.
Fue una
experiencia asombrosa trabajar por el
prójimo en pos de una mejor calidad de vida. No tengo muchos recuerdos claros
de quienes fuimos o estuvimos, solo me acuerdo de mi amigo Juan Amas, que
siempre me invitaba a esas obras de bien y que asegurando a mi madre que me
cuidaría, por ser el más maduro y casi más responsable, me llevaba como convidado de piedra. Lo mismo me
ocurría con Carlitos Gutiérrez, que era siempre movido de hacer solidaridad con los que más necesitaban
y que yo veía en ellos gente de bien y
de corazón generoso, dispuestos a dejar tanto por conseguir un mejor pasar a los más humildes y
desposeídos de esos campamentos casi en abandono, a pesar de pertenecer a
empresas establecidas y que reunían
grandes ganancias económicas pero
que tan poco les alcanzaba para arreglar la calidad de vida de sus propios
trabajadores.
Eso es
un tema para muy largo aliento y difícil de tratar. El tema es que finalizados los
trabajos de ese verano volvimos en esas micros salmones de la UTE, y arribamos
muy contentos, cansados, agotados, sucios y maltrechos, pero habiendo
dejado nuestros sudores y voluntad en bien de la comunidad,
depositado en las pinturas y paredes, y en los arreglos que habíamos realizado
todo el deseo de construir un mundo mejor.
El “Chico”
La Rosas fue el cocinero alegre que nos bailaba en las horas de tertulia
después del trabajo. El “Chico” Diaz,
con sus alicates y destornilladores se subía a las escaleras, y nos enseñaba
los secretos de la electricidad, mientras otras cuadrillas pintaban y
arreglaban pisos y tejados. La última noche antes de venirnos a la ciudad, fue de baile tibio en medio de la cocina con
las dos únicas maestras que habitaban la
oficina al lado de la Escuela, y siendo tantos jóvenes impetuosos se convirtieron
en nuestras agradecidas maestras, que
nos acompañaron como nuestras alegres compañeras de baile, hasta altas horas de la madrugada en medio del
frio nocturno de la Oficina Alemania. En los preparativos previos de esa tarde,
me vi cuchillo en mano persiguiendo por el patio de una casa vecina que nos
regaló un par de patos para la merienda,
corriendo tras los resbaladizas aves, que nos miraban desesperadas y que caían con sus
cuellos cercenados por mi mano, en el terrible
sacrificio sobre un tronco propicio para
tan dramática tarea, que más que una
aventura nos provocaba la necesidad de que en esa carne emplumada y sudorosa, obtendríamos una comida decente en
esa última noche.
Los
patos fueron asados, no recuerdo si servidos con puré o arroz, escaseaban en
forma desmedida también los alimentos y eso todo el mundo lo sabía y sin
siquiera tener pan, también escaso, disfrutamos en la amistad de jóvenes con
las maestras, de esa comida que mágicamente,
por no tener muchos medios cocinara el
chico La Rosa, poniendo leña de durmientes viejos de ferrocarril, en esas cocinas de carbón antiguas donde cada
mañana nos esperaba algún fondo con te o café para la jornada.
Fue
tanto el entusiasmo que con Carlos Gutiérrez, en ese entonces integrante de
la Directiva de la Fetepro, (Federación
de Estudiantes del Grado Técnico
Profesional de la U.T.E.,) que
decidimos, con el permiso correspondiente de los profesores, concurrir a
Maria Elena, para concertar directamente una cita con las autoridades de la empresa, y coordinar un trabajo voluntario
de verano para ese final de año y organizar cuales serían los focos que requerían
nuestra mano de obra gratis, contando si con un lugar de alojamiento y algo
para poder preparar nuestros propios alimentos, y quizás conseguir algún
financiamiento para los materiales de pintura o electricidad y víveres menores, y de esa forma también
comprometer nuestros esfuerzos de jóvenes en la construcción de hacer un mejor
mundo con el esfuerzo y el sacrificio de nuestras propias manos.
Esa tarde
fue un poco complicado para mí pedir el permiso correspondiente. Siempre hubo
en mi familia aprensión y temores por
nuestra integridad y por tener absolutamente claro nuestro destino y jamás pudimos
hacer nada sin el control de nuestros padres.
Es así
que como a las 19 horas me vino a buscar Carlitos Gutiérrez, y decidimos ir a Maria Elena, y como no
teníamos recursos, irnos a dedo, sin que supieran mis padres de esa aventura,
llegando ya muy tarde a Pedro de
Valdivia en esos viajes de buenas personas que nos dejaron por allí cerca, para
organizarnos y al otro día en la mañana poder seguir a Maria Elena.
Nos
fuimos con la mejor tenida puesta, por supuesto
una tenida delgada casi tipo terno, y nuestros calzados, los mejores
como quien asiste a una reunión importante de ejecutivos con la diferencia que
nosotros éramos estudiantes y así lo avalaban nuestros documentos otorgados por
la Dirección del GTP más nuestros carnets de estudiantes.
