Las épocas de elecciones, entusiasmaban enormemente a los trabajadores pampinos. Eran la ocasión propicia, única y decisiva, para darse a conocer, entre los habitantes de la oficina y población en general, poniendo sus personales cualidades y virtudes al servicio desinteresado y de franca vocación, a eso que llaman hasta hoy, la “cosa pública”. Esto motivaba a quienes integraban los cuadros de líderes y dirigentes, de las más variadas corrientes ideológicas presentes, a buscar con su participación, cualquier posibilidad que permitiera entregar una cuota de esfuerzo en beneficio del conjunto, logrando acercamientos y entendimientos en las aspiraciones de mejorar la calidad de vida, para ese gran universo de trabajadores, empleados u obreros y sus familias, contando con una infinidad de organizaciones de orden político, religiosas, deportivas y gremiales, como también instancias de participación directa a través de los sindicatos de trabajadores locales.
En mi modesta opinión, la mejor escuela para formar líderes de todo orden y según mi poco entendimiento lo fue, en realidad, la pampa salitrera. De allí surgieron grandes servidores públicos, no solamente en las corrientes políticas o gremiales, sino que hombres y mujeres integrados a la sociedad chilena, ocupando hasta el día de hoy con verdadero sentido de liderazgo y responsabilidad, distintos escenarios, del orden cultural, artístico, político, en las comunicaciones, en la literatura y en otras de carácter social, profesional, religioso, deportivo. militar, etc...
Para llegar directamente al “fondo de la olla”, interesa recordar un triste y lamentable accidente ocurrido por aquellos años. Diría en la época del 50 o 60 en la panadería aledaña a la pulpería de Maria Elena. La memoria y crónica de los hechos de esta lamentable situación, es motivo de una indagación mayor y tendremos que rescatarla de la memoria de quienes pudieron conocer en vivo y en directo el doloroso desenlace.
Es aquí entonces, donde aparece don Carlos. Un trabajador de la panadería que conocí, con su mirada oculta casi siempre tras un par de grandes gafas negras. Él habría sobrevivido a esta tragedia, sufriendo los dolores que lo tuvieron al borde de la muerte. Era éste un hombre muy querido, respetado y, por sobretodo, uno de aquellos trabajadores que merecen nuestro respeto y admiración, además privilegiado ante la divina providencia, que le había permitido salvar milagrosamente con vida, de esas circunstancias. En ese espíritu de hombre generoso, entusiasmado por sus amigos, con un claro espíritu de servicio público, decidió entonces, después de varios años de un largo tratamiento, completa recuperación y vuelta a su trabajo, optar a los “escaños” que ofrecía la postulación a un importante cargo público.
Como toda campaña electoral, fue necesario organizar un comité de trabajo, quienes resolvieron secretamente fijar estrategias y formas para dar a conocer su candidato, a través de la colocación de pancartas y propaganda en las principales calles del campamento.
Para eso, se organizaron encuestadores por sectores, y equipos de carpinteros y pintores, procediendo los primeros a confeccionar los bastidores de madera, entachuelando aquellos marcos con cartones corrugados y materiales conseguidos de las bodegas de la empresa y en la propia pulpería.
Estaba todo listo para comenzar la lucha por conseguir la simpatía de los electores. Calculada la cantidad de letreros, y faltaba entonces, el más importante detalle de toda campaña: La fotografía del candidato.
Ella debía ser el mejor testimonio, para convencer gráficamente a los electores. Tal tarea fue encomendada a uno de los tantos fotógrafos que marcaron su presencia artística, en todos los eventos de la pampa.
La sesión fotográfica fue organizada con toda la reserva en un estudio, al interior del galpón, “Portal Anglo Lautaro”.
Había que ejecutar un trabajo con un buen fondo y mostrar en la imagen un rostro confiable, sereno, afable y convincente.
Don Carlos llegó temprano y en silencio al estudio, Con su mejor “eterno”. Una humita negra le hacía juego al traje, y su camisa almidonadamente blanca. El artista de la imagen, encendió sus focos y luces, comenzó a buscar la más perfecta pose y el mejor ángulo, pidiéndole expresamente se sacara las frías e impersonales gafas negras.