Allá
será fácil, me decía Carlitos Gutiérrez refiriéndose a Pedro de Valdivia;
iremos a una Comisaría y los Carabineros de la oficina que tienen buen carácter y
fama, nos cobijarán aunque sea en una sala, esperando nuestro viaje de
madrugada a Maria Elena.
Después
de deambular y buscar algún rostro conocido, y ya exhaustos de no encontrar
nada, ni menos que alguien nos alojara sin conocernos, aparte que no llevábamos
ni siquiera un escudo para alimentación porque éramos jóvenes aventureros y
creíamos en la generosidad del mundo, nos fuimos muy tarde, cuando ya el frio
comenzaba a hacerse dueño de la oficina, a la Comisaría donde un Carabinero,
con esa cara propia de policía desconfiado, cansado del servicio y con esa mirada
propia de tener mucha rabia en su corazón nos preguntó que queríamos y al
contarle nuestras intenciones -no digo que fuera despectivo-, pero en una palabra bien chilena, nos echó cagando
de la Comisaria y dijo que nos fuéramos a otro lugar pero que si nos sorprendía
por la plaza o sus calles nos llevarían detenidos.
Sin
duda ese mensaje fue realmente violento para nuestras sanas intenciones, hoy en
día no sé cómo lo llamaríamos, pero de tal forma, nos alejamos caminando de
Pedro de Valdivia en medio de la medianoche y ya con nuestros cuerpos fríos del
hielo pampino y nuestras camisas delgadas y zapatos de colegio en los que
comenzaban a entrar clavándonos de fuerzas los que yo siempre llamo “cuchillos
de hielo” de la noche gélida y mortal de la pampa.
Caminamos
muchas horas. En un momento divisamos una camioneta Ford antigua desarmada
y abandonada que al menos tenía una cabina y
allí nos sentamos con Carlitos Gutiérrez
Carlos
tenía esa personalidad de hombre de fe, más que yo. Tenía confianza en todo lo
que hacía, y me decía tranquilo chico ya
pasará la noche y seguiremos con el plan de los trabajos voluntarios.
A todo
esto yo ya ni quería saber ni de nada de esas cosas y mis pies se helaban en cada
momento más y no había como soportar el frio. Una caja de fósforos que llevaba,
la encendía y ponía mis dedos fríos en su llama y no lograba entibiar nada
de esos pies tan helados que al contrario
enfriaban las llamas y se apagaban con la frialdad de la noche. Hice muchas
maniobras para doblarme entre esa cabina fría de camión abandonado, los metales eran
verdaderas cubetas de hielo y ya no había ni siquiera la posibilidad de hacer
un fogón con los poco que pudiera servir de combustible puesto que el par de asientos que nos asilaban del metal
era nuestra única esperanza de abrigo, y
afuera no brillaba ni una
estrella para saber en qué lugar nos encontrábamos alejado ya de la luces de Pedro de Valdivia y temerosos también
que nos llevaran detenidos, ante la amenazas del delgado y aburrido policía que
nos recibió muy poco amable en esa comisaría.
Aclaraba
ya en la cordillera y el crepúsculo nos
invitaba a vislumbrar un poco mejor el paisaje, de modo que nos fuimos
caminando para abrigarnos un poco las frías
extremidades que se doblaban de inertes
y nuestra sangre coagulada y fría como el alma activándose un poco con la
caminata y ese corazón de jóvenes impetuosos que nunca temen a nada. A esta edad actual de mi vida me habría muerto
congelado y “empampado” en esas áridas y frías tierras pampinas.
Nos
acercamos con cara de frio a la salida de la faena de los trabajadores que terminaban
su turno a las siete de la mañana y ya la pulpería tenia esos olores calientes
de panadería y nosotros jóvenes sin rumbo y deseosos de ayudar, nos paseábamos
como almas errantes y hambrientas, y
muertos de frío por el campamento y ya
estábamos casi moribundos cuando apareció entonces el ángel que nos salvó de
morir en esa amanecida.
Miguel Ledezma,
nuestro compañero de escuela, ese fin de
semana estaba en su casa. Quizás lo encontramos camino a la panadería en una
larga callecita que en el fondo llegaba a una plaza. Venía con su bolso de
compras desde muy temprano y al
divisarnos nos saludó con ese sentimiento efusivo de pampino cariñosos y vio
quizás nuestra triste condición de seres presentables para la reunión ejecutiva, pero muy poco razonable para el
clima del momento que nos hubiera exigido como mínimo, dos abrigos, dos bufandas
y gruesos pantalones y botines para el frio.
Entonces
junto a su saludo vino su cordial invitación:
Vamos a tomarnos un café a la casa de mi madre…
Y allí
vimos entonces ese letrero que en medio de la soledad del abandono y del mar de
la incomprensión de quienes pudieron ayudarnos, o también en nuestra irresponsabilidad de no organizar las
cosas como debían ser, nos sentamos asustados
y entumecidos en una mesita de mantelitos de cuadrillé y la madre de Ledezma nos regaló esa taza de dulce chocolate,
y esos huevos fritos con ese pan de panadería tibio, que ha sido y fue la mejor
comida de nuestra vida a punto de morir de frio y nos regaló su generosidad,
puesto que Miguel le dijo seguramente:
“Mamá son mis compañeros del colegio y luego me pagarán la cuenta”.
Quizás
haya sido un gran abuso, aun no pagamos esa cuenta, ese chocolate y ese
sándwich y esos huevos deben tener hoy
incluido los intereses un valor incalculable porque nos salvó la vida, y
en esa situación pudimos concurrir prontamente hasta Maria Elena donde tratamos
de organizar esos trabajos y ante el trato indiferente de esos jefes nuevos que
no tenían mucho intelecto o mucha voluntad de atender a dos pendejos que querían
servir al prójimo, nos mandaron sencillamente, al igual que el carabinero de la
Comisaria, a la mierda.
Si no
fuera por el desayuno de la madrecita de Miguel Ledezma, aparte de la mierda ofrecida
por los políticos del turno, nos habríamos comido la soledad y la indiferencia de
los que no comprendieron que los jóvenes también tendríamos algo que hacer y aportar
para ese mejor mundo que tanto pintaban.
Esto
fue un buen intento, un debut y despedida, y
no tengo memoria haberme acercado nuevamente a ese intento de construir
un mejor Chile, lo que vino todos los sabemos y sin juzgar el tiempo, ni de uno
otro lado, yo solo quería agradecer a Miguel Ledezma, a su madre, que nos tendió
la mano en ese negocito de cafecitos y desayunos llamado “LA ISLITA” y que fue
una verdadera isla donde nos salvamos de tanto nadar en la noche y de tanto
correr por las oscuras aguas, hasta caer en su regazo y beber la primera agua
tibia del día y con ello sentir que vivíamos y que hoy quisiera agradecer, al menos por mi parte, pues de
Carlitos yo hace tiempo que no sé nada de él, a pesar del cariño que le tengo,
y decirle a la madre de Miguel “Gracias Mamà”, porque nos tendiste la mano en medio de tus propias
preocupaciones, y luchas nos recibiste en tu Islita pampina y nos regalase ese “Pan
Nuestro de cada Día”, y sin duda que
fuiste un Jesús o quizás “María, la Santísima” la que nos llenó de amor,
paz y sosiego en esa aventura que estuvo a punto de matarnos de frio en esa
noche inolvidable de Pedro de Valdivia,
en esos años de idealismos en que
creíamos que el mundo sería así de bueno con nuestras manos y que pasados los
años nos damos cuenta que éramos soñadores pero que otros, como en todas épocas
de la historia, se comían y se comen, las ganancias de los esfuerzos juveniles, a
través de cremosas tortas y pasteles……
Gracias
Miguelito y un abrazo a tu madre….
sábado, 10 de octubre de 2020
Atardecer
En la costa vacía de niños se mecen los encajes de las olas y en el horizonte un disco de sol duerme y se acomoda, dando paso a las luminosas estrellas con su cruz del sur tatuada en Orión, con su espada de centinela. La ciudad duerme, nerviosa sueña. Algún día dejaremos la esclavitud de la pandemia. Amanecerá radiante, anunciando una nueva era y traerá amor y comprensión, dejando las máscaras de soberbia, para mostrar nuestras sonrisas renovadas y abrazarnos ya sin odios, miedo y tonto orgullo que nos ciega. Un nuevo despertar como se merece Antofagasta, nuestra tierra. (99 palabras)
Carmencita (Micro cuento en 100 palabras)
La negrita que perdió su pega vive en el campamento del olvido. Cada mañana enciende el gas en la sede para que hiervan las burbujas que elevan los aromas de porotos, amasando con sus manos pulcras el blanco pan de la alegría de los niños, superando las angustias de las noches oscuras y amanecer con esperanzas en la lucha diaria del sustento. No llega ayuda, ni gobierno, ni de esos que esparcen en la red sus selfies como semillas. Carmencita pide o golpea puertas con su tierna sonrisa. No se vende a ningún político para no tener que pagar la cuenta. (100 palabras.)
Madres Educadoras (Micro cuento en 100 palabras)
Los parques infantiles vacíos, las aulas repletas de palomas y silencios, los perros de la calle esperan la algarabía ruidosa de los niños para que llenen cada mañana las sillas vacías de ilusión y de esperanzas. Maestros que se amanecieron aprendiendo tecnologías y reinventando su vocación sagrada y madres que vivían sus mañanas libres metidas en las ollas y el gimnasio, cambiando los cucharones por teclados y reaccionando en lo que nunca debieron dejar: educar como parte de un ciclo completo, y que hoy se sorprenden de tanto que aprendieron y descubrieron que sus hijos, no siempre son “mateos”. (99 palabras..)
Restricción: (Un "micro cuento"...en 100 palabras...)