Al mirar por el lente y comprobar la nitidez y perfección del cuadro, el paparazzi notó que, sin las gafas protectoras, se veía notoriamente un defecto lamentable, secuela de su accidente. Un ojo de vidrio en su lado derecho, lo que afectaba un poco la pureza de la imagen. Actuando con finura y elegancia, para no herir las susceptibilidades, señaló un tanto preocupado: - Don Carlitos….a ver… a ver.., gire su cabecita hacia su derecha, a fin de que la foto muestre su perfil (y el “ojo bueno” pensó en sus adentros). Estaba casi lista la solución, cuando al mirar por el lente nuevamente, descubrió una segunda sorpresa: la ausencia total de la oreja izquierda…
No podía ser grosero. Ante todo, era un candidato y “su” cliente.
Cerró sus dos ojos mintiendo, haciendo un disimulado ademán de mirar por el lente de la cámara y se mordió la lengua...Nuevamente pensó a sus adentros. Volvió a la realidad diciendo: - A ver Carlitos, (ahora lo tuteaba nerviosamente). Mire...(¿mire?)….ponga su mano izquierda como tomando su “perita”, en una actitud como de un hombre pensador, tapando con su dedo “mayor” e “´’índice” y parte del pulgar, un poco el orificio de su oreja...
Al decir esto, se dio cuenta que aquella mano izquierda, estaba también, dolorosamente lisiada y le faltaban, los tres más importantes dedos del centro, con lo cual, no podía disimular el defecto.
Cerró sus ojos. No sabía si reir o llorar. Se mordió los labios. Lo pensó y repensó. Hubo una gran pausa.Lo volvió a pensar…Pero era un caballero. Estuvo a punto de gritar con toda su fuerza y rabia….¿Sabe que más don Carlos? ¡¡¡Póngase de “espaldas” pa la foto …..!!!!
La campaña siguió su curso, las fotos no “alcanzaron a llegar” impresas.
El equipo de empapeladores tuvo que botar los engrudos y pasar a engrosar el equipo de pintores.
Se prepararon las brochas y pinturas y en cada bastidor destinado a las fotografías que nunca llegaron, comenzaron a escribir:
“Don Carlos. Candidato Lista A -1. Por sus obras y liderazgo, no necesita foto. Sólo requiere la confianza de tu voto".
¡¡Esa es voluntad de solución!!
En mi modesta opinión, la mejor escuela para formar líderes de todo orden y según mi poco entendimiento lo fue, en realidad, la pampa salitrera. De allí surgieron grandes servidores públicos, no solamente en las corrientes políticas o gremiales, sino que hombres y mujeres integrados a la sociedad chilena, ocupando hasta el día de hoy con verdadero sentido de liderazgo y responsabilidad, distintos escenarios, del orden cultural, artístico, político, en las comunicaciones, en la literatura y en otras de carácter social, profesional, religioso, deportivo. militar, etc...
Para llegar directamente al “fondo de la olla”, interesa recordar un triste y lamentable accidente ocurrido por aquellos años. Diría en la época del 50 o 60 en la panadería aledaña a la pulpería de Maria Elena. La memoria y crónica de los hechos de esta lamentable situación, es motivo de una indagación mayor y tendremos que rescatarla de la memoria de quienes pudieron conocer en vivo y en directo el doloroso desenlace.
Es aquí entonces, donde aparece don Carlos. Un trabajador de la panadería que conocí, con su mirada oculta casi siempre tras un par de grandes gafas negras. Él habría sobrevivido a esta tragedia, sufriendo los dolores que lo tuvieron al borde de la muerte. Era éste un hombre muy querido, respetado y, por sobretodo, uno de aquellos trabajadores que merecen nuestro respeto y admiración, además privilegiado ante la divina providencia, que le había permitido salvar milagrosamente con vida, de esas circunstancias. En ese espíritu de hombre generoso, entusiasmado por sus amigos, con un claro espíritu de servicio público, decidió entonces, después de varios años de un largo tratamiento, completa recuperación y vuelta a su trabajo, optar a los “escaños” que ofrecía la postulación a un importante cargo público.