Y la cuarentena nos
enseñó que había casa, amor, hijos, nietos y mucho que aprender. Los platos, la
cocina, el gas, la luz, el agua, amasar pan, cocinar porotos, budín con pan
añejo y azúcar, envolver tomates con papel, las papas en cajas a oscuras y las
cebollas aparte, el sudor de los guisos con mote o con chuchoca, las lentejas y
los garbanzos, vivir tan cercanos a un supermercado y preferir el almacén bien
surtido del "peruano", eludiendo el permiso y ahogado de cansancio con
la máscara mal oliente y la conciencia cansada; pero vivo...
martes, 6 de octubre de 2020
ELLA....(La canción del ayer. )
En la casa de los Castañeda, Joel y David, participábamos, muy ordenaditos, en el "Malón" del curso, y todavía el sol estaba en los cielos pampinos alumbrando la tarde de mil colores, eran casi las 18:30 hrs., y esa música sonaba en el pick up, y yo tímidamente soñaba con bailar con la Blanquita Contreras, que era más alta que yo, pero que su mirada estaba siempre dirigida a otro de sus inocentes amores de niña...Aún así me atreví, me tiritaban las piernas y mi piel se sonrojaba de esa posibilidad de estar tan cerca de un sueño que podría quizás alguna tarde convertirse en realidad, o como gran premio de la vida, terminar en un dulce y suave beso... Nunca fui buen bailarín, de verdad no era muy diestro en el compás y me costaba no pisarle sus finos piececitos y de pronto trastabillar en medio de la salita donde sonaba la música.
Al costado del salón un limpio y albo mantel
adornaba la mesa del comedor, repleto de "canapés" de huevo o paté adornados con alguna redondita zanahoria, o
esa "media luna" de "aceituna" que parecía pintar y
ofrecerme esa sonrisa de aprobación por mi valiente intento, contrastando un
todo hermoso decorado, y en entre medio de los platos, las flores plásticas con
vistosos frascos de vidrio, aún olientes y lavadas con Rinso, daban un grado de
pulcra limpieza al oloroso y delicioso rincón,
donde de vez en cuando la "dueña de casa" sacaba, para repartir entre
los niños, (que sólo miraban el baile, sentados y ocupando las sillas ubicadas en las
paredes que daban a las ventanas enrejadas hacia la calle Aconcagua), algún
plato con un cerro de queques de naranja, finamente cortados y algún vaso de Orange Crush, o esas coloridas
Bilz o amarillentas Papayas que nos subían el azùcar y la adrenalina y nos calmaban también la
sed...
Entre tanto, ese disco: "Ella"…. y yo
la miraba fijo a los ojos hacia “arriba”, y ella sonreía coquetamente hacia “abajo”,
(éramos desde ya incompatibles por nuestras distintas "alturas"). ella
siempre esforzándose por no parecer tan "alta" a mi lado, y yo
"empinando" mis sufridos pies adentro de mis zapatos viejos, recauchados
con goma de las correas transportadoras, (pero bien lustrados), esforzándome
todo lo que podía con extremo disimulo, y tratando de crecer esos centímetros
tan necesarios para llegar al menos a la vista de su boca, doblegándome con
valentía y soberbio orgullo desde mi frágil y pequeña estatura. Me arrimaba
hacia arriba, siguiendo las "sabias" instrucciones del
"Gringo" Poblete, que me decía como debía tomar a la dama para el
baile, desplazándome para mejorar mi
compás, y aparte de la emocionada "caricatura", el "lento"
de Adamo, hacía que mentalmente cantara a mis adentros ese "ritmo"
de: Uno, dos; Un, dos, tres...Uno, dos; Un, dos, tres. Uno, dos; Un, dos, tres…
(casi como un ensayo de desfile con los scouts en la Escuela...). Mientras
llevaba el ritmo, (o el mal ritmo) esquivando dañar sus piececitos con los
zapatones duros de goma, soñaba en mis adentros, con cualquier cosa que me
llevara y permitiera permanecer así, con "Ella" y Adamo toda la
tarde...(casi noche)...
lunes, 5 de octubre de 2020
GRADUACIÓN SS.OO.MM.
Y nada somos si no tenemos esa compañera, esposa de soldado, que se ha llevado en su silencio todas nuestras ausencias, siendo padre y madre en tantas oportunidades. Gracias a mi esposa, Mònica, compañera de esta larga aventura de vivir y por supuesto a toda mi amada familia.
·
miércoles, 19 de agosto de 2020
CAMINO A CRISTO
El camino de Cristo, es un camino difícil, nos obliga a ser humildes, serviciales a tener siempre la voluntad del perdón y en todo, la luz del Señor debe ser siempre una luz de esperanza de amor y de amistad, sincera y verdadera. En la época romana, arrojaban a los Cristianos en medio del “Circo Romano”, y no hubo ninguno que empuñara un arma, sólo hubo ofrecimiento de sus propias vidas, sabiendo que alcanzarían una muerte dolorosa y un pasaje directo a la Vida Eterna. El Evangelio del domingo nos hablaba de todos los hermanos que fueron muriendo uno a uno y nunca perdieron la fe, y jamás levantaron una mano en defensa de sus vidas. Eso es una muestra de fe inconmensurable. Debemos perdonar en nombre de Jesús debemos amar, en nombre de Jesús, debemos unirnos en nombre de Jesús, debemos llevar esperanzas y paz a cualquier lugar donde debamos Evangelizar, debemos ser palomas de paz y creer que Dios será siempre nuestro mejor juez. Debemos ser consecuentes con el Evangelio y amar al prójimo como a nosotros mismos, debemos poner la otra mejilla, aunque nos cueste, porque ése es el mandato del Señor. Ojalá que nunca las ideas nos separen, la humanidad, pase lo que pase, sea la idea cual sea, no está abandonada; Dios siempre triunfará y su justicia y su misericordia son la más perfecta. Cuando seguimos a Dios, podemos morir en paz y seguramente alcanzaremos un lugar, aunque sea un humilde rinconcito en ese cielo amado, cuando seguimos a los hombres, caemos en el triste error de la idolatría humana y nos llenamos de ansiedades terrenales y extremas. El “Soberano Rey”, Jesucristo nos dice: “Mi Reino no es de este mundo”, y el mundo seguirá lleno de conflictos, lleno de ambiciones de poder, cada cual quiere más TENER que SER, el mundo levantará la espada contra espada, hermano contra hermano, ofensa por ofensa, “ojo por ojo y diente por diente”, y esa ley Jesús la abolió por otra actitud, la de amarse los unos a otros y no “armarse los unos contra los otros”. Si alguno muere en el nombre de Jesús tiene asegurada la “Vida Eterna”, el que es soberbio, orgulloso, y es capaz de poner a hermanos contra hermanos, a practicar la violencia, a separar las personas por ideas, no es cristiano y da un muy mal ejemplo. EL seguimiento de Jesús. Exige una entrega y confianza absoluta en Èl. Podrán quemar las catedrales, romper las imágenes de yeso que sólo son símbolos de nuestra creencia y fe, asesinar a miles de inocentes, juzgar a cada cual por sus actos, y esa intolerancia, por más muerte y desastre que traiga, no solucionará la tan necesaria “civilización del amor” que Cristo nos obliga a mantener como fuente de esperanza y de luz. La violencia engendra violencia, y el odio divide, nunca une. Solo el perdón sincero del corazón libera, lo demás es sólo una innecesaria tormenta del alma.
Un gran abrazo a todos ustedes en el inicio del día y los
mejores deseos de que la verdadera Paz del Señor nos acompañe en nuestras
tareas y responsabilidades sin dudar jamás que Jesús va a nuestro lado,
caminando o llevándonos en medio de las tormentas, y quizás en muchos tramos
marcando solo su propia “huella en la
arena”, porque nos lleva en brazos
ayudándonos a vencer los odios, las enfermedades, los males del alma, todo lo
que nos parece injusto, todo los golpes que recibimos en nuestras propias
vidas, todo aquello que nos hace sentirnos esclavos de los sistemas humanos,
pero que en la hora de mirar a Jesús, nos damos cuenta que sólo Èl, nos puede regalar la paz, la alegría, el
sentirnos contentos, porque cada día Jesús se hace más imprescindible y necesario
en la vida del hombre, por ser la única y verdadera luz que nos puede traer paz
y amor verdadero al mundo. Nuestra actitud de hoy debe ser la de orar, orar y
orar. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán consolados.”
Si queremos justicia y paz social, que es lo mínimo que se
puede pedir para vivir con dignidad, comencemos por revisarnos nosotros mismos,
y entender que por nuestra actitud, por nuestra comodidad, por nuestra poca fe,
somos también muy responsables de la oscuridad que se cierne sobre tantas
almas, que buscaban esa luz y nuestra
actitud les apagó sus esperanzas. ”Aún en la tormenta, aún en mi soledad, te
amo, te amo en verdad”….
Oh Dios....
Oh Dios cómo quisiéramos vivir eternamente,
Y soñar con ver grandes a los hijos y los nietos
Y acompañarlos toda su vida, alegremente
Y disfrutar con ellos todo el tiempo.
Cada día que comienza nos trae esperanzas
Y cada noche es ya un día menos de vida
Y con las estrellas se encienden los sueños
Que se escriben en nuestras grandes melancolías.
Señor que no sea hoy la partida, quizás mañana,
Cuando ya no tenga
pinceles ni pintura
Para escribir con ilusión nuestros deseos
Y soñar con cantar esas nuevas partituras
Que se escriben en el día a día de la vida
Y que se consumen en las horas
Que son intensamente
vividas.
Anoche en mi descanso navegaba
Por mares agitados y violentos
Y las olas me arrastraban sin piedad
Enredándome en tantos tormentos
Y buscando roca firme para aferrarme
Y esperar despertar en la esperanza
Que solo fue un mal dormir todo aquello.
Mis síndromes de vértigos mis giros nocturnos
Mi mente inútil, atribulada y compleja
Mi temor a no despertar de mañana
Y la tonta angustia
que enciende mis tristezas
No porque sea hombre triste, sin alegrías,
No porque tenga una fe con poca certeza
No porque no esté preparado
No porque no crea mi conciencia
Pero cuesta tanto desapegarse de los días
Soleados, hermosos, de vientos, de estepas
Sembradas como en el campo verde
O inhóspitas llanuras desiertas.