Como toda campaña electoral, fue necesario organizar un comité de trabajo, quienes resolvieron secretamente fijar estrategias y formas para dar a conocer su candidato, a través de la colocación de pancartas y propaganda en las principales calles del campamento.
Para eso, se organizaron encuestadores por sectores, y equipos de carpinteros y pintores, procediendo los primeros a confeccionar los bastidores de madera, entachuelando aquellos marcos con cartones corrugados y materiales conseguidos de las bodegas de la empresa y en la propia pulpería.
Estaba todo listo para comenzar la lucha por conseguir la simpatía de los electores. Calculada la cantidad de letreros, y faltaba entonces, el más importante detalle de toda campaña: La fotografía del candidato.
Ella debía ser el mejor testimonio, para convencer gráficamente a los electores. Tal tarea fue encomendada a uno de los tantos fotógrafos que marcaron su presencia artística, en todos los eventos de la pampa.
La sesión fotográfica fue organizada con toda la reserva en un estudio, al interior del galpón, “Portal Anglo Lautaro”.
Había que ejecutar un trabajo con un buen fondo y mostrar en la imagen un rostro confiable, sereno, afable y convincente.
Don Carlos llegó temprano y en silencio al estudio, Con su mejor “eterno”. Una humita negra le hacía juego al traje, y su camisa almidonadamente blanca. El artista de la imagen, encendió sus focos y luces, comenzó a buscar la más perfecta pose y el mejor ángulo, pidiéndole expresamente se sacara las frías e impersonales gafas negras.
Al mirar por el lente y comprobar la nitidez y perfección del cuadro, el paparazzi notó que, sin las gafas protectoras, se veía notoriamente un defecto lamentable, secuela de su accidente. Un ojo de vidrio en su lado derecho, lo que afectaba un poco la pureza de la imagen. Actuando con finura y elegancia, para no herir las susceptibilidades, señaló un tanto preocupado: - Don Carlitos….a ver… a ver.., gire su cabecita hacia su derecha, a fin de que la foto muestre su perfil (y el “ojo bueno” pensó en sus adentros). Estaba casi lista la solución, cuando al mirar por el lente nuevamente, descubrió una segunda sorpresa: la ausencia total de la oreja izquierda…
No podía ser grosero. Ante todo, era un candidato y “su” cliente.
Cerró sus dos ojos mintiendo, haciendo un disimulado ademán de mirar por el lente de la cámara y se mordió la lengua...Nuevamente pensó a sus adentros. Volvió a la realidad diciendo: - A ver Carlitos, (ahora lo tuteaba nerviosamente). Mire...(¿mire?)….ponga su mano izquierda como tomando su “perita”, en una actitud como de un hombre pensador, tapando con su dedo “mayor” e “´’índice” y parte del pulgar, un poco el orificio de su oreja...
Al decir esto, se dio cuenta que aquella mano izquierda, estaba también, dolorosamente lisiada y le faltaban, los tres más importantes dedos del centro, con lo cual, no podía disimular el defecto.
Cerró sus ojos. No sabía si reir o llorar. Se mordió los labios. Lo pensó y repensó. Hubo una gran pausa.Lo volvió a pensar…Pero era un caballero. Estuvo a punto de gritar con toda su fuerza y rabia….¿Sabe que más don Carlos? ¡¡¡Póngase de “espaldas” pa la foto …..!!!!
La campaña siguió su curso, las fotos no “alcanzaron a llegar” impresas.
El equipo de empapeladores tuvo que botar los engrudos y pasar a engrosar el equipo de pintores.
Se prepararon las brochas y pinturas y en cada bastidor destinado a las fotografías que nunca llegaron, comenzaron a escribir:
“Don Carlos. Candidato Lista A -1. Por sus obras y liderazgo, no necesita foto. Sólo requiere la confianza de tu voto".
¡¡Esa es voluntad de solución!!
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