Cuesta tanto desapegarnos de la vida
Y de verdad que morir no queremos
Más aún si los campos sembrados no florecen
Y esperamos con ansias las cosechas,
Pero eres el dueño del campo
El que nos brinda la copa llena
Que nos quita la sed de los sueños
O nos ilumina en la oscura ceguera
De no querer entender que el mundo
Continúa sin nuestra presencia.
Dame fe Señor, perdona mi soberbia
Dame paz, que espere el nuevo amanecer de la vida
Y pueda descansar de mis temores
Y encuentre paz en
aguas removidas
De ese mar de inquietudes que no cesan
Y que arrastran en
corrientes desconocidas
Espero siempre y cada día
Que sea solo tu voluntad eterna
Me iré al descanso de esta noche
Ojala pueda despertar
En el amanecer de nuevas primaveras
De esas floridas coloridas y doradas
Que se dan tan plenamente en tus celestiales tierras
Buenas noches Señor, me duermo entre tus brazos
Haz de mi lo mejor que te parezca
Y ese día que tú quieras
Se calmarán dolores, y no habrá lágrimas ni tristezas
Ya no habrá mariposas aleteando en mis flores
Solo miradas, sin sentido, sin conciencia
Porque en verdad se nos queda acá la música
La lucha, el amor y la esperanza
Y allá sólo habrá sonrisas
Y ya no habrá inviernos ni noches largas
Que se haga tu santa voluntad aquí y ahora
Y canten mis labios a tu amor Señor
Que me acompañó en las malas y en las buenas.
Arrúllame María en
tus brazos
Y calme en mí la
tristeza
Que sienta que renazco a una vida nueva
Y que viva siempre
en la santa alegría
de haberte conocido en esta tierra
y que viva el sueño de mi noche
y que me extinga como silenciosa estrella,
y que de lejos permanezca sin brillo, como dormida….
Nostalgias escondidas……
Día de nostalgias escondidas,
De tristezas
que nunca afloran
de recuerdos
pampinos en el alma,
de risas,
alegrías, o recuerdos que lloran.
De tenida
limpia para ir a misa
de zapatos
humildes, pero bien lustrados
evitando en
el camino el polvo de la brisa,
Para llegar
a conversar con el Cristo resucitado.
Día de vender “LA VOZ” en la puerta de la iglesia
O esperar la
tarde para ir a la retreta
a la magia
del odeón de nuestra plaza
mirando
enamoradas, a tantas parejas,
y buscar en
nuestros ojos inocentes de niño,
entre
tantas, que “ella” apareciera,
o quedarse
sentados en ese banco de cemento
a sentir los
sones marciales de trompetas,
y agitando
su batuta, el Maestro Guardia
que dirige
los compases de memoria
y la alegría
bullanguera de la tarde vespertina,
hasta los
gorriones, asustados, se despiertan.
Huelo el
polvo, que recorre como niebla
La calle
agreste que nace en los Molinos,
y nos
impregna de polvo salitrosos
esos sueños
que teníamos de niños.
Es domingo,
siempre hay nostalgias
La vida se
nos va, tenemos los recuerdos
Crecimos en
el paraíso de la tierra
Y quizás no
tuvimos tiempo para darnos cuenta.
Cada
cual escribió su propia historia
Con la pluma
de los rayos del sol incandescente
Con los
viejos remolinos que giraron a la gloria
Llevándose
los volantines hacia el cielo celeste.
Nunca
aspiramos a tener riquezas
La vida era
simple, como el agua
Y en el
sudor del trabajo
de las curtidas
manos de nuestros padres,
nos fuimos
envolviendo en esa magia
Que hoy con
tantos recuerdos nos alumbra
con los
faroles luminosos del alma…
Quizás
mañana no nos veamos
Tal vez
marchemos, - como tantos-
a la desconocida morada
hoy podemos regalarnos
sonrisas
Para honrar
a nuestra tierra amada,
Mañana,
quizás nuestros huesos se disuelvan
Y sirvan de abono
a la flor de la esperanza
y en las
noches la cruz del sur nos envuelva
y nos cubran
las silenciosas camanchacas
esas que se
quedaron para siempre en nuestra vida
y que aún
nos acarician con sus suaves manos blancas.
Hay que
afinar hoy más que nunca
los
instrumentos del alma
Los timbales
de nuestros corazones
Las venas de
nuestras guitarras
Para
seguir con nuestras canciones
Y en el tren
de la “una” agitando las palmas
Nos iremos
soñando con nuestros tiempos mejores
Sin dejar
nunca de amarnos,
Llevándonos
el tesoro de nuestros amores,
Y en esas
nubes de los sueños inmortales
encontrarnos
para abrazarnos,
alguna otra
y definitiva tarde….
Madrugada
del 03. MAY. 2020…
Y te despiertas….
Y te
despiertas en la mañana mirando al cielo e instintivamente das gracias a Dios
por el nuevo día, sin embargo es también un día menos, y entonces se vienen a
la memoria los seres amados que ayer o antes de ayer partieron de este mundo, y
sientes con el nuevo sol, una nueva cercanía a lo inevitable, pero te llenas de
temores, de preocupaciones, porque no sabes cuando será “el día ni la hora” y
descuidaste las “lámparas encendidas”.
Es cuestión de fe, de esperanza, de creer que lo vivido es suficiente, pero
siempre te quedan tantas cosas en el escritorio de los “pendientes”; Es cosa de
creer que cumpliste tu vida y tus tareas, pero queda tanto por hacer que si tú
no lo haces nadie completará “tu” obra.
Dicen que todas tus preocupaciones y problemas
que en el día a día te agobian, con tu partida, quedan olvidados porque se van contigo; ni
siquiera son problemas que heredarán los
“otros”, te los llevarás y no podrás dejar esos encargos a otros, y nadie se desvivirá por “tus” preocupaciones.
Por lo tanto no es bueno vivir preocupados de tantos sinsabores o de las
múltiples tareas…. El dinero se va como el agua, las injusticias sociales son
el pan de la existencia, los que más tienen, más roban y más desean y pareciera
que “disfrutan” de las bondades materiales de la vida; el que menos tiene, más se
le quita, y ya sabemos el còmo debemos
ganar el pan con el sudor de la frente y caer cansados y sudorosos cada término
de jornada, queriendo buscar en tantas
cosas esa resbaladiza felicidad.; la vida resulta injusta y no será nunca
mejorada mientras los egoísmos personales y los afanes e ideales estén en el alma de los que siempre
hacen usufructo de los bienes comunes. Ya nada es realidad, todo es difuso e
ilusión, y los que pueden hacer un mejor mundo no lo hacen, los que pueden
plantar àrboles, prefieren talar los existentes; ya no somos dueños ni del aire
y la libertad del hombre està siendo
controlada y oprimida por los de “allá” o los de “acà”, da lo mismo, pero nadie piensa en verdad que los “otros”
sean felices. El mandamiento del amor, se limita a tus círculos más cercanos. Te
unes con aquellos que te pueden ser útiles para tus fines o ideas, el amar al prójimo, pareciera ser lo mismo, a
conveniencia y ni hablar del no robar y el no matar, eso ya es mandamiento casi
olvidado y los que deben vivir el Evangelio sólo lo recitan, pero no lo practican y no les
alimenta el alma.
Estamos en una caída libre desde el espacio,
sin seda de paracaídas, solos en medio de la nada, bajamos a velocidades vertiginosas a la gravedad certera, y pronto
nos golpearemos en los duros océanos y desiertos, pues todo lo que nos rodea se
pudre en la más burda indiferencia al
dolor, a la injusticia. Hoy comienza un nuevo día, y así la vida se deshoja con cada amanecer.
Busquemos
agradecer al Dios de la vida por la propia
vida. Tratemos de sonreír, de cantar, de alabar y de mostrarnos agradecidos por
lo poco o nada que tenemos, o por esa abundancia que podría ser compartida,
y eso nos dará fuerza espiritual y nos
sentiremos valientes e incólumes en el duro batallar del nuevo día. Quizás hoy
sea el último aliento, la última tarde,
la última noche, y es bueno vivir el día como si fuera el último, para vivir definitivamente sin preocupaciones,
y solamente pensar que más temprano que
tarde, nos tocará emprender el vuelo, y dejaremos todo aquello que nos pareció
tan importante, eso que nos puso en los escalones más altos de las gradas del
poder y el tener.
domingo, 2 de agosto de 2020
Carta a la Sra. Gabriela Mardones de Grunert (Q.E.P.D.)
Señora Pelusita:
¡Que bueno
que hallamos recordado en estas redes nuestros mejores años de la vida junto a
su esposo y hermosa familia!
¡Què
hermoso haber compartido todas sus emociones familiares, con esos pequeños que
son sus hijos y que conocimos tan niños y que hoy les llenan de orgullo como
familia, y ese orgullo siempre reflejado en sus publicaciones, comentarios y
tantas alegrías hermosas, y en especial
el mejor regalo que pudieron hacer por ustedes: sus nietos.
Gracias al
Señor de la Eternidad, porque usted y su esposo son, fueron y serán siempre
unas personas que pasaron “haciendo el bien”, generosas, bondadosas y que
renunciaron muchas veces a tantas situaciones propias por el bien de los demás.
Gracias por que en cada foto del ayer que
compartimos, siempre había una opinión suya favorable a los recuerdos, y quizás
eso nos sirviera a todos nosotros como aliciente de vida en las propias
dificultades que a veces uno prefiere callar para no preocupar.
No supe
que estaba enfermita, no me enteré oportunamente, por eso que hoy, recibiendo
esa infausta noticia, se me nubla la vista de solo pensar que no la veremos más
físicamente, pero con la certeza espiritual que estará en nuestros recuerdos
siempre, porque supimos de su amor, de su simpatía, de sus mejores años, de su
belleza, sin duda incomparable, pero sobretodo de esa belleza del alma, que
habla de tantas cosas heredadas de sus padres, como son los valores y los
inolvidables recuerdos.
No sé cómo
expresarle nuestros sentimientos. De verdad estamos impactados, pero su dulce
sonrisa, que vislumbramos entre las nubes de la inquietud y el dolor, nos dan paz y tranquilidad, porque sabemos que
está en un mejor lugar, y solo quiero decirle que la recordaremos siempre, con
ese cariño propio de personas que fueron compañeros de la ruta de la vida y que
tuvo usted una hermosa familia junto a su siempre distinguido esposo y amigo,
el tan recordado “Gringo” Grunert ,
(según èl: “de sangre “irlandesa”, por su carácter), y que nos enseñara
nuestras primeras cuecas y tonadas en el
querido conjunto “Flor de Chile”, que
fundaran juntos en nuestro querido “Esmeralda”, y nos llenara el espíritu de amor a lo nuestro, con
esa estampa de huaso elegante (y “huasa” distinguida), pero con alma de
campesinos bonachones, humildes, buenas
personas y amante de nuestras
tradiciones. No olvidaremos nunca su
optimismo, energía, alegrías y sencillez, que serán finalmente los más hermosos
recuerdos que evocaremos de una mujer
noble, valiente y llena de virtudes y que tuvimos el gusto y honor de conocer.
Descanse
en paz Pelusita.
Ya a no
habrá dolor para usted, sólo esperanzas y alegrías y una nueva vida, esa prometida
por Jesús en su Evangelio, y allí alguna vez nos reuniremos a cantar junto a su
esposo una cueca o tonadas, para recodar
la vida tan hermosa que nos tocó vivir y que seguirá con su dolorosa
ausencia, pero que mitigaremos al agitar
nuestros pañuelos y cantos al cielo, donde
usted vibrarà como nosotros con ese inmenso amor a lo nuestro.
Un abrazo en la distancia.
(El cielo hoy,
es un mejor lugar, con su alegre presencia.)
Perdonar es liberarse:
Perdonar es liberarse:
Cuando una persona muere, se acaba su paso por esta vida. No hay más
emociones, alegrías, tristezas, dolores ni preocupaciones. Se va con todo lo
que le inquietaba y con una maleta llena de sus propios problemas, los que
nadie buscará darle soluciones. Solo el que se va, los “conocía”.
Todo aquello que nos impedía ser felices, detenía nuestra marcha a una feliz existencia o nublaba la mente, se va con nosotros. Ya
nada nos detiene. Se apagó la luz y no habrá para nuestros ojos terrenales, un
nuevo amanecer.
Partir es eso: marchar y no
volver.
Te vas sin equipaje, sin riquezas. No puedes llevarte ni tus odios,
pesares o rencores, y ya nada pesa en
tus espaldas, ni en tu conciencia,
porque todo lo que te remordía o te preocupaba,
se fue con el último suspiro
estertoroso de tu vida en agonía.
Se termina tu ciclo.
Mañana nacerán otros, que escribirán mejor que ti tus aburridos cuentos, soñarán con mayor
pasión el deseo de tus oprimidas libertades y manejarán mejor los pinceles de
tus pinturas opacas de las tardes de tu vida.
Ya no serás el necesariamente “indispensable”.
La única forma de liberarse de todo eso que arrastras y te hace rabioso,
enojado con el mundo, con la vida que te
ha tocado, con todas esas quejas que te alteran la paz de tu existencia, y
preparar tu alma para ir libre en el viaje último y final es emplear la mejor herramienta que puedes esgrimir con certera eficacia: El
perdón. De ti mismo y el de los otros que nublaron tu conciencia.
Cuando te marches de la vida: Si hiciste el bien, anda en paz; si no lo
hiciste, perdónate para ser libre.
Y finalmente si le toca a tu enemigo partir antes, asiste con respeto y
silencio a su sepelio, ora con sinceridad por su propia conversión y que haya
tenido tiempo para su propio perdón; no guardes rencor que solamente a ti te
daña, ante la muerte debemos ser
caballerosos y nunca perder la cordura y el respeto. Nadie puede reírse de la
muerte del otro, en las miles y
distintas circunstancias. Siempre habrá un recuerdo para el otro. Nunca te olvides de este práctico consejo:
“Ante la tumba de tu peor enemigo,
siempre deja una flor que marque tu presencia.
Al final es tu grandeza lo que importa,
no la pequeñez de aquel que pudiendo hacer el bien,
te hizo daño. Tu perdón es también su peor dolor.”
Que tengas buen domingo. ”Sir Charly”.
MAYONESA CASERA
Un homenaje a nuestra mamá. Carlos Garcia Banda p n e o t r s S d o 3 a 9 m o f 1 a 0 a 6 2 u 3 0 2 m 5 8 2 d e 0 f i 2 c h h 2 c 4 h 1...
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SOF. MARIO CÁCERES LÓPEZ (Q.E.P.D.) (Fotografía personal tomada por el ex Soldado Rubén Toro Pozo) Me info...
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¡¡TRANQUILO ESMERALDINO!! Con el silencio tan característico de su propia personalidad, reposado, tranquilo, silencioso, ...
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Este hermoso himno, creación de Don Jaime Guerra Yáñez, fue interpretado por el querido y recordado “Coro Mixto del Salitre” de Soquimich...